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La triple A descalifica a la Eurozona

Sólo Alemania y Luxemburgo salvan el honor de un bloque golpeado por las agencias de rating

ADOLFO LORENTE

Domingo, 24 de mayo 2015, 01:31

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Cuenta la leyenda que hubo un tiempo, no tan lejano, en el que en Europa dominaba el reino de la triple A. El paraíso de la confianza, de la solvencia, de la infalibilidad, de la seguridad plena. Qué tiempos. Pero llegó la crisis, el hundimiento de Lehman Brothers, y las fichas del dominó comunitario comenzaron a caer una tras otra empujadas por los mercados y unas agencias de calificación de riesgos que infravaloraron sin piedad la solvencia de la Eurozona. Hoy, en mayo del 2015, sólo dos países, Alemania y Luxemburgo, mantienen el tipo y salvan el honor del bloque manteniendo la máxima calificación de las tres grandes agencias internacionales: Fitch, Moody's y Standard & Poor's. Sólo dos de 19 países. El último en caer, en el mes de octubre, fue Finlandia, y el penúltimo, Holanda, en noviembre del 2013. La sangría, dolorosa, puede darse por acabada porque pensar que Alemania o el paraíso luxemburgués puedan perder la triple A es casi imposible. Sin embargo, el daño ha sido enorme, sobre todo en países como España.

Han sido años muy agitados en un Viejo Continente que desde el 2007 sigue sin caminar con paso firme por la senda de la recuperación. Años de nerviosismo, de duras acusaciones hacia unas agencias de rating neoyorquinas que no fueron capaces de vislumbrar la que se avecinaba y que, lejos de entonar su parte de 'mea culpa', señalaron a Europa sin complejos con bajadas de calificación de las deudas soberanas que contribuyeron a la postre a propiciar la era de los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre, además del rescate financiero de la quinta potencia de la UE y la cuarta del euro. Sí, España.

Las críticas políticas al papel de las agencias de rating han sido tan duras como inútiles. Para muestra, las declaraciones de la antigua comisaria de Justicia, Vivian Reding, que en verano del 2011 tachó a las tres firmas de conformar un «cartel» -dominan el 85% del mercado- y proclamó que «Europa no puede permitir que tres empresas privadas estadounidenses la destrocen». Más píldoras. El 6 de julio de ese año, en pleno ataque de los mercados y un día en el que Portugal acudía a los mercados a pedir dinero, Moody's bajó de una tacada cuatro escalones el rating de su deuda hasta situarla en el bono basura, lo que enfureció al entonces comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que manifestó sus «dudas sobre el comportamiento» de estas empresas.

Se confirmaron en diciembre del 2013. La Autoridad Europea de Mercados y Valores (ESMA) desveló que su investigación había destapado «deficiencias en el proceso de calificación soberana que podrían suponer un riesgo para la calidad, la independencia y la integridad de las calificaciones y del proceso de calificación».

Aquel torbellino de descrédito de la UE y, sobre todo, de la Eurozona, provocó que se reactivara con fuerza la vieja idea de crear una gran agencia de calificación de riesgos 'made in Europa'. Lo pidió la Eurocámara, la Comisión Barroso se puso manos a la obra, la todopoderosa Angela Merkel bendijo la idea y hoy, cuatro años después de aquel entusiasta toque de corneta, nada ha pasado.

De hecho, fuentes comunitarias de toda solvencia desvelaron a este diario que el nuevo Ejecutivo liderado por Jean-Claude Juncker ha decidido aparcar la idea de patrocinar la creación de una gran agencia de rating comunitaria por dos motivos principales. Uno, su elevado coste, que según diferentes estudios rondaría entre los 300 y los 500 millones. Y dos, porque una agencia pública comunitaria evaluando deuda pública «carecería de toda credibilidad de cara a los mercados». No obstante, la Comisión presentará antes de este verano y a finales del próximo año sendos informes ante el Parlamento Europeo para evaluar el estado de la situación en la UE, además de aportar su visión sobre la creación de la añorada agencia de calificación.

La clave, insisten estas fuentes, pasa por el sector privado. De hecho, ya ha habido movimientos entre las grandes firmas privadas europeas para analizar posibles escenarios -en España, Asexor es uno de los grandes referentes-, pero nada se ha concretado y el asunto, de fructificar, tardará todavía muchos años.

La vertiente política

Han sido años de vivir al límite, de esperar con nerviosismo, casi con angustia, la nueva publicación de las calificaciones de Moody's, Fitch o Standard & Poor's. ¿Y ahora? Todo parece olvidado. Las valoraciones siguen, pero los mercados ni se inmutan. Quizá el mejor ejemplo sea España, elegido «alumno ejemplar» del año, nueva locomotora de la Eurozona y, sin embargo, tiene uno de los peores ratings soberanos de toda la moneda única, calificado en líneas generales como de grado medio inferior. Muy similar al de Italia (es uno de los pocos consuelos), pero bastante por debajo de países como Letonia, Estonia o Lituania.

Es cierto que lo de la triple A ya es cosa del pasado, pero también lo es que hay estados como Austria, Francia o Bélgica donde predominan los notables altos (doble A) y países como Finlandia y Holanda que aún mantienen la triple A en dos de las tres agencias.

Hay varios factores que justifican esta aparente falta de relevancia de las firmas. Y cómo no, el Banco Central Europeo, el séptimo de caballería de esta crisis, es el principal causante de este optimismo desbordante. Mario Draghi decidió coger el toro alemán por los cuernos, patrocinó la bajada histórica de tipos y, en marzo de este año, impulsó la compra masiva de deuda pública y privada por valor de 1,1 billones, un paso inimaginable entre los expertos del BCE hace sólo unos años. Todo ello, además, aderezado con una política de inversión y crecimiento abanderada por Juncker desde su llegada a la Comisión en noviembre del 2014.

Sin embargo, convendría no lanzar las campanas al vuelo, como advierte Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano. «El BCE ha inundado la bahía. Pero como dijo Warren Buffet, cuando la marea baje se verá quién nada desnudo. Y entonces, los inversores recurrirán a estas agencias».

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