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La revolución no será tuiteada

La revolución no será tuiteada

El teletrabajo pone en riesgo el 12% del actual empleo en España

Jorge Alacid

Lunes, 13 de junio 2016, 17:18

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Malas noticias para quienes (ah, ingenuos) esperaban una campaña donde se discutiera de lo que importa de verdad a la ciudadanía. Impera esa perversa lógica del patio de vecinos en que se ha convertido España, según la acertada descripción del escrito Álvaro Pombo: hablamos a gritos los unos a los otros en la seguridad de que así resulta imposible que cale cualquier idea en quien se sitúa enfrente. No corramos el riesgo de entendernos. Sí, es preferible el griterío insensato a explorar una posibilidad de acuerdo. Como los contendientes de las tertulias sabatinas que tanto recuerdan a mujeres y hombres (y viceversa): gana el que vocifera más alto.

De modo que si el improbable lector rastrea entre los discursos de los candidatos alguna mención la revolución tecnológica en marcha, mejor sería que abandonase semejante expedición. No encontrará nada. Ni una cita a pie de página en sus innumerables comparecencias nos permitirá conocer qué piensan Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera hacer con el país que aspiran a dirigir en materia digital. Ya sabe el improbable lector: esos avances que han transformado nuestra sociedad. Esas conquistas que mutan la esencia de nuestra civilización en aspectos tan centrales como la economía. Hay una revolución en marcha ante nuestros ojos y la respuesta de nuestros líderes ante semejante desafío es la de siempre: y tú más.

Muy edificante. Ejemplar. Quiere decirse que el concepto de teletrabajo ni siquiera aparecerá en los mensajes de los aspirantes; que seguiremos ignorando qué recetas preconizan a derecha e izquierda para transformar el actual modelo de economía productiva hacia la tierra prometida y digitalizada. Cuántos puestos de trabajo se perderán por el camino y cuántos se pueden, por el contrario, crear a rebufo de las nuevas profesiones que van surgiendo, de las que apenas había noticias hace cinco años. Porque pensar que en un mundo globalizado e interconectado tienen gran sentido algunas ideas que han quedado abolidas con el paso del tiempo es tomar al elector por idiota. O por más idiota que de costumbre: un informe reciente de la OCDE sitúa a España entre los países donde la automatización del puesto de trabajo se cobrará más empleos. El 12% de puestos de trabajo están en riesgo en un país con una tasa de paro ya vergonzante, mientras no se vislumbra en el horizonte una alternativa a semejante escabechina.

Si depende de nuestros actuales candidatos, esta revolución no será tuiteada. Los aspirantes en campaña se dejan ver por las redes sociales porque esta temporada se lleva mucho eso de los 140 caracteres, pero pretender de ellos una utilización inteligente de los recursos que proveen las nuevas tecnologías tiene bastante de ingenuidad. Acampan en sus respectivas zonas de confort y evitan pasearse por el exterior, no vaya a ser que se contagien con alguna idea mejor de sus rivales y se desmonte el cómodo estatus de quien piensa que posee la verdad absoluta de esto y de lo otro. Justo el modelo de peligroso dogmatismo y fundamentalismo mental que la tecnología venía a derribar. Un mundo más líquido, desconocido pero lleno de misterio y oportunidades, que podría representar un avance si hubiera líderes ahí afuera a la altura de lo que esperamos de ellos.

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