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CIUDADANOS DIGITALES DE SEGUNDA

El dirigismo público de la infraestructura digital da lugar a desigualdades territoriales

JULIO POMÉS ES PRESIDENTE DEL 'THINK TANK' CIVISMOJULIO POMÉS

Domingo, 25 de febrero 2018, 00:21

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El avance tecnológico es el motor más importante del crecimiento económico a largo plazo, más si cabe en un mundo globalizado. Esto obliga a rediseñar las políticas de vertebración territorial y la regulación, a nivel nacional y autonómico. Las 'carreteras' o 'puentes' del siglo XXI no son los de asfalto, sino los de fibra óptica, las redes inalámbricas y las torres de cobertura móvil. Es decir: la infraestructura física cambia porque se pasa de transportar materia a señales electromagnéticas.

Por tanto, el esfuerzo debe redirigirse desde los planteamientos tradicionales de obra civil hacia la digitalización. En este terreno, tiene un peso extraordinario la iniciativa privada. En el campo de la obra civil hay cientos de ejemplos que muestran cómo una empresa o un consorcio puede asumir el coste de obras caras y complejas, y reportar beneficios sociales.

En cambio, la regulación de un mercado como el de las telecomunicaciones genera conflictos. Fue el caso de España, donde se planteó mal el modelo de privatización de Telefónica por parte del Gobierno de Aznar. No es deseable que un factor productivo tan importante como la digitalización esté en manos de un monopolio público o privado establecido por el Estado, que siempre genera escasez y precios altos para el consumidor.

Un ejemplo de esta mala planificación es la enorme brecha en la infraestructura digital entre las grandes ciudades y los pueblos, especialmente en lugares alejados de las capitales, las salidas al mar o las fronteras principales. Según los últimos datos del INE (octubre de 2017), el tipo de núcleo urbano es una variable relevante a la hora de explicar las diferencias en el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC).

De los tres campos analizados (uso del teléfono móvil en los últimos tres meses, de internet y de internet para compras), el que menos disparidades exhibe es el primero, ya que es un bien de uso generalizado y en el que más esfuerzo se ha invertido en las dos últimas décadas. Incluso en regiones como Cantabria, Madrid, País Vasco y Navarra, el porcentaje de usuarios en pueblos de menos de 10.000 habitantes es superior al de capitales de provincia y ciudades de más de 100.000 habitantes.

Sin embargo, en el uso de internet, las ciudades grandes y los pueblos de Castilla-La Mancha, Galicia y Aragón presentan una diferencia de 15 a 18 puntos. Los pueblos de menos de 10.000 habitantes de La Rioja y Asturias se quedan por debajo de la media nacional, mientras que los de Cantabria, Murcia y la Valencia se hallan por encima. En el caso de compras 'online', las mayores desigualdades se dan en Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha (las regiones donde la cobertura de fibra óptica está por debajo del 35%, según el Informe de Cobertura de Banda Ancha. En el extremo contrario se sitúan País Vasco, Navarra y Baleares, que poseen una infraestructura digital más avanzada.

Es necesario desarrollar un marco favorable a la infraestructura digital en la España rural, de modo que el teletrabajo sea más factible y actúe como freno a la despoblación. El futuro es digital y por este reto hay que apostar.

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