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Orlando Ortega (i) y su padre y entrenador, en el hotel del equipo en Belgrado.
Conjura en Belgrado para resucitar el atletismo español
EUROPEO

Conjura en Belgrado para resucitar el atletismo español

Hasta cuatro veces rompieron a aplaudir los 34 atletas españoles durante el tradicional encuentro previo, en el hotel de concentración del equipo

ALBERTO POZAS

Jueves, 2 de marzo 2017, 21:08

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«Hay que competir con pasión y con cabeza». Las palabras de Ramón Cid, director técnico de la Federación Española de Atletismo (RFEA), arrancaban este jueves los aplausos de los 34 atletas de la selección española en su hotel de concentración, a kilómetro y medio del Kombank Arena de Belgrado, donde se va a celebrar el Campeonato de Europa en pista cubierta. No eran las únicas que lo hacían: los más jóvenes también rompían a aplaudir durante la reunión técnica cuando Ruth Beitia, su capitana, pedía a los debutantes que disfruten de la experiencia. Ella, dijo, nunca olvidará su primer campeonato hace quince años. Ángel David Rodríguez, el Pájaro, repetía el mensaje.

Las cosas han cambiado mucho en quince años, y la conjura de la selección tiene un objetivo: superar un bache bajo techo que dura ya casi una década. En las tres últimas ediciones de este campeonato España ha sumado las mismas medallas que en Birmingham en 2007. Muy lejos quedan los doce podios conseguidos en Madrid dos años antes. El lanzador ya retirado Manolo Martínez, autor de un oro en Viena hace quince años, se pasea por el hotel ya como responsable de lanzamientos del atletismo patrio.

Todos los ojos miran, sin duda, a Orlando Ortega. El subcampeón olímpico se sienta en un sillón al lado de su padre y entrenador, y también del mítico saltador de longitud Iván Pedroso. Si no pasa nada raro, este viernes a las ocho y diez de la tarde estará luchando por la medalla de oro en las vallas: en un momento de forma espectacular tras batir el récord de España, el discípulo de su padre tendrá que batir al británico Andrew Pozzi, el más rápido del continente este invierno.

La otra gran esperanza es la médica de cabecera del atletismo español: Ruth Beitia, que en la reunión técnica arenga a los más jóvenes mientras ella se concentra para conseguir su sexta medalla europea en sala. La discípula de Ramón Torralbo que también pasea por el hotel tan risueño como su pupila es segunda en el ránking europeo del año por detrás de una incógnita de origen lituano llamada Airine Palsyte, que este invierno ha saltado dos metros y que por ahora tiene el honor de haber sido segunda en un Campeonato de Europa por detrás de Ruth. Ella, toda una campeona olímpica, sigue disfrutando de su segunda juventud con la competitividad de su parte.

El motor, «mejor que otras veces»

El viaje de la escuadra española ha sido tranquilo, aunque la llegada resultó un poco más abrupta, teniendo que enfrentarse al sentido del humor de un hotel que pretendía meter a dos lanzadores en una cama de matrimonio. Con todo, el motor está engrasado y a punto. «Incluso mejor que otras veces», dicen desde la Federación.

La selección bebe ilusión y cena necesidad. La ilusión de pruebas como el 400 o las combinadas, donde los más jóvenes sueñan con colgarse una medalla. Y la necesidad de pruebas como el 1.500 que, tras seis años de sequía en categoría masculina, necesita redimirse del cero de Praga hace dos años.

Uno de esos nombres es el de Óscar Husillos: el Expreso de Astudillo ha pasado de ser una eterna promesa del 200 a ser el español más rápido de la historia de los 400 metros. Si no hay cambios, saldrá por la calle tres de su serie clasificatoria siete minutos después de su gran rival, el checo Pavel Maslák. Lucas Bua, otra de esas grandes promesas, espera que finalmente no le toque correr por la tan temida calle uno. Jorge Ureña, recordman nacional de heptatlón y otro gran favorito a medalla en Belgrado, abandona la reunión técnica unos segundos antes que su padre y entrenador José Ureña, decatleta batido en mil batallas. Eusebio Cáceres, que este viernes será el primer español en competir, exhibe su característica naturalidad en su enésima oportunidad de oro de subir a un podio internacional y dejar de ser ese chico que saltaba tanto de joven.

Muchas incógnitas

El español más joven de este campeonato se llama Jordi Torrents, y cuando Nuria Fernández -la más veterana de la selección- debutaba a nivel internacional, él no había nacido. Los dos correrán los 3.000 metros lisos, una de esas pruebas muy necesitadas en el atletismo español en estos últimos años: Blanca Fernández de la Granja, Ana Lozano o Carlos Mayo son nombres que aportan frescura a la convocatoria. Lo mismo sucede en los 1.500 metros: desde el triplete de Birmingham en 2007 hasta el cero de hace dos años en Praga han pasado muchas cosas, y es el catalán Marc Alcalá el que encabeza a los españoles del milqui.

Todos esperan también con intensidad la puesta en acción de Esther Guerrero después de ver a la catalana aguantar el ritmo a toda una Genzebe Dibaba en su conato de récord mundial de 1.000 metros lisos hace unos días en Madrid. Todos quieren saber también si Kevin López se hará con el oro después de ser plata y bronce, aunque el polaco de apellido impronunciable sigue en su camino. Las cabezas pensantes del mediofondo nos dicen que les ven bien y que las distancias medias y largas están abiertas a sorpresas y cerradas a quinielas.

Como siempre en las horas previas, las incógnitas son muchas y las certezas muy pocas, y Ramón Cid les ha recomendado competir con pasión pero también con cabeza. En las mejores quinielas, las opciones de medalla superan los cinco metales en este euroindoor de Belgrado. En el hotel, los entrenadores y responsables de cada sector ven «bien, bastante bien» a sus atletas, haciendo cábalas sobre lo que sería descabellado y lo que sería un triunfo.

Hasta cuatro veces rompierton a aplaudir los 34 atletas españoles durante la tradicional conjura celebrada en la planta baja de un hotel de la capital serbia. Hasta 34 oportunidades de hacer de Belgrado la ciudad de la resurrección definitiva del atletismo español en sala.

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