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Carmelo Fernández y Ángel Martínez Sanjuán, en una pegada de carteles de 1982. :: la rioja
Aquellas madrugadas de cola y cartel

Aquellas madrugadas de cola y cartel

Martínez Sanjuán y Espert recuerdan los tiempos en los que la comunicación política era a golpe de pegada de carteles

Luis J. Ruiz

Domingo, 6 de diciembre 2015, 11:25

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Circula por Internet una receta de pegada de carteles. Cuatro ingredientes: «Un carrito o similar (con ruedas y espacio en su interior); un cubo de fregona o similar (con asas y con capacidad para mucho líquido);dos cepillos de barrer con buenos mangos;y un paquete de cola (da para tres o cuatro cubos)». Alerta la receta de que, en elecciones, la cola se agota, por lo que hay que ser previsor. También dice que hay que tener claro dónde pegar y explica, pormenorizadamente la táctica:encolar la pared, pegar el cartel y encolar el cartel. Yvuelta a empezar.

Ese manual no lo necesitan ni Ángel Martínez Sanjuán (PSOE) ni Joaquín Espert (PP). Dos veteranos de la política riojana que, en tiempos, se entregaron a madrugadas de cola y cartel durante las que decoraron las calles de La Rioja. Era la única forma de comunicación política. ¿Internet? Hubo un tiempo en que todo funcionaba sin Internet.

«Ahora todo es bastante diferente», defiende Martínez Sanjuán. «Antes el único instrumento que teníamos era el cartel, la única forma de comunicación con el ciudadano. Ahora se hacen pegadas virtuales, electrónicas». Internet viene a facilitar un poco las cosas. O al menos hace que la campaña sea menos exigente. «Ahora el candidato se saca la foto y se va a hacer otra cosa. Entonces estábamos hasta las dos o las tres de madrugada. Era más de infantería».

También recuerda aquellos días con cierta añoranza. «Era el inicio de una fiesta» y la única opción de darse a conocer: «No teníamos casi financiación. Todo era muy intenso y apasionante», y no exento de riesgos:«Una vez estuvimos a punto de caernos de una marquesina en la Plaza de Abastos y, en El Espolón, una caja de registro de un semáforo nos dio una descarga».

Con él coincidió Joaquín Espert, que lo recuerda como algo lejano:«Ahora no sé cómo serán, que no voy», dice entre risas apuntando campañas que empezaban en el corazón de Logroño, «en la esquina de Miguel Villanueva con Vara de Rey. Poníamos unas pantallas, citábamos a los medios y pegábamos los carteles». No lo echa de menos. Tampoco pasear por Logroño y verse reflejado en todas las paredes. «Ya lo he olvidado (ríe), pero era una exposición pública constante. La gente ya se va olvidando, pero antes...»

«No lo echo de menos, en absoluto», ríe Espert, que no recuerda madrugadas muy largas. «Pegábamos algún cartel, hablábamos con los medios y nos retirábamos». Por delante estaba una campaña intensa: «En todos los pueblos querían mitin;nosotros preferíamos un paseo para hablar con la gente... Sobre todo porque al mitin sólo van los convencidos (ríe)».

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