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LUCÍA PALACIOS
Domingo, 12 de marzo 2017, 00:15
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Seguramente su precocidad laboral ha marcado su trayectoria profesional. Y es que Ignacio Fernández Toxo (El Ferrol, 1952), casado y con dos hijos, empezó a trabajar con apenas 15 años como electricista metalúrgico en el astillero naval de Bazán, uno de los más emblemáticos. Pronto dejó aflorar su perfil sindicalista y apenas un lustro después, siendo un veinteañero, participó activamente en la huelga general de 1972, hecho por el que fue despedido de la empresa e incluso encarcelado.
Tras salir de prisión vivió de forma clandestina cuatro años, otro hecho que le marcó y que podría estar detrás de su carácter reservado. Los que le conocen bien admiten que les cuesta interpretar algunos de sus gestos, aunque resaltan su madurez, templanza y capacidad de escucha. En 1977, con la Ley de Amnistía, recuperó su empleo y alcanzó la presidencia del Comité Intercentros de Bazán.
Con 35 años accedió a la Secretaría General de la Federación del Metal de CCOO, una de las más fuertes de la organización, cargo que desempeñó hasta el 2004 y que le permitió formar parte desde 1987 del Consejo Confederal, máximo órgano del sindicato entre congresos. En esos 17 años al frente de lo que luego resultaría la Federación Minerometalúrgica tuvo que lidiar con la reconversión industrial.
En noviembre de 1999 anunció su candidatura para dirigir CCOO, pero el entonces secretario general, Antonio Gutiérrez, mostró su predilección por José María Fidalgo y Fernández Toxo tuvo que dar un paso atrás para no quebrar la unidad. Tras su reelección en el 2004, el primero incorporó al segundo a la comisión ejecutiva como responsable de Acción Sindical y Políticas Sectoriales. Pero la convivencia no fue fácil, si bien participó en la comisión de seguimiento del diálogo social y negoció con la patronal el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva.
Triunfó en la división
En el 2008, en una organización ya claramente dividida y con una posición muy crítica respecto a la actuación de Fidalgo, Toxo le disputó la Secretaría General y salió elegido con solo 28 votos de diferencia. No obstante, terminó integrando a parte de la otra candidatura para tratar de cohesionar así un sindicato que, cuatro años después, le reelegiría ya por una inmensa mayoría, con un 85% de los votos.
En estos ocho años al frente de CCOO, Toxo ha evolucionado hacia la moderación y el pragmatismo desde sus orígenes de ultraizquierda, convirtiéndose en un hábil negociador. Pero algunos de los acuerdos de su primer mandato, como la reforma de las pensiones del 2011, no fueron entendidos por una parte de las bases del sindicato pues se endurecían las condiciones para la jubilación. Lo hizo, dice, para sostener el sistema público aun a costa de la incomprensión.
A lo que sí se opuso con firmeza y rotundidad fue a la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en el 2012. Su objetivo principal desde entonces ha sido abolirla, aunque de momento sin éxito. De hecho, dos de las tres huelgas generales impulsadas con Toxo al frente de CCOO estuvieron motivadas por dicha ley.
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