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Días salvajes. «Hoy sigue habiendo desmadre pero es mucho más discreto».
«Trump es un santo comparado con mis jefes»

«Trump es un santo comparado con mis jefes»

«En mi planta el 90% de los empleados tenía alguna relación con la cocaína y el 40% la consumía a diario»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 16 de octubre 2016, 00:37

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Este inglés de 37 años, hoy retirado en Texas con esposa y dos niños, se hizo famoso por airear en Twitter los racistas, machistas y clasistas chistes de ascensor de los brókers de Wall Street: «Mi trituradora de papel come mejor que el 90% de la población mundial, ja, ja, ja...». En su paso por importantes bancos e inversoras de Londres, Nueva York y Hong Kong, LeFevre participó en corruptelas, orgías, y noches salvajes de sexo y cocaína. Todo ese lodazal lo vierte sin pudor en el libro 'Directo al infierno' (Deusto), porque... «si te tiene que llevar el diablo, que te lleve en limusina».

No tengo claro si alardea de ello o se arrepiente.

No voy a venir con el cuento de que lo que he visto me ha hecho mejor persona. Que cada uno saque sus conclusiones.

La mía es que, de ser cierto lo que dice, el dinero de mucha gente está en manos de degenerados.

Ha habido libros como este antes y la respuesta de la banca ha sido siempre que eso era ficción, que los corruptos son dos o tres. Bueno, pues mi experiencia es diferente. Yo he estado justo en medio de todo. Al trabajar en el 'syndicate desk' he tratado directamente con banqueros, clientes, vendedores... Y en tres continentes distintos.

¿Y su conclusión?

Que la cultura dominante en las finanzas es muy parecida a la que describo en mi libro: Mucha corrupción y excesos. En mi oficina he visto racismo, sexismo, chanchullos. Y fuera he visto alcoholismo, drogadicción. He visto de todo.

¿Cuál es la causa de tanto desmadre?

Vives fuera de la realidad y pierdes la noción de lo que está bien o mal. Tienes 25 años y te pagan 500.000 dólares, pero te amarga que el que está por encima de ti gane 800.000. Te incentivan de tal forma para darle beneficios a la empresa que haces lo que sea por conseguirlo, desde robar información privilegiada a invitar a un cliente chino a un viaje loco a Macao. Lo que sea.

Cuenta que antes de una reunión usted y sus colegas se examinaban la nariz por si a alguno le sangraba...

Consumíamos cocaína en la oficina. En la planta de ventas yo diría que el 90% de mis colegas tenían relación con las drogas. Y alrededor de un 40% las usaba a diario.

Hay brókers de Wall Street que le desmienten.

En toda oficina hay un tipo que no se entera. Y suele quedarse atrás por no participar en la fiesta. Tuve un amigo en Morgan Stanley que siempre se marchaba pronto a casa. Se perdió muchos negocios en China porque los clientes le consideraban aburrido. En Asia puedes pagar drogas y prostitutas con la tarjeta de credito, luego te lo reflejan en la factura como si se tratara de una cena cara. La empresa lo sabía.

Y en España nos escandalizamos con las tarjetas 'black'...

En la cultura de Wall Street eso era normal. Hoy con la crisis sigue habiendo desmadre, pero es mucho más discreto.

Supongo que el vídeo de Donald Trump no le ha sorprendido.

Claro que no. Trump es un santo comparado con mis jefes. Tuve uno en Londres que solo entrevistaba a las chicas. Lo llamaba el Proyecto de Purificación de la Oficina. Esa cultura de vestuario, de machos, la he visto en muchos ámbitos.

Nadadores de élite que destrozan una gasolinera, futbolistas que graban vídeos sexuales...

Exacto. Está más extendida de lo que parece. Cuando trabajas bajo un estrés altísimo luego se refleja en tu nivel de desmadre.

¿Por eso ha posado en una foto con dos ametralladoras?

No soy un tirador activo, pero he disfrutado de las armas ocasionalmente y no estoy en contra de ellas.

¿Es usted el nuevo 'Lobo de Wall Street'?

Me frustra que se compare mi libro con 'El lobo de Wall Street' porque no tiene nada que ver. 'El lobo...' habla de chicos malos que cometen crímenes y se comportan como estrellas del rock. Y yo hablo de gente de buena familia, buena universidad, que trabajan en grandes compañías, con clientes de las mejores empresas del mundo, y que aún así se comportan como salvajes movidos por la avaricia y los excesos.

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