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Sufrido triunfo de la UDL en San Sebastián de los Reyes
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Sufrido triunfo de la UDL en San Sebastián de los Reyes

Feliz reestreno de Sergio Rodríguez en el banquillo blanquirrojo (1-2)

LA RIOJA

Domingo, 26 de marzo 2017, 14:19

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La Unión Deportiva Logroñés se trajo la victoria y los tres puntos en juego de San Sebastián de los Reyes después de vencer al titular del campo por 1-2 en un partido no apto para los ya desgastados corazones de jugadores y afición riojanos.

Sufrimiento, nervios y zozobra. El equipo riojano, convertido en un mar de titubeos, algo que es tónica del equipo esta temporada, y tiene pinta de que va a continuar siendo así hasta que acabe, tomó enseguida el mando en el partido, pero su dominio lo cedió con el paso de los minutos al Sanse. En los primeros 10 minutos de un partido que representaba el reestreno de Sergio Rodríguez en el banquillo riojano y el debut del senegalés Coulibay, el equipo riojano gozó de una magnífica oportinidad en las botas de Sergio Reguilón. Su intento de vaselina perdió el rumbo en el último instante y salió fuera de la portería del equipo madrileño por poco.

Un primer cuarto de hora en el que el equipo riojano mantenía presión y doctrina en el terreno de juego, pero que poco a poco fue entregando la hegemonía a su rival para que llegaran otra vez las dudas y los malos entendidos entre las filas riojanas, especialmente temblorosas en las labores defensivas.

En cinco minutos el Sanse se sacudió el empuje inicial riojano y puso en aprietos a la defensa y marco riojanos. Pero los caprichos del juego llevaron a trenzar una preciosa jugada a la UDL tres minutos después de las zozobras citadas para que Carles Salvador batiera por la escuadra a San Tomé tras un taconazo precioso de un compañero. Golazo y sosiego. Bálsamo para las escoceduras riojanas.

Para colmo de felicidad, nada más volver a pisar el terreno de juego en el segundo periodo, un penalti ofreció a la UDL la oportunidad de aumentar las diferencias. El colegiado pitó una falta dentro del área de un defensor sobre Sergio Reguilón y Antxón Muneta se encargó de transformar. Corría el minuto 46 de partido. No se le podían poner mejor las cosas al equipo de Sergio Rodríguez, a quien se le da muy bien pasear por 'el foro'.

Pero... La felicidad nunca es completa con este equipo. Son tantas las grietas y dudas que genera su biorritmo que a pesar del 0-2 la sensación de sosiego no es plena al cien por cien.

De hecho, una falta cometida al borde del área, y botada magistralmente por el local Maganto acabó en las mallas de la portería de Miguel. Golazo. Era el minuto 54. Quedaba un mundo. Y la sonrisa mudó en un tic nervioso y el farol local desnudaba las vergüenzas del equipo.

El equipo riojano empezó a ser, nuevamente, víctima del empuje rival y de los nervios propios. Rodríguez empezó a hacer bailar el banquillo. Hielo y terapia para un equipo cargado de presión y que no quería verter el contenido de su recompensa en un mal paso como quien derrama el café de la taza entre la cocina y el sofá.

Pastor dio un pase magnífico a Maros André en el mintuo 60 y la falta de mordiente hizo que el equipo riojano perdiera la oportunidad de relajarse en el sillón de Matapiñonera. La cafeína alborotaba el sistema nervioso riojano aún más cuando Miguel salvaba por alto un tiro de Negredo y Mancebo enviaba alto un disparo posterior.

Coulibaly saltaba con frescura al terreno de juego y su decidida apuesta de nueve era más que clara. Delantero fijado al área, remate y con ocho partidos de contrato. No hay duda. Obsesivo en el remate, en alguna ocasión pecó de egoísmo. A pesar de todo, la UDL tuvo un par de ocasiones prácticamente seguidas en el minuto 85 con posibilidad de regalo en propia meta y un pase de Amelibia a Coulibaly que el senegalés no interpretó.

En definitiva, el mejor ansiolítico del equipo fue escuchar los pitidos del final que interpretó monocordes el árbitro. Buen partido no exento de nervios de los riojanos, feliz reestreno de Sergio Rodríguez con el equipo y corazones agitados de una afición que siente muy de veras no soñar con otras metas y con unos nervios de los buenos.

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