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Ruvireta gana, Dapena  se lamenta

Ruvireta gana, Dapena se lamenta

La primera edición del Triatlón de La Rioja, marcada por el sofocante calor, encumbra al catalán tras un pinchazo de su rival, y a la vasca Aintzane Argaiz, líder desde el inicio

VÍCTOR SOTO

Sábado, 24 de junio 2017, 23:41

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Pablo Dapena había superado con suficiencia las aguas del río Ebro, con una ventaja de más de un minuto sobre el segundo, Joan Ruvireta. También se estaba mostrando intratable sobre dos ruedas. Acoplado en la bicicleta, pedaleaba abriendo cada vez más diferencia respecto a sus perseguidores. Ni el calor parecía hacer mella en él. Pero el deporte es cruel.

En el kilómetro 27, el triatleta notó el pinchazo. Siguió, encomendándose a la suerte. Doce kilómetros en los que nadie era capaz de recortarle la ventaja. Pero el aire que le sobraba en los pulmones le faltaba en la cámara de su rueda trasera. Hasta que la llanta, destrozada, se salió. No había nada que hacer. Entre Sotés y Huércanos, junto a viñedos y campos de cereal, Dapena abandonaba. «Nunca me había ocurrido antes», se lamentaba. Juramentos y adiós.

«Me da mucha rabia porque iba cómodo y me sentía muy bien», explicaba mientras Joan Ruvireta le adelantaba sin compasión. El deporte es así. A las buenas y a las malas. Nadie podía ayudar a Dapena ni tampoco consolarle.

La carrera ya era cosa del catalán, tercero en el reciente Campeonato de España, que también mostraba superioridad respecto a sus rivales. Ni la incómoda tachuela de Sorzano ni el rompepiernas del circuito ni un sol que caía a plomo en plena tarde quebraban su compás.

Mientras, por detrás, en la carrera femenina, Aintzane Argaiz, con el dorsal número 1, marcaba su propio ritmo al mismo tiempo que en la carretera de Soria, Arrate Mintegui y María Gómez Ijalba, que en el tramo final no pudo superar el calor, protagonizaban su propio pulso.

Todos los participantes, montados en la bicicleta, echaban de menos las aguas del Ebro, en el que no hubo ningún problema. El único contratiempo, inesperado, fue la prohibición del uso de neopreno porque la temperatura del agua llegaba a los 25 grados. Una bañera de tranquilidad.

Roto desde el principio

El grupo de 400 triatletas se rompía muy pronto. Los favoritos cumplían con su papel y el resto, cada cual con sus objetivos, bregaba con las condiciones para llegar al Adarraga costase lo que costase. Con Dapena fuera de carrera, el trayecto por La Rioja Alta y La Rioja Alavesa pasaba como un suspiro entre las pedaladas de Ruvireta, Elgezabal, al que en mitad de la carrera ciclista ya superaba en minuto y medio y que pareció no sufrir a causa de una reciente lesión, y el luso José Estrangeiro, que también firmó el duro trazado en solitario.

A casi 70 kilómetros por hora, Ruvireta encaraba la bajada desde Laguardia para entrar a las instalaciones del Adarraga y realizar la transición a la carrera a pie firmando un espectacular tiempo de 2h46m. El triatlón era suyo mientras Dapena, remolcado por el coche escoba, veía su exhibición desde las gradas.

Aún restaban 21 kilómetros y Ruvireta reconocía después que, hasta que no pudo refrescarse, sufrió mucho. Que eso lo diga un bombero de Barcelona demuestra la dureza de la prueba. Atrancado los primeros kilómetros de carrera a pie, su padecimiento era compartido por Mikel Elgezabal. El exciclista, con una doble fractura en el pie, hizo lo que pudo. Logró sobrevivir y llegar perdiendo un par de minutos más respecto a su rival, pero su mérito era enorme. Al igual que el de Estrangeiro, tercero por las calles de Logroño, cuyo Casco Antiguo se volcó con la prueba.

Aintzane Argaiz, por su parte, continuaba con su carrera guardando siempre fuerzas hasta la meta con una amplísima renta y aparentemente fresca. Pero por dentro iba su procesión, al igual que la de sus rivales.

En el Adarraga, los más rápidos iban llegando poco a poco. Las pistas se volcaron con Borja Langarica, primer riojano y, consecuentemente, campeón de La Rioja. «Estoy muy feliz de ganar en casa», reconocía. «Siempre tenemos que salir fuera y este triatlón ha sido especial», aseguraba el triatleta del Vini Vidi Bici, compañero de la mejor riojana, Ainoa Matute.

Los minutos pasaban y los triatletas que no se retiraron (lo hicieron más de cien) cruzaban la meta bajo un sol que se negaba a dejarlos solos. Hasta el final, desde el Embarcadero hasta el Adarraga. Un paseo de dos minutos o 123 kilómetros de sufrimientos. Los héroes prefirieron el camino largo para cerrar la memorable primera edición de un triatlón, el de La Rioja, que busca consolidarse.

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