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Sede del Banco Central Europeo en Fráncfort. :: L.R.
Cuatro años de Draghi,  el salvador de España

Cuatro años de Draghi, el salvador de España

El italiano ha dado un giro de 180 grados al timón del BCE en el peor momento de la Eurozona asumiendo enormes riesgos como enfrentarse al temido Bundesbank

ADOLFO LORENTE

Domingo, 1 de noviembre 2015, 01:12

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La España de los recortes, la España del hachazo fiscal a sus contribuyentes, la España del rescate financiero, la España de la congelación de las pensiones, la España de la supresión de la paga extra a sus funcionarios, esa España atenazada por la Troika que ahora se examina en las urnas en plena resurreción liderando el crecimiento de la Eurozona, le debe mucho a una persona. Es italiana, nació hace 68 años y se llama Mario, 'Súper Mario Draghi'. Porque si lo sufrido por España durante estos últimos años de Gran Depresión ha sido muy duro, las dimensiones de lo que podría haber supuesto un rescate total del país habrían sido devastadoras. Miren a Grecia y suspiren. Se evitó, primó el mal menor, y si se logró se debió en gran parte al ambicioso y arriesgado papel que Draghi decidió tener al frente del hasta entonces germanizado Banco Central Europeo. El italiano se la jugó y hoy, cuando se cumplen cuatro años de su llegada al Eurobanco, el título es sencillo y por todos los expertos compartido: Draghi, el salvador de España, el salvador del euro.

Desde entonces, desde aquel 1 de noviembre de 2011, no es que haya llovido mucho en la Eurozona, es que todo han sido tsunamis. Uno tras otro y a cada cual más trascendente. Es el sino de la Europa que ha dejado Lehman Brothers: desorientada, dividida y anclada en el estancamiento secular. Todo son pelotas de partido, el ahora o nunca, el acuerdo o el abismo, pero si uno repasa lo ocurrido en estos cuatro años, hay notas más que positivas, como el giro de 180 grados que Draghi ha dado al timón del BCE. Porque si alguien dice en noviembre de 2011 que la institución está inmersa en un histórico programa de compra masiva de deuda pública (QE), que lo quiere ampliar y que tiene los tipos de interés al 0,05%, como mínimo le tacharían de loco y el adjetivo no admitiría duda: imposible.

«Si se le llama 'Súper Mario' es de forma merecida porque ha tenido un papel determinante para resolver la crisis de deuda soberana de parte de los países europeos. La famosa intervención con su célebre frase de hacer todo lo necesario para salvar el euro fue vital ya que supuso un punto de inflexión, lo que de paso alejó a España de un posible rescate», asegura Joaquín Maudos, catedrático de Economía de la Universidad de Valencia e investigador del IVIE.

En efecto, 2012 fue un año clave, decisivo. Aquel 26 de julio, un mes después de que el Gobierno de España pidiera formalmente el rescate financiero de hasta 100.000 millones, Draghi dio una conferencia en Londres, en el centro del mundo financiero. Y fue allí, de frente, en casa del 'enemigo', cuando pronunció el discurso que ya forma parte de los libros de Historia. 23 palabras, sólo 23, bastaron para salvar el euro. «Within our mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro. And believe me, it will be enough» ( («El BCE está dispuesto a hacer todo lo que haga falta para salvar el euro. Y créanme, será suficiente»). Lo fue.

Exige reformas estructurales

Las primas de riesgo cayeron bruscamente, las bolsas respiraron y los países con el agua al cuello, como Italia y España -tercera y cuarta potencia del euro-, comprobaron que ya no había vuelta atrás, que el BCE había mutado para siempre. El efecto balsámico de Draghi fue tal que el polémico programa de compra de deuda soberana (OMT) que el BCE había anunciado meses atrás, ni siquiera tuvo que ponerse en marcha para consuelo de una Alemania que ya comenzaba a tirarse de los pelos con un banquero italiano que está ganando por goleada al halcón más temido del Consejo de Gobierno, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.

