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La pesadilla que persigue al ministro desde hace cinco años

Montoro ha afrontado la crítica unánime de la oposición y la indignación social por los implicados en casos de corrupción que usaron la amnistía

D. VALERA

Viernes, 9 de junio 2017, 23:57

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Madrid. Nada más llegar al Ministerio de Hacienda a finales de 2011, Cristóbal Montoro tuvo que tomar medidas impopulares, como una fuerte subida de impuestos o la supresión de una paga extra a los funcionarios. Sin embargo, ninguna de esas acciones le ha perseguido tanto ni ha generado un rechazo tan unánime como la aprobación de la amnistía fiscal en 2012. Una pesadilla que persigue al titular de Hacienda desde entonces y que el fallo del Constitucional ha vuelto a agravar.

La amnistía suscitó desde el principio el rechazo de todos los partidos de la oposición, pero también de trabajadores de la propia Agencia Tributaria. Así, la Organización de Inspectores de Hacienda (IHE) y del Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) combatieron activamente la medida y han celebrado el fallo del Constitucional. La guerra lingüística también cobró importancia. Montoro, y por ende todo el Gobierno, nunca ha aceptado el término de amnistía fiscal y siempre usa el tecnicismo de regulación extraordinaria. Una batalla, por supuesto, perdida.

Los reproches se multiplicaron al conocer que el gravamen que se aplicaría a las rentas regularizadas no sería el 10% inicialmente previsto, sino el 3%. Una rebaja que el Gobierno se vio obligado a hacer por el bajo número de contribuyentes acogidos hasta ese momento. Aun así, no fue un atractivo suficiente y apenas se recaudaron 1.200 millones, la mitad de lo previsto. La presión de Ciudadanos para revertir esa rebaja de gravamen -fue una condición para apoyar la investidura de Mariano Rajoy- no ha tenido éxito.

Pero, sin duda, el mayor dolor de cabeza de Montoro han sido la retahíla de nombres de implicados en casos de corrupción -Luis Bárcenas, Rodrigo Rato, la familia Pujol, Francisco Granados- que se acogieron a la amnistía y que han generado una tremenda indignación social y el mayor desgaste para el titular de Hacienda.

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