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Adrián León, ayer capitán, pelea un balón aéreo. :: o.m.
Las arrugas de la imperfección

Las arrugas de la imperfección

La UD Logroñés se toma en Urritxe una tarde de descanso tras seis victoria consecutivas

S. MORENO LAYA

Domingo, 14 de mayo 2017, 23:37

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Amorebieta. Jornada de reflexión en el seno de la UD Logroñés. Todos se pararon en lo alto de esta ola triunfal sin paraíso al frente para contemplar el sufrimiento experimentado para lograr la salvación de la categoría con tiempo suficiente como para que la visita a Urritxe fuera ayer una plácida excursión de fin de curso en una temporada imperfecta que ha marcado con arrugas el rostro de unos jugadores que hace dos meses estaban ajados por el dolor de la derrota constante.

Siete partidos después los futbolistas se tomaron una tarde de asuntos propios para quizás mirar hacia atrás, respirar con alivio, liberar la carga de estrés, y poner hacia el frente una mirada limpia de rencillas, pues toca pensar ya en el próximo proyecto riojano, el que le debería llevar de una vez por todas a ser algo más que cuarto a final de temporada o semifinalista en la pelea por el ascenso.

Se cree que la arruga es bella porque esos surcos epidérmicos marcan una larga vida vivida. Vida plena con sus aciertos celebrados y sus errores aprendidos. Y esta plantilla a buen seguro ha sido una de las más imperfectas de toda la historia de esta entidad. Imperfecta no por la derrota constante en las treinta primeras jornadas de campeonato. No fue imperfecta por la dimisión de Carlos Pouso o la destitución de Rafa Berges. Llegó a ser perfecta en la derrota. Han sido las seis victorias seguidas las que han evidenciado la imperfección de esta plantilla, que estaba capacitada para hacer grandes cosas de haber contado con el líder necesario en el banquillo para conducir al equipo hacia una temporada vivida en plenitud que no dejara huellas de vejez en la piel blanquirroja.

Esta arruga se quedará para siempre en el rostro de esta entidad que comenzó el curso con un líder cansado, con un joven candidato no del todo convencido con su papel de primer entrenador, y con un técnico cordobés que vino solo, que no fue la primera opción del equipo, y que casi acaba con la entidad en Tercera división.

Por todo esto, fue Urritxe un espacio para reflexión compartida desde la tranquilidad que da no jugarse la vida en Amorebieta, y ver que la Copa del Rey no deja de ser un consuelo menor para quien ha caído durante meses hacia el lado más deprimente de lo que se conoce como 'infrafútbol'. Fue Urritxe un campo donde se puso de manifiesto que la imperfección de una plantilla pasa siempre por su grado de competitividad. Hay más opciones de ganar cuando se hacen méritos para ganar los partidos. Y se pierden cuando el rival insiste más en la victoria. El Amorebieta necesitaba ganar, y lo hizo porque la buscó al principio y la supo mantener al final. Los riojanos, afectados por el estrés pos traumático de una racha histórica de triunfos en el peor momento para la entidad, relajó los músculos, roto en defensa con jugadores poco habitual, y volvió a ser el equipo plano y ramplón de las treinta primera jornadas.

Sin Caneda ni Salvador, Sergio Rodríguez alineó una defensa prácticamente nueva en uno de los campos de bronce más intensos para cualquier defensor. Zubiri y Carrillo por estrenar, Amelibia como central diestro y Paredes siendo el único que ocupaba su puesto habitual y más natural, los riojanos dejaron en el arranque varios rechaces francos que los vizcaínos no tardaron en mandar para dentro. Fue Obieta el que estrelló el balón en el larguero, y Fermín Sobrón, en sustitución del lesionado Miguel, lo acabó de meter para dentro con su coronilla.

El partido estaba acabado sin saberlo aún nadie de los allí presentes. Estaba todo visto para sentencia. Con un rival jugándose la vida, y un visitante con la temporada solventada... el asunto requería de un error impropio para haber acabado en reparto de puntos. Casi se produce en el 89 con una presión al límite de Marcos André que generó un lío monumental entre defensor y portero, a los que se anticipó con su puntera, pero el balón salió rozando el palo.

Urritxe es por tanto el final perfecto para una arruga marcada para siempre en el rostro riojano. Es el cierre ideal para una temporada dolorosísima ejecutada por una buena plantilla mal entrenada durante las primeras 30 jornadas. Es el relato final de un equipo imperfecto.

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