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UN TIPO NADA NORMAL

JOSÉ A. DEL RÍO

Lunes, 29 de agosto 2016, 23:47

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De Carlos Coloma dicen quienes le conocen que solo la pasión por su familia supera la que siente por la bicicleta. Salvadas estas dos cuestiones, cuentan de él que es un «tipo normal», un lugar común que se visita con demasiada alegría porque un tipo normal, nos pongamos como nos pongamos, no pasa más de medio año exiliado de su hogar ni hace de su preparación un sacerdocio ni se construye una pista de BTT en el jardín ni contrata a un entrenador de boxeo para llevar su resistencia al límite ni se sale del quirófano tras una grave caída con el cuerpo trufado de aluminio y se echa al monte ni le saca la lengua a una cámara de televisión en mitad de un carrerón ni se deja un espantoso bigote a lo de Johnny Pistolas por pura superstición ni... Ni se cuelga una medalla olímpica del cuello. Tantos nis como renuncias, tantos nis como gotas de sudor han regado el largo itinerario que ha recorrido desde el día que decidió que él quería un lugar entre los mejores, desde el momento en que quiso ser el 'primus inter pares' cuando los iguales son los mejores. Normal, claro, es que un tipo así acabe rubricando un éxito y que lo haga dándole un par de naturales al aire de Río de Janeiro y hasta tocándose salvas sean las partes pudendas, que al fin y al cabo lo suyo ha tenido también mucho de testicular. Esto será normal, pero él no; Carlos Coloma no es, y ya desde el domingo nunca podrá serlo, un tipo normal.

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