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Víctor Soto
Lunes, 2 de mayo 2016, 10:42
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logroño. El cambio generacional tenía que llegar a la pelota. Abundaban los detalles, las señales de que algo estaba cambiando. Pero el que ha tomado la bandera de la revolución no ha sido el esperado. No han sido Ezkurdia ni Víctor, Artola o Altuna, sino la segunda oleada, un recién llegado Irribarria, quien derrumbó ayer los muros del pasado y abrió una brecha por la que se irán colando jirones de futuro.
Pero la campanada de ayer fue enorme. Resonará durante mucho tiempo el triunfo de Irribarria sobre Olaizola por su calado y, sobre todo, por cómo se consiguió. El de Arama, de 19 años, se salió en el Labrit. Su zurda es un mortero de precisión. Destroza lo que encuentra y alcanza los rebotes con una facilidad pasmosa, imposible para cualquier otro pelotari.
Irribarria, descendiente de Alberite, hubiera acabado con el frontón de Las Golondrinas de un solo zurdazo. Retiemblan las paredes cuando golpea y, a partir de ahora, temblarán los rivales cuando se tengan que medir a él en el mano a mano. Porque ayer demostró que no tiene fisuras en el juego. Sobresalió a base de fuerza, pero también de garra, defensa y aplomo. No se rajó ni un instante, ni cuando Olaizola enseñó las garras en su primer tanto, un gancho teóricamente defensivo pero que fue directo a la punta. Una obra sólo apta para genios como el de Goizueta.
Pero con el 1-1 comenzó el recital. Irribarria prendió mecha al cañón de su zurda y empezó a hacer sudar la gota gorda al veterano delantero navarro. En el 1-6 llevó la pelota a un rebote para enmarcar, pero hubiesen sido al menos seis más si Olaizola no hubiese intentado contrarrestar su furia de aire. El 1-7 levantaba al Labrit, aunque Olaizola reaccionó y limó las diferencias (5-9). Quedaba mucho y era el momento para saber si al de Arama le temblarían las piernas. No ocurrió ni con otra tacada del campeonísimo (7-11). Clave fue que un gancho sencillo para Olaizola, con Irribarria atrapado en pared, se le fuese a las tablas.
Y todo comenzó a carburar de nuevo. Irribarria, el aspirante al cetro, sacó el mazo y sólo se equivocó en una apertura. Todo lo demás, perfecto. Con su golpe firmó el 8-15 y con una cortada, el 16. Después, un trallazo buscando la pared y, para finalizar la tacada, una carambola de pillo con fuerza (8-18).
El Labrit en pie
El afán de Olaizola por no ser borrado de la cancha le ayudó a sumar un par de tantos, pero, con el 11-19, un saque y una enorme dejada tras llegar a un gancho, ponían el 11-21. Para el último saque, el Labrit se puso en pie. Pero el aplauso se retrasó. Tres tantos más sumó Olaizola y un fallo en el gancho del navarro sellaron la sorpresa. Irribarria no es futuro, sino presente. Bengoetxea debe empezar a pensar en cómo contrarrestar su juego en la inminente semifinal.
En el primer partido, Berasaluze e Ibai Zabala sumaron un sólido triunfo (22-11) ante Víctor y Aretxabaleta. Aunque el comienzo fue igualado, en el ecuador del choque Berasaluze tomó el mando.
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