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Primer encuentro del Haro en El Mazo, frente al Balasamaiso, después de su destierro a Cenicero. :: donézar
Una temporada complicada y sin guinda

Una temporada complicada y sin guinda

Las obras en El Mazo, el cambio de entrenador y la multa de Hacienda han azotado al Haro durante esta campaña

DIEGO MARÍN

Sábado, 4 de julio 2015, 23:18

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No empezó bien la temporada para el Haro. El retraso en las obras de cambio del césped en el estadio El Mazo obligaron al equipo jarrero a jugar fuera como local en los cuatro primeros partidos. El campo de Las Viñas de Cenicero fue su casa durante dos encuentros que se saldaron con una victoria por la mínima ante la Oyonesa y una derrota ante el Náxara. Ante los resultados y por la afición, el Haro pasó a jugar en El Ferial, donde se recuperó y goleó al River Ebro y Villegas. No fue hasta el 19 de octubre, en la novena jornada, cuando los blanquinegros pudieron jugar al fin en El Mazo. Fue ante el Ciudad de Alfaro, con una sonora goleada por 7-0 y cinco tantos de Txutxi.

El Ayuntamiento de Haro había decidido antes del verano sustituir el césped natural por uno artificial y las obras se retrasaron por un desacuerdo entre la empresa concesionaria y el consistorio a mitad de la ejecución. El proyecto del técnico Iñaki Pacheco comenzó con un importante obstáculo. Ya debía ganarse la confianza de los aficionados después de que dirigiera al equipo durante cinco temporadas Roberto Ochoa, un hombre de la casa que se retiró como jugador en el Haro siendo el capitán. Con él casi se ascendió a Segunda División B en dos ocasiones, ante el Yeclano y el Sariñena, se ganó una liga y se alcanzó la tercera eliminatoria en la Copa del Rey de la campaña 2013-14. Mucho que igualar.

Pacheco llegó al Haro avalado por el preparador físico Miguel Ángel San Martín, con quien había coincidido temporadas atrás en el Cenicero, al que ascendieron a Tercera en el 2007. Al término de la primera vuelta de la liga el Haro no iba mal, era cuarto a 11 puntos del líder (Varea), cumplía las expectativas de entrar en los puestos de 'play off' e incluso había ganado un título, la Copa Federación (en los penaltis ante la SDL), pero lo cierto es que las sensaciones no eran demasiado buenas. Al equipo se le notaba inseguro e irregular. En una misma semana, de hecho, perdió en casa ante el Alfaro por 0-4 y ante el Osasuna B por 0-7, aunque también venció a la SDL por 2-1. Pacheco fue destituido cuando parecían hechas las cesiones de Míchel y Moisés, de la UDL. En su lugar llegó David Ochoa, hermano de Roberto. Y Pacheco salió cargando contra la directiva y señalando a algunos jugadores.

El mar estaba revuelto. Para colmo, llegó una inspección de la Agencia Tributaria que impuso una sanción al Club Haro Deportivo por no computar el IVA. Ochoa dirigió su primer partido desde la grada, ante la Peña Balsamaiso, por no contar aún con ficha. Fueron baja los jugadores Sola y Hierro, se recuperó a Viola, que jugaba en el filial, y a Txejo, que había abandonado el equipo en verano junto a otros compañeros como Alberto, Aimar, Ander, Breixo. sobre todo, al no continuar Roberto Ochoa. Tampoco fue bueno el estreno de David Ochoa, que vio cómo el equipo perdía ante la Oyonesa y el Náxara.

La reacción llegó en la jornada 28, cuando el Haro encadenó siete victorias consecutivas con un balance de 25-0. La imbatibilidad se alargó hasta la última jornada, la 38. En total, doce partidos seguidos sin recibir un solo gol, once victorias y un empate. David Ochoa había tomado las riendas del equipo y lo había hecho grande, además de unir al vestuario en una gran familia. A pesar de la buena racha final, el Haro terminó la liga cuarto, y sólo se aseguró jugar en 'play off' en la penúltima jornada.

La promoción deparó un rival difícil, el Caudal, con un viejo conocido en sus filas, Gerica. Los asturianos cayeron en la ronda de penaltis, igual que el poderoso Castellón, en la segunda fase. Ante el Pontevedra se luchó a lo grande y el Haro, incluso, venció en la ida. Pero la temporada, que había comenzado con mal pie, terminó igual, con el sueño roto del ascenso. Lo peor, el viaje de vuelta, 600 kilómetros, nueve horas de autobús sin recompensa.

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