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La gabardina de Zara

La gabardina de Zara

Por una vez, las familias del PSOE sí coinciden en algo: su jefe tiene buena planta

Jorge Alacid

Sábado, 12 de diciembre 2015, 16:30

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Mediodía polar en Murrieta. «Ya viene Pedro», informa la gente del PSOE. Pedro es Pedro Sánchez: así como Zapatero nunca fue José Luis, el líder actual remite al tiempo en que el socialismo adoraba a sus jefes por su nombre de pila: Felipe o Alfonso. El mencionado Pedro acaba de anunciar que un riojano se sentará a su vera en Moncloa si llega a presidir el Consejo de Ministros. Ese misterioso dirigente y potencial ministro le precede cuando llega la comitiva: César Luena toma las primeras fotos de su líder móvil en mano (una familia magrebí) y luego guía a Sánchez por el desfiladero de fans que desemboca allí donde está montado un mitin de aire improvisado.

Espontaneidad por bandera. Un alma samaritana le ha tenido que ir a comprar una gabardina a Zara (Sánchez había llegado a Logroño a pecho descubierto) y el altavoz se resiste a funcionar. Sánchez tiene más suerte que Luena; a la segunda, acierta con el micrófono bueno y dirige un discurso bien construido a su entregado y escaso público, miembros de las variadas familias del PSOE. Por una vez sí coinciden en algo: su jefe tiene buena planta. «Es guapo, ¿eh?», afirma más que pregunta una militante a otra.

Paseo hasta la calle Laurel. De camino, le abraza y casi besuquea un antiguo dirigente del PR (quien le hace confidencias al oído) y se cruza con otro exalto cargo del PP, quien sorprende al periodista:«A mí Sánchez me gusta. No es mi candidato, pero me parece más sólido que los otros dos».

Los otros dos (Iglesias y Rivera) son la sombra que acompaña cada paso de Sánchez, a quienes nombra directamente en su intervención: para pedir el voto útil como toca al final de cada campaña y para uno de esos juegos de palabras que tanto le gustan. «Ciudadanos podría pensar más en las ciudadanas», ironiza a cuenta de la última polémica electoral sobre la violencia de género. Más sorpresas: la comitiva brinda en el Sebas en favor del presidente que traerá el AVE a La Rioja (Luena dixit)... pero se va sin catar su tortilla y se sienta en el Pata Negra. Sí, el día invita al asombro: el cronista se ha desayunado con una carta donde el mismo Sánchez le llama por su nombre. Una desconcertante misiva donde le supone a punto de irse de España, sufriendo por una beca denegada o quejoso por un empleo temporal (todos lo son). Curioso modo de pedir el voto, pero acorde con una campaña muy rara: el PP fía su suerte a Rajoy en el papel de Mr. Bean y el PSOE quiere que el suyo gane porque parece buen tipo y da penilla. Hasta hay que comprarle la gabardina.

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