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La banca se atraganta con su crisis

El rescate del Popular cierra otro capítulo de una reestructuración que aún no está completa

JOSÉ M. CAMARERO

Domingo, 11 de junio 2017, 00:05

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madrid. Hace cinco años, España protagonizó uno de los grandes rescates públicos del sector bancario en toda Europa, cuando la Administración inyectó miles de millones de euros en entidades como Bankia. Esta misma semana, España se ha vuelto a poner en el foco de la atención financiera comunitaria con el primer rescate de otro banco aplicando el nuevo procedimiento establecido en 2014, a través del Mecanismo Único de Resolución (MUR), por el que han sido los accionistas y los tenedores de deuda del Popular los que han cargado con el peso de la intervención, para después ser adquirido por el Santander.

Cuando parecía que la crisis bancaria ya se podía dar por terminada, los acontecimientos en el sector financiero siguen sucediéndose sin que nadie pueda asegurar cuándo tocará su fin. En una década, el país ha pasado de tener «el mejor sistema financiero del mundo», como afirmó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en 2009, a verse en el foco de atención con acontecimientos como el de esta misma semana. Evidentemente en 2017 la situación no es ni mucho menos la misma por la que atravesaba el sector a mediados de 2012, en plena crisis de confianza. «En este periodo, los bancos se han recapitalizado adecuadamente, a excepción del Popular», señala Fernando Gómez-Bezares, catedrático de finanzas de Deusto Business School. En el caso de la entidad presidida hasta el pasado martes por Emilio Saracho, «se dejó ir deteriorando su situación y la puntilla ha sido la falta de liquidez por la salida de dinero», recuerda Gómez-Bezares.

Desde el sector bancario reconocen que, aunque España ha sabido capear la crisis financiera durante estos últimos ejercicios, «algo no ha funcionado bien, porque se sabía que Popular iba a tener que realizar grandes provisiones», indica Santiago Carbó, catedrático de Economía de CUNEF. Este experto afirma que «no se cogió el toro por los cuernos por parte de la propia dirección o de los organismos reguladores». Al final, ampliación tras ampliación de capital -la última fue hace 12 meses, cuando pidió al mercado 2.500 millones-, la entidad llegó a un punto de no retorno del que no ha podido salir. La situación actual del sector bancario dista enormemente de la que protagonizaba en medio de la crisis financiera, económica y hasta de la propia zona euro. «Afortunadamente el capítulo del Popular ha ocurrido cuando el sector ya se encuentra completamente reestructurado», indica Santiago Carbó.

Tras la absorción del Popular por parte del Santander, aún quedan algunos capítulos por resolver en el sector financiero. Esta misma semana, la séptima entidad del ranking bancario español, Liberbank, sufría los envites bursátiles de los inversores, que han ido abandonando el valor en el mercado, hundiéndolo más de un 50% en apenas un mes. Desde la entidad insisten en que siguen cumpliendo sus objetivos y que continúan reduciendo las tasas de mora, el nivel de activos improductivos y saneando sus cuentas. En el otro extremo se encuentra Unicaja, el grupo de origen malagueño que ha anunciado recientemente su salto al parqué como condición indispensable para captar fondos y, sobre todo, cumplir con la normativa que le obliga a ello o, en su caso, a realizar muchas más reservas por parte de su fundación -el accionista de la antigua caja- para mantener el negocio.

Otros capítulos a resolver, cuyo movimiento sí que se dejará notar en el resto del sector, es la definitiva integración de Bankia y Banco Mare Nostrum (BMN), una operación que ya se encuentra en fase de estudio y que previsiblemente debería estar completada para antes de final de año. Caso aparte es el de Kutxabank, cuyos gestores siguen optando por mantener su actual estructura, con las fundaciones de BBK, Vital y Kutxa controlando el grupo, y sin la necesidad de salir a Bolsa.

Son dos variantes de un mismo sistema que se ha transformado internamente, pero que, sobre todo, ha modificado la estructura bancaria de cara a los clientes. De las casi 50 entidades financieras que convivían hace apenas una década, incluidas las cajas de ahorro, el mercado cuenta ahora con poco más de una decena de firmas. Y el Banco de España sigue advirtiendo que la concentración del sector es indispensable para afrontar mejor su futuro. Es decir, más fusiones, pero no forzadas, como ha ocurrido en el caso del Popular.

Para Jorge Soley, profesor de IESE, «los bancos se van a seguir reduciendo porque tiene que haber más concentración». Este experto considera que, por las características del trabajo que desarrollan, «deben contar con grandes volúmenes de capital, porque cada vez se genera menos dinero con las actividades tradicionales». Soley indica que España va hacia un modelo similar al que existe en otros países de nuestro entorno, «con tres o cuatro grandes entidades bancarias, y algunas pequeñas, pero no más». Comparte este análisis con Fernando Gómez-Bezares, quien considera que «tienen que seguir afrontando un panorama que será complicado». Y para Robert Tornabell, de ESADE, de entre las entidades más pequeñas que aún se mantienen vivas «les quedan asignaturas pendientes, aunque es cierto que por su menor tamaño no serán problemáticas».

De las fusiones surgirán, sí o sí, nuevos recortes de personal. «Desgraciadamente, nos vamos a tener que acostumbrar a los ERE porque la banca tiene un exceso de capacidad muy importante», señala Fernando Gómez-Bezares. Liberbank ha sido la última entidad en anunciar otro recorte de plantilla que podría superar los 500 trabajadores. La duplicidad de sucursales se está uniendo a la mayor demanda de la operativa digital por parte de los usuarios, lo que lleva a las entidades a aplicar reestructuraciones de plantilla, a pesar de que en la última década el sector ha visto cómo se ha reducido el número de trabajadores casi a la mitad, hasta quedarse en los poco más de 194.000 que se registraban hasta 2016, según el Banco de España.

La otra gran consecuencia de la crisis bancaria la soportan los propios clientes, al ver cómo se reduce su capacidad de elección de banco. «Al haber más concentración provoca que los clientes tengan menos capacidad para moverse. Ya lo vemos en los depósitos, donde no nos están pagando nada. Y si quieren comprar algo, tiene que ser el fondo de inversión o el plan de pensiones de la propia entidad, porque es donde más ganan en comisiones», destaca Robert Tornabell.

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