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La reconversión del empleado de la banca

La crisis ha aumentado la presión para cumplir los duros objetivos de venta de productos mientras se ajustan plantillas

A. BARANDIARAN

Domingo, 17 de abril 2016, 00:58

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bilbao. Al empleado de la banca se la ha considerado tradicionalmente un privilegiado por ventajas como los horarios, la estabilidad o los salarios. Pero sus condiciones laborales no han permanecido inmunes a la crisis y la profunda reestructuración del sector, un ajuste que aún no ha terminado. Empleados de distintas entidades, que han relatado su experiencia bajo condición de anonimato, coinciden en que lo peor es la creciente presión para cumplir con los cada vez más duros objetivos de venta de productos. Con los tipos de interés cercanos a cero y la debilidad de la demanda, los márgenes del sector se han deteriorado mucho y la única forma de rascar algo de rentabilidad pasa, en gran medida, por colocar a los clientes seguros de todo tipo, fondos de inversión, planes de pensiones... De hecho, las comisiones por comercializaciones aumentaron un 14% en 2015 hasta los 4.210 millones.

«Antes de la crisis te entraba el negocio por la puerta. Ahora ya no. Hay que salir a buscarlo. Nosotros tenemos equipos que se dedican a patear la calle para captar clientes», relata un empleado de Kutxabank. «No queda otro remedio que llamar y llamar. El banco te marca la dirección. En estos momentos hay mucha presión para vender seguros», comenta una trabajadora de Caixabank. «Lo más duro es que te someten a un control casi diario de las llamadas que has hecho y los resultados que has obtenido. Hasta tenemos un ranking que nos clasifica según las ventas conseguidas. A los que están a la cola se les da un toque», añade una empleada del BBVA.

Ella, que lleva décadas en el banco, es una buena testigo de la transformación experimentada en las tareas a desempeñar. «En los 70 hacíamos todo con bolígrafo, manualmente. Ahora el trabajo administrativo casi ha desaparecido y es cuestión de tiempo que la caja se suprima por completo», explica. La banca está volcada en la digitalización. «Se trata de que el cliente realice las transacciones sencillas como el pago de recibos o las transferencias a través de los cajeros e internet. Así se puede emplear toda la fuerza de la red para asesorar y vender productos», añade. Según datos de Caixabank, solo el 7,2% de las operaciones se hacen ya en las oficinas frente a un 54,3% por internet y el móvil.

Uno de los mitos que se ha caído en los últimos años es ese de que trabajar en un banco era «para toda la vida». El ajuste en esta crisis ha sido brutal porque había que depurar una expansión salvaje durante el 'boom' inmobiliario. Se han cerrado más de 15.000 oficinas (un 33% del total) y recortado plantillas en 80.000 personas, un 28%. Esta primera reestructuración se derivó de las fusiones y absorciones de las entidades con problemas, de forma que los grandes grupos bancarios pasaron de 55 a 14. Ahora los empleados tienen menos edad -aunque la media en Caixabank es aún de 44 años, y en Kutxabank de 42, por ejemplo- y hay más mujeres.

Segunda reconversión

Ahora se habla de una segunda reconversión motivada por la necesidad de recortar gastos para compensar la caída de ingresos y también por la digitalización, pues cada vez se opera más desde el móvil. El nuevo ajuste ya ha comenzado. Santander anunció un recorte de 1.660 empleos y el cierre de 450 sucursales; Ceiss quiere reducir un tercio su plantilla; Caixabank hará cerca de 450 prejubilaciones. Y el BBVA vaticina que a largo plazo podrá funcionar con un 25% de su red actual.

«España es el país de la UE con oficinas más pequeñas (6 trabajadores por sucursal) y ese modelo no es aconsejable a largo plazo. Además, es el segundo país de la UE (sólo por detrás de Chipre) con más densidad de la red», explica Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie. Pero Juan José Giner, secretario general del sector financiero de CC OO, no comparte esta visión. «En el ratio de empleados por habitantes estamos a la cola de la UE. Para dar crédito a las pymes hacen falta profesionales bien preparados y eso no se puede digitalizar».

Hasta ahora el ajuste de empleo se ha llevado a cabo, mayoritariamente, por vías no traumáticas como las prejubilaciones o las bajas incentivadas.

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