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Luismi Cámara
Jueves, 24 de marzo 2016, 17:21
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Olía a empate, a un punto insuficiente en el objetivo de lograr la plaza para el 'play off' de ascenso cuanto antes y de seguir metiendo presión al Racing en la lucha por la segunda plaza. Sin embargo, un chispazo en el minuto 89 de Luis Morán y el acierto de Muneta dio un valioso triunfo a la UDL y obliga a los de Santander a ganar el próximo domingo en Burgos para recuperar la privilegiada posición que, de momento, les han arrebatado Pouso y sus pupilos.
El partido de la UDL no fue brillante. El choque transcurrió sin demasiados sobresaltos, sin grandes ocasiones, con un conjunto visitante que dominó buena parte del encuentro y con un Somozas ordenado atrás y que buscaba el contraataque en cuanto veía el mínimo descuido en los rojiblancos.
Ni los coruñeses parecían dispuestos a arriesgar, ni los visitantes se desataron en ataque lo suficiente como para merecer sin discusión los tres puntos.
En un duelo de guante blanco, hubo algunos golpes que pretendían convertirse en ganchos definitivos pero que acababan convirtiéndose en tortazos al aire y que sólo servían para cortar la respiración de los aficionados que acudieron al Manuel Candocia.
Con el aliento contenido ante el temor de perder lo ganado antes, el partido llegó a los minutos finales. Un toque de fortuna, una mínima claridad, podía dar el éxito, mientras que el mínimo error quedaba sin margen de solución y abocaba a una casi segura y frustrante derrota.
Y ahí llegó la electricidad de Luis Morán, que había salido en la segunda mitad, para dar luz a la UDL en el minuto 89 e inventar una jugada que acabó en una asistencia que Muneta convirtió en gol. Era el tanto de un triunfo necesario en estas tierras gallegas que tan buen rédito han dado esta campaña al equipo riojano.
Como no podía ser de otra forma, el partido tuvo susto final. En la jugada siguiente del Somozas, un tiro de Antas salió rozando la cepa derecha de la portería defendida por Miguel. El efecto óptico, mezclado con la tensión del momento, provocó que alguno viera el balón dentro de la portería visitante. El acongojo duró un instante, y el pitido final regaló el buen sabor de una victoria que los jugadores blanquirrojos paladearán con gusto durante estos merecidos días festivos de Semana Santa de los que disfrutarán, a la espera de que a algún rival directo se le atragante el partido del fin de semana.
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