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RAMÓN GORRIARÁN
Domingo, 24 de mayo 2015, 08:43
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Albert Rivera, pese a ciertos resbalones, ha sido el vendaval de la campaña electoral. En enero su partido tenía una intención de voto irrelevante y a él le conocían en su casa, Cataluña, y poco más. Cinco meses después, Ciudadanos es una de las cuatro grandes fuerzas políticas y él es uno de los líderes más acreditados del país. Sus principales rivales, PP y Podemos, hablan de operación de marketing alimentada en términos económicos por las empresas del Ibex-35 y grupos de comunicación. Rivera ignora esas suspicacias.
El presidente de Ciudadanos se ha vaciado en la campaña para las votaciones de hoy. Aunque no sean las suyas, Rivera se las ha tomado como un banco de pruebas a escala nacional y por eso ha arriesgado como nadie con propuestas económicas, políticas y sociales que han motivado casi los únicos debates electorales. A saber: frenazo al AVE, supresión del IVA superreducido, eliminación del Concierto Económico del País Vasco y Navarra, regularización de la prostitución y jubilación para los políticos de más de 40 años por, dice Rivera, su incapacidad para llevar a cabo la regeneración democrática.
Su objetivo es que Ciudadanos supere a Podemos y se convierta en la tercera fuerza nacional para contar con una sólida plataforma ante su gran examen, que no es el de este hoy, sino el de las elecciones generales. Es ambicioso y sueña con instalarse en la Moncloa, aunque a estas alturas del partido pueda sonar a fantasía.
Rivera engorda esas ilusiones con la comprobación de que tiene mejor cartel fuera de Cataluña que en su casa. En las municipales de esa comunidad, Ciudadanos se mantendrá en posiciones secundarias aunque logre algún resultado de relumbrón, como es posible que ocurra en Barcelona. Aunque una cosa ha logrado en su tierra, ser el estandarte del antisoberanismo, papel que el PSC y el PP no han podido ni han sabido ejercer.
Pactos imposibles
Su crecimiento como líder y el de su partido va a depender en buena medida de sus movimientos en la política de pactos que se abrirá a partir del lunes. Dos cosas tiene claras: Ciudadanos no va a gobernar allí donde no sea el más votado y que algunos acuerdos son imposibles, como respaldar a Esperanza Aguirre en Madrid y a Rita Barberá en Valencia, para él, paradigmas de la corrupción.
Quiere demostrar que liberalismo, regeneración y centroizquierda son conceptos compatibles dentro de un mismo proyecto político. Es lo que ha intentado con las propuestas de esta campaña. Es optimista, pero con los pies en el suelo y sabe que si no obtiene un buen resultado, sus opciones de llegar a la Moncloa bajarán muchos enteros. Aunque apuesta a que no va a ser así.
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