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ZIGOR ALDAMA
Domingo, 19 de abril 2015, 00:51
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SHANGHÁI. Hace ya casi tres años que se completó la construcción del complejo residencial Hellen International en la calle Zhongxing de Shanghái. Es un conjunto de edificios elegantes y robustos, acabados en piedras nobles grisáceas, situado a pocos metros de una boca de metro a solo diez minutos del centro de la capital económica de China. Y la urbanización tiene de todo: gimnasio, piscina, cafetería, y centro de reuniones. Sólo le falta una cosa: gente que la habite. Los bajos no han conseguido atraer comercios, y la oscuridad de la fachada por la noche deja en evidencia que las viviendas no han corrido mejor suerte.
Sin embargo, sus propietarios no dan su brazo a torcer, y los alquileres continúan por las nubes: las agencias inmobiliarias piden un mínimo de 5.500 yuanes (846 euros) por 70 metros cuadrados sin amueblar, y 6.500 yuanes (1.000 euros) por el mismo espacio equipado con lo básico para la vida. Es el 125% del salario medio de la ciudad más próspera del país. «Es una locura. Así no van a alquilar nunca los pisos. Y cuanto más tiempo pasan vacíos, más se deterioran. Pero nadie quiere perder la inversión, y pagaron mucho por ellos. Quizá demasiado», reconoce JinLiang, responsable de una de las franquicias de la agencia Century XXI.
Concretamente, la vivienda más barata en ese bloque cuesta en torno a los tres millones de yuanes (460.000 euros). No obstante, ese precio ya es ligeramente inferior al que pagaron quienes adquirieron propiedades en la urbanización cuando se puso a la venta antes de ser construida. «Si tenemos en cuenta que los precios han caído en torno al 5% comparados con los de hace cinco años, la inversión ha sido mala. Y puede que el batacazo termine siendo todavía mayor», explica Jin. Sin duda, este no es, ni mucho menos, el único proyecto inmobiliario en el que se notan el frenazo de la economía china y el descenso de la demanda.
Durante el segundo trimestre del año pasado todos los indicadores del sector, que aporta en torno al 20% del PIB de la segunda potencia mundial, estuvieron en rojo por primera vez. Y la tendencia a la baja continúa. «La verdadera pregunta ya no es si habrá una corrección en el mercado, sino cómo de grave será», escribió el economista de Nomura Zhang Zhiwei en un informe del grupo financiero nipón. «El modelo de crecimiento de los últimos 30 años está acabado», añade Gary Liu, director ejecutivo del Instituto Internacional Lujiazui para la Investigación Financiera de la China-Europe Business School (CEIBS). «Estamos en un punto de inflexión que se caracteriza por un exceso de oferta en el mercado y por el apalancamiento en las empresas, dos problemas muy preocupantes».
En febrero, por décimo mes consecutivo, el precio de la vivienda cayó en China. Y eso que en enero el sector inmobiliario sufrió el mayor desplome de los precios desde que se hacen públicos -nada menos que una media del 5,7% en tasa anualizada-. El número de ciudades en las que se produjo ese declive, entre las cien que estudia el Sistema de Índice Inmobiliario de China, aumentó a 79. Además, las ventas se han desplomado un 18% en el último año, y la superficie de las nuevas promociones inmobiliarias que se han comenzado a construir en ese período ha caído casi un 20%. Es un descenso todavía más acusado que el vivido en Estados Unidos después del batacazo de LehmanBrothers.
Proceso de urbanización
Y ahí no acaba el drama. Se estima que las promotoras tienen un stock de unos 3,5 millones de viviendas que son incapaces de vender. Además, como sucede en el proyecto de Hellen International, 49 millones de las que sí tienen dueño están vacías. Eso supone un 25% de todos los pisos en las ciudades chinas. Desafortunadamente para los inversores, no parece que el rápido proceso de urbanización del país, en el que se estima que 300 millones de personas abandonarán las zonas rurales en la próxima década, vaya a compensar ese exceso de oferta: la Universidad de Economía y Finanzas del Suroeste de China prevé en un estudio que un incremento del 10% en la tasa de urbanización -actualmente está en el 54%- supondría sólo una caída del 2,6% en el número de hogares desocupados.
Si a todo esto se suma el rápido envejecimiento de la población, el incentivo para adquirir una vivienda todavía se reduce más. «Aunque vaya contra nuestro negocio, lo cierto es que ahora creemos que lo más inteligente es esperar. No pensamos que vaya a estallar la burbuja, porque el Gobierno tiene capacidad para controlar el mercado a través de diferentes medidas financieras, pero sí prevemos que se vayan a dar caídas de precios que pueden ser acusadas en algunos proyectos», advierte Jin Liang encogiéndose de hombros.
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