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Claudia Prat, imagen del Campeonato de España de 2015.
Gimnasia sin gravedad
Polideportivo

Gimnasia sin gravedad

Claudia Prat y Jaime Ponce son los españoles más destacados en el Mundial de la modalidad más arriesgada del deporte más artístico

Javier Bragado

Jueves, 26 de noviembre 2015, 09:36

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Se elevan hasta ocho metros. Flotan en el aire. Desde allí, como un ave rapaz, deciden su objetivo y se lanzan con la gravedad como canal. Entonces empieza la centrifugadora: diez ejercicios de piruetas, vuelcos y cambios de dirección en 30 segundos. Los jueces puntúan altura, precisión -un rectángulo en el centro de la cama elástica encuadra la zona más valorada-, ejecución y dificultad; condiciones que suponen que la gimnasia de altos vuelos sea considerada extrema. «Es un deporte de riesgo. Con cualquier elemento que hagas mal te puedes caer fuera y te puedes hacer daño, pero no es algo que pensemos porque el miedo te paralizaría. Siempre hemos de ir a tope, con el cuchillo entre los dientes hasta el final del ejercicio», argumenta Claudia Prat (Barcelona, 1988), la gimnasta española de mayor nivel. «Me he caído un montón de veces», secunda Jaime Ponce (Albacete, 1992), el mejor del equipo masculino. «Y de cabeza», añade el manchego con algunas risas. «Pero como llevamos tanto tiempo ya sabemos cómo caer. En competición es más el lamento de 'me cago en la leche, que he fallado', que el golpe. En el entrenamiento no gusta porque puedes estás un tiempo lesionado, pero de eso se trata este deporte», señala sin quejas el saltador.

«Siempre sabemos en qué lugar estamos. Aprendemos con progresiones para saber dónde estamos en cada momento porque si no sería muy peligroso al girar sin controlar dónde estás porque no nos olvidemos que hacemos diez saltos y tienes que saber cómo sales de uno, en cuál estás y si llegas a otro para poder encadenarnos. Si no, sería una locura. Estoy segura de que todos los saltadores saben dónde están en cada momento. Si no, sería un deporte de mucho riesgo», expone con un último suspiro a medias entre la risa y la precaución la catalana. Pero esos 30 segundos sobre la cama elástica que mide cuatro metros de largo por dos de ancho dan para mucho más en ese medio minuto. «Cuando te das cuenta de todo lo que pensamos hasta te asustas. ¿Cómo he podido pensar en todo eso? No sólo en treinta segundos. Te pasan tantas cosas por la cabeza entre un salto y otro... En la conexión de a lo mejor un segundo he pensado cómo he saltado, cómo viene el siguiente y qué hago para corregir el que viene. Estamos acostumbrados a tomar decisiones en décimas de segundo», revela Prat, que habla a la misma alta velocidad con la que intenta sus piruetas.

Un Mundial para Río

El nivel de la gimnasia de trampolín lo marcan los atletas chinos, aquellos que pueden copar los primeros puestos de las competiciones en una serie interminable sólo cercenada por el límite de dos deportistas del mismo país en cada final. España cuenta con Claudia Prat, una veterana de 27 años que fue sexta en la última prueba de la Copa del Mundo y que desde este jueves tratará de lograr una plaza olímpica en los Mundiales de Odense. Estuvo a un paso de competir en Londres 2012, pero no logró superar el preolímpico celebrado en la misma ciudad británica. «Fue lo más grande de mi carrera. Tenía esperanzas de clasificarme. Me decepcionó al principio, pero por otra parte ha sido uno de los momentos más bonitos de mi vida deportiva y eso me ha motivado para cuatro años después volver a estar allí», explica la catalana. «Cuando tienes una edad y dedicas tu vida al deporte tienes que apuntar a lo más alto. Tus miras están puestas ahí arriba y no hay nadie que te baje de ahí», amplía sobre su ambición.

El listón lo pone la final en Dinamarca, ya que otorga el pasaporte para Río de Janeiro a ocho gimnastas. La catalana tiene a su favor la perseverancia. Ella se reconoce «patosa» entre risas pero ha marcado su destino con determinación desde que apartó el ballet -aunque lo mantiene como un entrenamiento secundario-. «Mamá, mamá, que no hacemos aquí volteretas y a mí es lo que me gusta», le imploró un día a su progenitora. Se apuntó a gimnasia artística en el club del Poble Nou barcelonés, pero se cerró la sección porque sólo eran dos chicas y entonces pasó al trampolín, un deporte en el que ha estado entre las diez mejores en varias ocasiones en la Copa del Mundo. Por el camino adelantó a compañeras más dotadas. «Hay gente que tienen habilidades innatas para el deporte o para la coordinación. En mi caso no era ni una cosa ni la otra y todas mis compañeras eran mejores. Pero si ellas hacían dos veces un ejercicio yo hacía seis y si hacían siete yo hacía 25», receta.

Claudia Prat, sin juegos

  • Mundial de odense

  • La española Claudia Prat no pudo cumplir con los pronósticos porque un error en el la segunda tanda de clasificación impidió cualquier oportunidad de acceder a la final. En la primera serie sumó 41.160, un buen lugar de partida, pero en el ejercicio libre su error rebajó a 5.240 sus puntos y descendió a los últimos puestos, lejos también de las plazas para el preolímpico de la especialidad. Su compañera Cristina Sainz completó una mejor actuación, con 92,135 (42,575 + 49,560), aunque también alejada de los puestos de cabeza.

  • En hombres, los españoles Marc Torras, Jorge Martín, Jaime Ponce y David Vega acabaron en las posiciones 56, 58, 97 y 109, respectivamente.

Por su parte, Jaime Ponce aspira a una posición entre los 24 mejores para buscar las últimas plazas en un posterior torneo preolímpico. La base del campeón de España es la ejecución, aunque bastante obligado por las circunstancias. «Tengo elementos nuevos que no he intentado aún pero es que en en el sitio que estamos entrenando actualmente no nos da el material ni el espacio y no podemos meter más dificultad. Estuvimos en el Centro de Tecnificación de Albacete, nos lo cerraron y hemos estado un año parados. Ahora estamos en un pabellón pequeño por la altura en que casi nos damos con el techo», reconoce el manchego que empezó a practicar la gimnasia inspirado por la experiencia de su madre y que se pasó al trampolín con su hermano, ahora entrenador. Después de un mes en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat considera que ha subido un escalón para mejorar el 37º que marca su techo en 2015. Como Claudia Prat, se considera preparado para jugar con la gravedad con la cama elástica como catapulta.

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