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Olaizola II valida el experimento

Olaizola II valida el experimento

El de Goizueta estuvo soberbio y lideró la victoria de la pareja más atrevida de la feria pese a los esfuerzos de un sobresaliente Zubieta

Luismi Cámara

Martes, 22 de septiembre 2015, 19:09

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Era uno de los partidos más esperados por aficionados, pelotaris y empresas. Cuando se presentó la feria de San Mateo, la pareja que despertó al instante todos los comentarios por lo arriesgada y atrevida era la formada por Olaizola II y Urrutikoetxea. Dos delanteros sobre la cancha con el mismo color de camiseta y el campeón del Manomanista 2015 ejerciendo de zaguero.

Muchos de los rivales ya advertían que el de Zarátamo no era precisamente manco en los cuartos traseros y que en los entrenamientos le pegaba duro a la pelota. Delante, la ayuda de Aimar era un buen punto de aguante para que la atractiva propuesta de Asegarce cuajara.

Como en cocina, la clave estaba en saber si estos dos productos de primera ligaban en el mismo plato. No siempre la unión de dos elementos de la máxima calidad da un resultado apetitoso. Para bien o para mal, el riesgo que se asumía y la curiosidad por probar a qué sabía el experimento bastaban para despertar el interés de todos y animaban a disfrutar, al menos, del gusto exótico indudable que iba a tener la mezcla.

La prueba resultó un éxito. Sobre todo, gracias al toque intenso que puso Olaizola. Soberbio al principio y al final, con una sinfonía de pelotazos con múltiples toques picantes, muy agradables para el público pero que se atragantaron a los adversarios.

Urrutikoetxea fue la base que permitió lucir la maravilla combinación de ingredientes que manejó su compañero, que ejerció de matador impenitente en cada ocasión con la que contó. Mikel se mostró efectivo en su aventura en los cuartos traseros. Movido, activo (a veces demasiado), y algo inquieto. Le faltó profundidad en los golpes ante un Zubieta que estuvo sobresaliente pero que vio a su pareja superada por la genialidad del navarro.

El de Etxarri-Aranaz intentó castigar al campeón manomanista, incluso se atrevió con alguna dejada para incomodar a Olaizola, pero estuvo falto del apoyo de un Ezkurdia incómodo que apenas brilló en algún tanto suelto cuando parecía que apretaban el choque.

El comienzo del partido comenzó raro. Urrutikoetxea falló en la primera pelota que le exigía algo. En el siguiente punto, Ezkurdia se iba a vestuarios para nada aparentemente importante. Y la normalidad llegó con un sublime Olaizola II que se hizo dueño del choque. Cada pelota que caía en sus dominios tenía todas las papeletas para convertirse en un remate ganador y un tanto más para su cuenta.

La pareja roja tomó ventaja rápida y se colocó 8-3. Zubieta, entonces, apretó los dientes y decidió tomar cartas en el asunto. Sin demasiadas exigencias por parte de su rival atrás, intentó romper la seguridad de la extraña pareja a base de alternar pelotazos largos con alguna intentona fructífera contra Aimar. Por ahí apareció su compañero para echarle una mano en algún momento de arrojo, de claridad y de permiso del delantero contrario (8-8).

Pero fue la última igualada en el marcador. Entre los fallos de Ezkurdia, los tinos de Olaizola, los esfuerzos de Zubieta y la seguridad de Urrutikoetxea, los rojos tomaron una distancia de cinco puntos que mantuvieron con relativa comodidad y con la sensación de que un último arreón o un pequeño despiste más de los azules les daría el choque.

Así fue. Olaizola se puso manos a la obra y de una tacada llevó el marcador del 17-13 al 22-13 para dar validez a un experimento al que le falta cuajo pero le sobra calidad para seguir saboreándolo.

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