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Espectacular imagen de los atletas participantes en la Maratón de Nueva York, cruzando el puente de Verrazano-Narrows. :: EFE
A la conquista de la Gran Manzana

A la conquista de la Gran Manzana

La maratón neoyorquina, que se corre el domingo, no es una prueba para grandes marcas, pero otros atractivos la hacen la mejor del mundo

CÉSAR ÁLVAREZ CÉSAR ÁLVAREZ

Martes, 1 de noviembre 2016, 11:53

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Logroño. Correr la Maratón de Nueva York es el sueño de cualquier fondista del mundo aunque no está al alcance de cualquiera porque se necesita calidad, mucha suerte o disponer de un presupuesto elevado para poder tomar parte en ella. Está considerada la prueba de 42 kilómetros más importante del mundo, y sin duda, una de las que cuenta con una mayor participación (el año pasado los atletas que cruzaron la meta de Central Park fueron casi 50.000). Cada año, un puñado de riojanos cruza el Atlántico para hacer realidad su sueño. Esta edición no será una excepción y un grupo se dispone a tomar la Gran Manzana el próximo domingo para participar en una prueba donde la primera dificultad es precisamente, poder correr.

Hay tres formas principales para conseguir un dorsal. Una de ellas es cumplir con las exigentes marcas mínimas establecidas por la organización. Esta es la vía por la que ha accedido, Miguel Ferrer, que merced a la marca con la que ganó la Maratón Internacional Ciudad de Logroño (2h30.19) ha podido participar y se ha garantizado un sitio en los primeros cajones de salida. Esta vía es la utilizada también por Ana María López, una veterana riojana de la ruta, que consiguió el año pasado en Hamburgo su derecho a correr en Nueva York al parar el cronómetro en 3 horas y 8 minutos.

La otra opción es tener la suerte de ser agraciado con un dorsal de los que sortea la organización, para lo cual se deben pagar 11 euros por tomar parte en el sorteo y luego, si se tiene la fortuna de que la suerte le sonría, se podrá conseguir un dorsal por unos 350 dólares.

La tercera opción es aún más cara. Se trata de comprar un paquete completo que ponen a la venta las agencias autorizadas y que con vuelo, hotel y dorsal pueden alcanzar precios que se sitúan entre los 2.500 y los 5.000 euros, y aún así las plazas son limitadas y escasas porque cada país dispone de un cupo muy reducido. Este año, algunos de los que habían elegido esta opción han saltado a los titulares informativos no por sus resultados deportivos sino por haber sido estafados por un falso agente sin escrúpulos.

Pese a todo, en las últimas ediciones siempre ha habido riojanos en la línea de salida ubicada en Staten Island. Este año, incluso habrá uno con aspiraciones a brillar en Nueva York. Miguel Ferrer sueña con firmar una actuación relevante en las calles de la Gran Manzana, aunque es consciente de que en una prueba de 42.195 metros cualquier detalle puede arruinar la preparación de muchos meses. Bien lo sabe su hermano Diego, que después de haber preparado la cita norteamericana ha visto cómo su rodilla no ha aguantado bien tanta carga y ha sufrido un percance que le ha llevado a tener que extraerle líquido, aunque Diego se mantiene firme en su objetivo de correr en Norteamérica aunque no sea en las mejores condiciones.

Entre los inscritos riojanos también figura otra pareja de hermanos. La alcaldesa de la ciudad, Cuca Gamarra, acudirá a la 'oficiosa' capital del mundo para participar en la prueba y certificar que lidera la corporación municipal más atlética de la historia de la ciudad (Javier Merino, Pilar Montes, Ruiz Tutor, Francisco Iglesias... son también 'runners' habituales). En esta ocasión, Gamarra no estará acompañada por ninguno de sus compañeros del equipo de gobierno, sino por su hermano.

En la mayoría de los casos, los riojanos que acuden a Nueva York tienen ya una dilatada experiencia en otros maratones, aunque cada uno tiene su motivación para correr. Susana Ansoleaga celebrará así su cumpleaños o Luis San Juan, después de haber corrido con anterioridad en Madrid, Barcelona, Roma, París y Munich asegura que en Nueva York cierra su ciclo y no volverá a correr una prueba tan larga porque «preparar un maratón es muy duro».

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