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Ciudadanos venezolanos esperando a retirar dinero en una sucursal de BBVA en Caracas el año pasado. :: afp
Venezuela atrapa a las multinacionales españolas

Venezuela atrapa a las multinacionales españolas

La suspensión de pagos agrava la caída de una economía que ya no representa ni un 1% del negocio de las grandes firmas La hiperinflación del país obliga a Telefónica, BBVA o Repsol a permanecer allí para no malvender sus negocios por los que apenas obtendrían dinero

JOSÉ M. CAMARERO

Domingo, 19 de noviembre 2017, 00:30

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madrid. A pesar de los efectos financieros que puede tener la reciente declaración de 'impago selectivo' para la deuda pública de Venezuela, tal y como lo han anunciado esta semana las agencias de calificación Standard&Poor's (S&P) y Fitch, la pésima nota creditica que estas firmas otorgan a la gestión del Gobierno de Nicolás Maduro solo supone un bache más en el complicado camino por el que transcurren las empresas españolas con presencia en el país bañado por el Caribe.

La resignación es el término que mejor define la actitud de corporaciones que aún mantienen actividad en ese territorio, otrora uno de los puntos de referencia económico de América Latina: Telefónica, BBVA, Mapfre, Meliá, Duro Felguera, Elecnor y Repsol configuran el grueso de las multinacionales con más intereses en el país.

Pero todas ellas se enfrentan a un problema común: la hiperinflación. «Los precios de los productos y servicios básicos se duplican semana tras semana», indica Robert Tornabell, profesor de Esade. Para el próximo año, el FMI estima que la subida de precios será superior al 2.500% (la de España, por ejemplo, alcanzaría el 1,4%). «La gente corre para comprar porque los costes se disparan por minutos y se ha creado una nueva profesión, la de quienes esperan haciendo cola por las noches a las puertas de las tiendas», explica Tornabell. Esta realidad microeconómica tiene un fiel reflejo en el campo empresarial: los ingresos que obtienen las multinacionales por su actividad en Venezuela quedan reducidos a su mínima expresión porque la divisa del país -el bolívar- está tan devaluada que en su transformación a dólares -la moneda más usada en las transacciones internacionales- pierde casi todos su valor. Por eso, para la mayor parte de esas corporaciones «es más costoso salir del país que quedarse», apunta Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano.

En 2016, el crudo ocupó la mayor parte de los 453.000 millones invertidos desde EspañaLas agencias de 'rating' han avisado de posibles impagos de PDVSA, el pilar económico del país

Aunque no lo indican expresamente, estas multinacionales «han asumido los riesgos que tienen y solo se limitan a subsistir allí», señala Malamud. Porque irse sería poco menos que «malvender sus activos», según apunta este experto: apenas obtendrían dinero por esos negocios si los transmitieran al Ejecutivo de la República Bolivariana.

Ese es el origen del enclaustramiento que sufren las compañías, en cuyas cuentas cada vez influye menos la actividad venezolana, porque han ya provisionado todo el impacto que la hiperinflación les ha provocado y porque se limitan a mantener el negocio ordinario que tenían allí históricamente, cuando no a reducirla en la medida de lo posible para evitar males mayores.

Ingresos venidos a menos

En el caso de Telefónica, su actividad en el país presidido por Nicolás Maduro representa menos de un 1% de su resultado bruto operativo. Y en sus últimas cuentas, de entre enero y septiembre, la operadora se ha apuntado un deterioro de 124 millones de euros de su fondo de comercio (el valor inmaterial de una empresa marcado por su prestigio, experiencia, clientela, etc.). La firma aún atendía a finales del año pasado a 11,5 millones de accesos (fijos, móviles, televisión, etc.).

Por una situación parecida atraviesa BBVA. Al contrario de lo que Banco Santander hizo en su momento -en 2009 vendió al Gobierno de Hugo Chávez su negocio en el país por 755 millones de euros, 110 millones menos de lo que pedía el grupo presidido entonces por Emilio Botín-, BBVA mantiene un negocio que le ha drenado siete millones de euros en pérdidas hasta septiembre -según el tipo de cambio estimado por el grupo- frente a las ganancias superiores a los 2.642 millones que tuvo el banco presidido por Francisco González el año pasado en todos sus mercados.

La aseguradora Mapfre también está viendo cómo su negocio venezolano cada vez le aporta menos dinero. En el año 2008 el beneficio obtenido en Venezuela por la firma La Seguridad -filial del grupo-fue de 20,7 millones de euros. En el año 2016, apenas llegó a 1,4 millones, un 0,2% del total. Otras multinacionales como Meliá, Duro Felguera o Elecnor se ven obligadas periódicamente a adecuar sus cuentas para incluir los impactos de una economía lastrada por el alza continua de precios. En el caso de IAG -la matriz de Iberia-, su posición de caja en el mercado venezolano se encuentra en los 180 millones de euros, poco más del 1% de la capitalización consolidada del grupo.

La situación comercial es tan excepcional que las inversiones españolas en el país caribeño han sufrido importantes altibajos en los últimos años. Hasta junio llegaron allí poco más de 28.000 millones de euros, aunque en 2016 esa cifra se había disparado hasta los 453.000 millones, por las inversiones en el sector petrolífero, donde el protagonista español es Repsol.

El oro negro de Repsol

La exposición patrimonial de la compañía, cuyo consejero delegado es Josu Jon Imaz, a 30 de septiembre asciende a 2.131 millones de euros, que incluyen la financiación en dólares otorgada a las filiales del país. Su actividad allí se encuentra ligada a los negocios locales petrolíferos de la órbita de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), como Cardón, Petroquiriquire o Petrocarabobo, entre otras. De hecho, en octubre la compañía firmó un acuerdo con PDVSA para establecer una línea de crédito a largo plazo por 1.200 millones de dólares (unos 1.074 millones de euros). Por ahora, no se ha notificado ningún impago, a pesar de que Fitch ha constatado que PDVSA se ha retrasado en el pago de dos bonos que vencían en las últimas semanas. Para Joon Hyuk Heo, director de renta fija global en Mirae Asset, «no se espera un desbordamiento» de este problema a otros mercados emergentes porque la mayor parte de la deuda externa de Venezuela está en manos de China y Rusia».

Los expertos consideran que Repsol tiene una ventaja con respecto a los intereses de otras firmas españolas en Venezuela porque parte de la retribución que recibe no es en divisas sino en materia prima. José Ramón Pin, profesor del IESE, recuerda que el grueso de inversión neta realizada en ese país desde España el año pasado «la mayor parte corresponden a las actividades petrolíferas».

El futuro venezolano de la petrolera también depende de las decisiones que va tomando el Gobierno de Maduro al hilo de los problemas económicos. El crudo, verdadero pilar de su economía, está dando tantos disgustos como alegrías aportaba en la etapa de precios boyantes en los que el barril de Brent alcanzó los 140 dólares. Ahora, por debajo de los 62 dólares, apenas aporta ingresos al país. Y, como recuerdan los expertos, lo que es peor: se ha desmantelado toda una industria de profesionales de alta cualificación que sí han podido escapar al laberinto venezolano.

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