El desierto de lo real

La consigna por lo tanto es sangre fría, recomponer la figura luego del impacto observado el lunes. No ayudó a mantener la compostura conocer por la prensa la fuga de Mónica Figuerola, quien podía haber elegido otro día para irse, ni la sensación de desconcierto que pobló ciertas esferas gubernamentales durante 24 horas que para muchos parecieron eternas. Pero el martes la agenda del Gobierno volvió a fluir con la frecuencia más o menos habitual y en el PP volvieron a sonreír. Cosa distinta es la lectura interna. En el seno del partido gana peso la idea de que las urnas votaron cambio. Votaron cambio aupando a formaciones emergentes y votaron cambio en dirección hacia el PP. Y cambios pidió la única voz ajena a Sanz y Cuca Gamarra que el jueves elevó su voz en la reunión de la cúpula. Fue la voz de un histórico del PP, de escasa influencia, pero que resume la idea que en privado suscriben ciertos dirigentes. Leer con detalle cómo votó La Rioja (es decir, quién no acudió a votar, cómo se comportó el elector según su edad: la letra pequeña del 24M) fue la conclusión central del cónclave, ventilado en apenas media hora. Así que más que sangre fría, hubo ni frío ni calor: bienvenidos al desierto de lo real.