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Mariano Rajoy, junto a Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, saludan desde la sede del PP. :: JOSé RAMóN LADRA
Rajoy: «Intentaré formar gobierno»

Rajoy: «Intentaré formar gobierno»

Los populares se dejan 63 escaños en unos comicios que suponen la pérdida de su mayoría absoluta más rotunda

NURIA VEGA

Domingo, 27 de diciembre 2015, 23:48

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El escrutinio dibujó anoche para los populares el escenario «diabólico» que temían los asesores de Mariano Rajoy. El PP logró el primero de sus objetivos en esta campaña, convertirse en la lista más votada de las elecciones. El segundo, gobernar, se presenta extremadamente difícil. Aun así, la comparecencia del presidente desde el balcón de su sede nacional, se convirtió pasada la medianoche en una declaración de intenciones. «Voy a intentar formar gobierno y creo que España necesita un gobierno estable», avanzó Rajoy rodeado por la dirección nacional del partido, la vicepresidenta, la cúpula del PP de Madrid y su esposa.

El jefe del Ejecutivo cree que es ahora cuando «se ve a los políticos de verdad» y promete diálogo y búsqueda de entendimientos para dar estabilidad al país tras el dibujo de un Congreso fragmentado y sin mayorías claras. Los populares resultaron ser ayer la fuerza más votada en el Congreso y obtuvieron la mayoría absoluta en el Senado, a pesar de las dificultades para conformar mayorías de Gobierno.

El 'plan A', que pasaba por tender la mano a Ciudadanos, resulta claramente insuficiente. De ahí que en los pasillos del edificio nacional del PP hayan vuelto los ecos de la gran coalición con el PSOE para reconducir una situación que muchos en la formación consideran ingobernable. Fuentes del partido creen que sólo esa suma permitiría hacer frente al desafío independentista catalán, e incluso a una reforma de la Constitución que, con la actual representación del PP, los populares podrían vetar.

Todos los escenarios están abiertos cuando el partido trata de entender el mensaje de las urnas y no detecta un mandato claro, más allá del castigo del electorado que ha dejado al PP con 63 escaños menos que en el 2011. Casi cuatro millones (3,9) de ciudadanos optaron finalmente por dar la espalda a Rajoy. A última hora de la tarde, a medida que pasaban los minutos y se iban conociendo las encuestas a pie de urna, en la sede central de la calle Génova crecía el nerviosismo y la preocupación. La dirección nacional llamaba a los suyos a mantener la «prudencia», a no dar nada por hecho, pero el escrutinio confirmó que el partido no había alcanzado ni de lejos el más bajo de los techos que se había fijado.

Antes de verano, los populares soñaban con los 140-150 escaños. Con el calor se fue también su optimismo. En octubre, los 130 resultaban ser una cifra atractiva que aportar a una posible alianza con Ciudadanos. El crecimiento meteórico del partido de Albert Rivera en las encuestas y la ambición del líder emergente por formar gobierno, llevó, sin embargo, al PP a tratar de frenar su ascenso. Fue durante la segunda semana de la campaña electoral cuando el equipo de Rajoy comprendió que había errado en el diagnóstico. Los votos de cambio que absorbía Ciudadanos empezaban a nutrir de pronto al Podemos de Pablo Iglesias y dejaba sin muchas opciones al presidente para mantenerse en la Moncloa.

El resultado de estas elecciones arroja que Rajoy ha dilapidado en tan sólo cuatro años la mayoría absoluta cosechada en el 2011, la más contundente de la historia del PP. Los dirigentes populares se aferran a la justificación de que todo Ejecutivo en tiempos de crisis económica acusa un «desgaste inevitable», y recuerdan que, aun así, han logrado vencer en unos comicios que dejan un Parlamento más fragmentado que nunca. Pero hacía meses, en concreto desde la celebración de los comicios europeos de 25 de mayo del 2014, que algunas fuentes del PP advertían sobre la «pulsión de cambio» que se extendía por la sociedad y que la cúpula del partido y del Gobierno no terminaban de asumir.

Una tras otra en cada cita electoral desde el pasado año, los populares han visto menguadas sus expectativas. Las elecciones andaluzas, las municipales y autonómicas y las catalanas constituyeron, junto a las europeas, los «cinco avisos» del electorado que un indignado José María Aznar aireaba vía comunicado el 28 de septiembre, una vez cerradas las urnas en Cataluña. Sólo el pasado mes de junio, apenas sin admitir en público el retroceso electoral que supuso perder el poder en cinco comunidades, el jefe del Ejecutivo accedió a introducir algunos cambios en el partido y en su modo de gobernar. Renovó las vicesecretarías generales y se lanzó a multitud de comparecencias mediáticas. Pero «comunicar no es hablar más», advertían en el partido quienes fueron conscientes de que nada de eso taparía cuatro años de recortes y de casos de corrupción que acuciaron el hartazgo del electorado y ensuciaron la marca PP.

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