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Álex López, en las instalaciones del Javier Adarraga donde entrena con el Club Natación Logroño. :: justo rodríguez
«En España pecamos de tener  prisa por conseguir éxitos»

«En España pecamos de tener prisa por conseguir éxitos»

El extécnico de la selección en los Juegos de Río ficha por el Club Natación Logroño «para empezar un proyecto de cero con la base»

V. SOTO

Viernes, 17 de febrero 2017, 00:08

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Hace apenas seis meses, Álex López celebraba los éxitos de Mireia Belmonte y de los componentes de la selección española en la piscina olímpica de Río de Janeiro. Hoy, reparte su tiempo entre Lobete, el Adarraga y su oficina para tomar el pulso a la natación riojana y a su nuevo club. El Club Natación Logroño habló con el técnico albaceteño pero curtido en el Centro de Alto Rendimiento Sant Cugat y la selección española y le ofreció un proyecto de futuro. «Más que un paso atrás, es tomar carrerilla e impulso con un reto personal», explica.

¿Cómo explica ese cambio de la selección a un club de Logroño?

Empecé en Albacete, una ciudad parecida a Logroño y también con tres equipos. Al final, allí unificamos fuerzas y dimos un paso adelante. Después de ocho años fui a Sant Cugat y conocí las competiciones nacionales e internacionales hasta los Juegos Olímpicos. Volví de Río, vi lo que había en España y me convenció lo que me ofrecía el CN Logroño. Puedo mezclar la experiencia de ambas facetas y empezar de cero, con la base. Traigo a Logroño lo que he aprendido a lo largo de este tiempo en un proyecto que me da libertad, tiempo y me deja trabajar, algo muy difícil en estos días.

¿Cuál es su objetivo?

Quiero hacer del club un referente a nivel nacional, pero sobre todo en la forma de trabajar. En España pecamos de tener prisa para conseguir éxitos, sobre todo con los niños pequeños. El modelo técnico que me gusta es distinto al habitual, dejando a los niños que disfruten desde los 3 ó 4 años pero que progresen. Sería hacer un trabajo técnico en esa primera edad y luego ya llegará la fuerza con el crecimiento. Lograr que no lleguen a mayores con defectos que serán difíciles de corregir. Además, el propio niño decidirá si compite, si entrena más... Ellos se tienen que marcar la exigencia.

¿Cómo se trabaja habitualmente?

Se tiene la competición como algo prioritario. Creo que hay que empezar a trabajar a largo plazo, no para ganar al de enfrente. El éxito temprano para el niño no es bueno, debe saber que hay que esforzarse. Y los entrenadores no debemos enfocar las competiciones para ganar, sino para hacer mejor las cosas.

¿Qué ha encontrado en estas semanas en Logroño?

Me ha sorprendido gratamente. Me esperaba algo con menos posibilidades, como he visto en otras ciudades. Pero hay muchas licencias, nadadores que quieren competir y muchos niños, tanto en Logroño como en los clubes de Calahorra y Villamediana. Hay muchos practicantes, pero hay que saber engancharlos.

¿Tendrá las puertas abiertas al resto de clubes?

Deseo aportar tanto a la Federación como a los clubes mi experiencia y conocimiento, entrenar a otros técnicos y, mientras tanto, seguir formándome. Quiero que la natación riojana vaya a más, que se convierta en un referente, que puedan venir competiciones, formación... Siempre tendremos las puertas abiertas.

¿Hay suficiente cantera?

Hay, pero debemos promover la natación en el nivel escolar y no sólo la competitiva. Buscamos que la pirámide de los nadadores no se vaya estrechando tanto. No todo es competición, sino también educación y valores, porque la natación se ha visto como un deporte individual pero hay mucho compañerismo.

Aspira a que el CN Logroño entre en la Copa de España. ¿Por qué?

No me lo planteé hasta que vi lo que había, especialmente el nivel de equipo femenino. Creo que a los nadadores, cuando llegan a una edad en la que priman los estudios, temas sociales... es bonito darles un aliciente competitivo que les enganche para seguir practicando la natación.

¿En qué se diferencia entrenar a un niño o entrenar a un olímpico?

Los niños son más agradecidos, te tienen de ayuda. Los profesionales están acostumbrados. Con los mayores, buena parte de las vivencias son fracasos. Por ejemplo, cuando veía a un atleta llegar a una final y acabar séptimo me parecía un mal resultado. Pero me he dado cuenta de que es todo un éxito.

¿Con qué se queda de los Juegos?

No hay nada igual. Todo está muy medido, pero allí cambia. Comer con Bolt, coger el autobús con Nadal... es fácil descentrarse. Pero me quedo con el oro de Mireia [Belmonte] que fue espléndido y con la final de Joan Lluís Pons. Había trabajado dos años con él y conmigo rendía mucho. Estuvieron a punto de echarle de Sant Cugat pero logramos que se quedase. Llegué a Río con el objetivo de que no lo descalificasen y, al final, acabó octavo [ríe].

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