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D. SÁNCHEZ DE CASTRO
Sábado, 23 de abril 2016, 00:19
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El trámite -que no fue tan trámite- del OK definitivo (y no provisional) de los médicos para que Fernando Alonso disputase la clasificación y la carrera del GP de China sólo llegó cuando dijo que podía aguantar: tras la disputa de los primeros entrenamientos libres. En esa sesión dio 11 vueltas, suficientes como para notar que podía asumir sin problema la molestia y que estaba en condiciones de darse la paliza física que supone cualquier gran premio de Fórmula 1.
A Alonso se le podría calificar de estoico, tanto mental como físicamente. El asturiano puede quejarse más o menos de lo que le ocurra, pero lo acepta, aunque no sea de buena gana. Nunca ha llegado a plantarse (sí a amenazar con hacerlo), y nunca ha permitido que las circunstancias exteriores (como un coche poco competitivo) le minen la moral. Con una costilla rota, la inevitable necesitad de respirar incide directamente en la zona lesionada, y es esa la mayor molestia. Un simple suspiro es una pesadilla. Es por ello que a Alonso le han mantenido entre algodones en las semanas previas, y los cuidados se mantienen. El asturiano, bajo el mono ignífugo y la camiseta térmica, lleva una protección especial. «Todavía siento un poco de dolor, porque la costilla no se ha recuperado del todo desde la fractura, como es de esperar. Pero es un dolor que puedo soportar», dijo. Veintiséis días después del accidente, Alonso vuelve al trabajo, con dolor y precaución, pero vuelve.
En lo deportivo, Alonso aspira a sumar sus primeros puntos de la temporada. Honda ha abierto el grifo de la potencia de su motor y se estima en algo más de un segundo la mejora de tiempos con respecto al año pasado. Las sensaciones son muy positivas y, si el domingo acompaña la climatología y no hay incidentes, espera poder superar o, al menos, repetir el décimo puesto de su sustituto en Baréin, Vandoorne.
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