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CaixaBank gana 466 millones, un 1,6% más hasta septiembre

La entidad incrementa el margen de intereses el 4,7% hasta 3.074 millones y reduce su mora por tercer trimestre consecutivo

D. VALERA

Sábado, 25 de octubre 2014, 00:57

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CaixaBank logró un beneficio de 466 millones de euros en los primeros nueve meses del año, un 1,6% más que en el mismo periodo del 2013. Estos resultados se deben a la mejora en el negocio bancario un 4,7% y a la reducción de las dotaciones casi a la mitad (-47,8%) hasta los 1.799 millones. En el lado negativo se encuentran las pérdidas provocadas por las ventas inmobiliarias (742 millones) y también la menor aportación de las entidades participadas. Los inversores no reaccionaron positivamente a estos resultados y la acción cerró en Bolsa con una caída del 3,38%, la mayor del Ibex.

El margen de intereses (negocio bancario) de la entidad catalana creció un 4,7% hasta los 3.074 millones, «el mayor de los últimos siete años», según destacó el consejero delegado, Gonzalo Gortázar. El margen de explotación alcanzó los 2.420, lo que supone un 68,4% más, aunque si se excluyen extraordinarios de 2013 se limita a un incremento de un 6,7%. Sin embargo, el margen bruto cayó un -0,6% por la reducción del 43,4% de resultados de las participadas y diferencias de cambio de moneda.

La ratio de morosidad se redujo por tercer trimestre consecutivo hasta el 10,48%, lo que supone estar por debajo de la media del sector (13,25% en agosto), y la cobertura es del 58%, mientras que la liquidez alcanzó los 61.172 millones. En cuanto a la posible adquisición del Banco Espírito Santo por el Banco Portugués de Inversiones (BPI) -del que CaixaBank ostenta el 44,1%- la entidad ve con buenos ojos que el banco luso analice la posible compra.

«Nosotros apoyaremos el estudio de la operación y la seguiremos de cerca para aportar nuestra opinión», aseguró ayer Gortázar , que apuntó que habrá concentraciones bancarias debido a la baja rentabilidad del negocio. Respecto al escándalo de las tarjetas opacas de Caja Madrid, Gortázar lo consideró una práctica «condenable» que espera no vuelva a ocurrir.

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