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El exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ayer a su llegada a la Audiencia Nacional. :: efe
Fernández Ordóñez afirma que nadie le habló de la «inviabilidad» de Bankia

Fernández Ordóñez afirma que nadie le habló de la «inviabilidad» de Bankia

El que fuera gobernador del Banco de España tacha el aviso de «error» y niega posibles presiones políticas pero apunta a la CNMV en la salida a Bolsa

J. A. BRAVO

Viernes, 17 de marzo 2017, 00:47

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El que fuera gobernador del Banco de España (BdE) durante la etapa del nacimiento de Bankia y su polémica salida a Bolsa, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, demostró ayer que en los juzgados sabe moverse casi tan bien como en la política. Uno de los otrora hombres más poderosos de la economía del país comparecía como investigado (figura jurídica que antes se conocía como imputado) para esclarecer aquellos hechos y, con firmeza, trató de convencer al juez Fernando Andreu, instructor del llamado 'caso Bankia', de que su cuantioso rescate (22.424 millones de euros), más que forzoso, fue algo «natural».

Poco más de una hora estuvo Fernández Ordóñez declarando en la Audiencia Nacional, tiempo suficiente para contestar sobre el motivo principal de su citación -los cuatro correos que en abril de 2011, tres meses antes de su estreno bursátil, mandó el jefe de los inspectores del BdE empotrado en el banco hoy nacionalizado denunciando sus graves problemas- y aprovechar para, de paso, defender su gestión en este delicado asunto porque, según él, «el sistema no estaba preparado entonces para afrontar una situación tan especial como la de Bankia».

Según fuentes jurídicas, el exgobernador no asumió responsabilidad alguna en su quiebra, y menos aún en su nefasto devenir en el mercado, e incluso se mostró «orgulloso» de su labor ante una crisis bancaria «generada años atrás», en parte, debido a la «escasa» regulación financiera que existía entonces.

Fernández Ordóñez quiso hacer ver que el rescate de Bankia fue fruto de un cúmulo de factores, desde la crisis internacional de 2008 a la recesión española de 2012, pasando por los problemas de la deuda soberana y la propia burbuja inmobiliaria. Pero ello, según él, no tiene que ver con que se diera una información mejor o peor a los inversores.

Al BdE le correspondía -apuntó- comprobar que los activos del banco estaban bien valorados, «cosa que hicimos», mientras que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) «debe velar por los inversores», dijo en respuesta velada a que el lunes su homólogo en el regulador bursátil -el expresidente Julio Segura, también investigado junto a su entonces 'número dos- descargó sobre el supervisor bancario la responsabilidad de comprobar si los números eran correctos. El último mensaje que el exgobernador quiso lanzar en el juzgado fue que no hubo presiones políticas favorables a la salida a Bolsa de Bankia. «No he hecho nunca gestiones en favor de mis supervisados -afirmó- y, además, estoy seguro de que nadie más lo ha hecho». «La única presión era de los decretos», coincidió su entonces 'número dos', Javier Ariztegui -también citado ayer como investigado- en referencia a la reestructuración bancaria y el reforzamiento de los recursos propios.

«Hicieron bien» en no avisar

A la hora de hablar de los controvertidos correos de José Antonio Casaus, responsable de los inspectores que revisaron Bankia durante meses, Fernández Ordóñez confirmó lo declarado en los últimos días por sus principales colaboradores. Nadie se los mandó y, según él, «hicieron bien porque no tenían por qué hacerlo».

Sin embargo, entró en contradicción al afirmar, de un lado, que «nadie me dijo lo de la inviabilidad de Bankia» -uno de los principales avisos que daba Casaus- y, por otro, señalar que sus advertencias estaban «equivocadas» pese a sostener que no las había leído. Ello no fue óbice para que sostuviera ante el juez que dichos mensajes contenían «errores de apreciación» en contraposición con otras informaciones «con mayor fundamento» que recibió sobre algunas de las entidades que formaron Bankia, como Bancaja.

Tanto él como el exsubgobernador Ariztegui insistieron en que prestaron «la máxima atención» a Bankia aunque eso no impidió su caída posterior. «Las pruebas de resistencia con un puente -apuntó en un símil de ingeniería- no evitan que venga un terremoto y lo rompa».

Frente a ellos, el inspector José Antonio Casaus -llamado a última hora como testigo para rebatir los reproches de la antigua cúpula del BdE- afirmó que, lejos de ser meras «opiniones de futuro» -como las tachó el martes su jefe entonces, Pedro Comín- sus conclusiones estaban «muy pensadas, consensuadas y meditadas» y, además, con todo su equipo.

Dijo que «nadie» discutió su diagnóstico del grupo Bankia-BFA, que «estaba muerto» -el primero, apostilló con ironía, es «el banco malo» y el segundo «muy malo»- porque la entidad financiera «no generaba resultados» y, según él, «era una máquina de perder dinero». Reconoció, eso sí, que mezcló «algunas reflexiones propias» con «cosas concretas».

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