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Alonso, en el 2011 en el Circuito de Cataluña.
Alonso y la dificultad de elegir
FÓRMULA 1

Alonso y la dificultad de elegir

Desde su marcha de Renault en 2006, las decisiones de Alonso acerca de su futuro han sido, cuando menos, cuestionables

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

Viernes, 17 de octubre 2014, 01:13

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Decía el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela que cuando tiene que elegir el corazón, es mejor que decida la cabeza. Y eso es justo lo que le ha ocurrido en su trayectoria deportiva a Fernando Alonso: su instinto, y muchas veces su propio entorno, no le han aconsejado bien. El piloto asturiano ha decidido tomar un nuevo rumbo en su carrera, dejar Ferrari, en dirección a un nuevo (o viejo, según lo que elija) destino. Aún no ha dicho dónde irá, pero lo que sabemos seguro es que no volverá a vestir los colores de la Scuderia más allá de 2014. ¿Ha elegido el corazón o la cabeza?

Desde que saliera de Renault en 2006 con dirección a McLaren, el piloto asturiano ha ido encontrándose con piedras en el camino que le han impedido conseguir un tercer título que parecía cantado.

De Renault a McLaren

Cuando Fernando Alonso llegó a Renault de la mano de Flavio Briatore, el italiano ensanchó el pecho a sabiendas de que estaba fichando al mayor talento de la parrilla. Sólo tardó dos carreras en lograr su primera pole y su primer podio en Fórmula 1, y unas cuantas carreras después, la inolvidable victoria en Hungría.

Dos años más tarde, en 2005, llegó el primer campeonato al que le vendría de seguido el segundo entorchado. Alonso estaba en la cúspide del mundo, pero sabía que a Renault se le acababan los fondos. Los cantos de sirena de McLaren, de la mano del Banco Santander, le atrajeron y decidió firmar con la escuadra de Woking. Quién iba a pensar que aquella iba a ser la primera de una larga lista de pasos equivocados.

Alonso había llegado con la vitola de líder del equipo, máxime cuando su compañero era un novato, un tal Lewis Hamilton. Pero la 'bomba' estalló en Mónaco con el equipo volcado en Hamilton, que al final, en Interlagos, logró el título y Alonso tuvo que salir. Por aquel 2008, Red Bull aún no se había convertido en el ogro a batir, sino que aún era ese equipo simpático. Sebastian Vettel aún era un prometedor joven. Querían a un gran campeón y tantearon a Alonso, pero este no se lo tomó en serio. De nuevo, craso error.

Renault le abrió las puertas para su regreso a casa pero el vodevil de Singapur 2008, en el que Briatore obligó a Piquet Jr. a chocarse para beneficiar a Alonso sería a la postre la victoria más amarga y polémica. La temporada 2009 fue la peor de su carrera, con un solo podio y un paupérrimo noveno puesto final. Debía salir de allí, y en Maranello le llamaron, pero el equipo comenzaba la descomposición.

Ganó su primera carrera de rojo y llegó a la última de 2010 con opciones, más que nadie, para alzarse con el campeonato. En Abu Dabi, descubrió a la verdadera Ferrari de la nueva era: le ordenaron entrar en boxes en el peor momento y perdía un campeonato que ya acariciaba. Un jarro de agua fría que se repitió en 2011, cuando Red Bull creó un monoplaza imparable. La temporada 2012, la del Alonso casi perfecto, fue todo un ejemplo de lo que estaba ocurriendo: aquel F2012 era un auténtico hierro y sin embargo Alonso lo llevó tres veces a lo más alto.

En 2013 más de lo mismo: un coche muy inferior, y su entorno que ya empezaba a susurrarle al oído, de nuevo, que igual debía empezar a plantearse salir. Alonso apostó por la continuidad en 2014, pero el equipo de Maranello no estuvo a la altura. La escuadra italiana se enfrenta a su primera temporada sin victorias en más de 20 años. Y a Alonso se le ha terminado la paciencia y busca un destino.

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