Guste o no, en la UE siempre se empieza y termina hablando de Berlín, de su jefa, de la jefa: Angela Merkel. Es uno de los secretos del éxito de Draghi, como asegura Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano: «Es muy sibilino e inteligente y desde la persuasión, ha sabido ganarse la confianza de Merkel, convencerla de lo que había que hacer. Porque si después de aquel discurso de Londres la canciller dice que no lo comparte o que está muy preocupada, quizá todo habría sido diferente. Es decir, que Draghi sí salvó el euro, pero también Merkel».

Es una cuestión de confianzas, remarca Otero. Draghi consiguió la de la canciller y Angela Merkel tiene la del pueblo alemán, así que esta conexión ha sido fundamental para que el BCE diese ese paso hacia lo desconocido que tanto irritó a Weidmann y provocó la euforia en los países del Sur. No fue fácil. Y Merkel, de hecho, también se jugó en parte su reputación interna. Lo dijo Jacques Delors, uno de los padres fundadores de la Unión: «No todos los alemanes son creyentes; pero todos, en cambio, sí creen el Bundesbank».

Uno de los mejores termómetros para evaluar la trayectoria de Draghi al frente del BCE es analizar el sentir alemán. Llegó siendo loado por la Prensa germana definiéndolo como «el más alemán de los italianos», pero tras sus inicios -debutó a los días bajando los tipos un cuarto de punto hasta el 1,25%- y las radicales medidas tomadas en años sucesivos, le han degradado a ser «el más italiano de los italianos». 'Súper Mario' sonríe, siempre lo hace. «Tienen que entender que somos una institución de la que forman parte 19 países que integran el sistema, por importante que sea Alemania», insiste. Eso sí, es un ferviente defensor de las reformas estructurales que exige el ministro de Finanzas alemán, el no menos temido y respetado en su país, Wolfgang Schauble, así que este flanco también lo tiene más que cubierto.

¿Pero hasta qué punto Mario Draghi es responsable de este nuevo BCE o ha sido la coyuntura la que ha obligado a dar este giro de 180 grados? Dicho de otro modo, ¿El francés Jean Claude Trichet, su antecesor, hubiese hecho lo mismo? «Trichet no tiene el carisma de Draghi. Es más tímido, más rígido, más cauteloso. Creo que no», asegura Otero. «Es difícil saberlo», apostilla el economista Wojciech Golecki, perteneciente a CC/Europa, quien destaca la personalidad del italiano como elemento esencial de su gestión: «No habría que juzgarlo tanto por los efectos de las políticas acordadas por más de 20 miembros, sino por su capacidad de lograr acuerdos y su gran credibilidad ante los mercados, como demostró en 2012».

A veces, reacción tardía

«Su estrategia de comunicación ha sido esencial en la gestión de esta crisis», asegura la economista Silvia Merler a este diario. La analista del prestigioso think tank bruselense Bruegel asegura que el Banco Central ha sido «la institución del euro que ha reaccionado con más determinación» en esta crisis de tintes existenciales. Ahí está la unión bancaria para demostrarlo, el proyecto más relevante a nivel comunitario desde la creación del euro. Una unión, eso sí, aún incompleta al faltar el tercer pilar: un fondo de garantía de depósitos único. Draghi lleva meses empujando para que se consigue. Berlín no cede. Pero si tienen que apostar, háganlo por el italiano. Porque desde que llegó, han sido muchas las medidas tomadas y algunas de dimensión histórica, como el programa de compra masiva de deuda pública (QE) puesto en marcha el pasado marzo y que pretende inyectar 1,1 billones al sistema hasta septiembre de 2016, aunque Draghi volverá a sacar su bazuka el 3 de diciembre anunciando más estímulos al estar demasiado lejos el objetivo de mantener la inflación en torno al 2%. En este nuevo BCE «ya no se cuestiona casi nada», asegura Miguel Otero.

Pero en todas las historias de éxito también hay sombras. «A veces se ha reaccionado tarde», lamenta Maudos. Una opinión compartida por Merler, que pone otro factor de riesgo sobre la mesa: «Aunque las tensiones políticas dentro del BCE han sido controladas, las dudas sobre la extralimitación de su mandato pueden provocar más tensiones».

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