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Iker Alegre encara al Pulpo Romero para hacer el gol que abría el marcador en La Eragudina.
Derrota en casa ajena
AT. ASTORGA 3 - U.D. LOGROÑÉS 1

Derrota en casa ajena

El Astorga pone fin a los once encuentros sin perder de una UDL que se diluyó en el segundo tiempo tras dos penaltis rigurosos

SERGIO MORENO

Sábado, 13 de febrero 2016, 22:13

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Enseñar la casa está sobrevalorado. La cocina, el salón, los dormitorios. hasta los cuartos de baño. Eso no es normal. Dicen que es de paletos. Se abre la puerta, por supuesto, se recibe en el recibidor que para eso tiene ese nombre tan bien puesto, y se pasa a la estancia donde se celebra la fiesta. Enseñar el resto, dicen, es de paletos o de nuevos ricos. Y los de Astorga ni son paletos ni acaban de hacer fortuna. Por eso no son de enseñar su casa. O al menos han aprendido la lección de que no deben hacerlo si quieren seguir en Segunda B. Y es que los modales se pierden cuando la necesidad aprieta. Hay que entenderlo.

Y como el Astorga anda bastante mustio por el Grupo I, siendo el más 'paleto' de los locales, decidió dejar de enseñar su casa a los visitantes, justo el día que le picó en su puerta el mejor visitante, la UD Logroñés, que salió derrotado de La Eragudina en una fiesta a domicilio que reventó en la segunda parte un colegiado que en cuatro minutos señaló dos penaltis y expulsó a Jacobo Trigo. Vamos, que le enseñó la puerta a los invitados, que cogieron sus trastos y regresaron a casa por donde habían venido, con la cuarta derrota de lo que va de curso, que tampoco es cuestión de hacer un drama de todo esto.

Había transitado hasta ahora la UD Logroñés por pisos ajenos, más o menos espaciosos, con feliz soltura. Recorría las nuevas estancias en pantuflas y batín de seda. Cómodo, como en casa, incluso mejor. Tan sólo cinco goles en contra para reflejar el éxito que tenía este equipo lejos de Logroño. Pero era cuestión de tiempo que fuera expulsado de alguna casa tras una mala tarde. Y fue ayer en Astorga donde le dieron con la puerta en las narices.

Y eso que el Logroñés logró colarse hasta el pasillo en una primera media hora excelente, como viene siendo, por otra parte, habitual. Le invitó el Astorga a un trago como si quisiera despistarle. Treinta minutos de juego fluido a pesar del estado del terreno de juego: duro, irregular, botón, que dicen los clásicos.

Precisos los visitantes, comenzaron a colocarse las pantuflas con el tanto de Iker Alegre, en una jugada colectiva fantástica que finalizó con brillantez el extremo asturiano, y que mostró una nueva alternativa en el equipo de Pouso. Es riguroso atrás, ya se sabe; es vertical arriba, nada nuevo; pero con la llegada de Luis Morán se gana un jugador por dentro y por fuera que contacta tanto en corto como en velocidad con los Pere Milla, Antxon Muneta, Iker Alegre...

Así deshizo el Logroñés al Astorga en una primera media hora solo empañada por una mala defensa en un balón parado lateral. Fue la señal de que los blanquirrojos no eran bienvenido en La Eragudina. Que esa fiesta no era para los riojanos. Un centro lateral que remató de cabeza Bandera para empatar el partido y llevarlo a un descanso donde todo cambió.

Los dos penaltis

El anfitrión se ausentó esos quince minutos y regresó enfadado, molesto, altivo y quejoso. Salió el Astorga a por los riojanos, y llevó la fiesta hasta el área de su invitado, que no supo contrarrestar a la contra, como es habitual, el empuje del rival.

Así que tan cerca del área riojana era cuestión de tiempo que llegaran los errores, también del colegiado, que señaló dos penaltis más que rigurosos: el primero por manos de Jacobo Trigo, totalmente involuntarias en pleno giro para poner su espalda y repeler el disparo de Puente; y el segundo por un tropezón por detrás del propio Jacobo Trigo tras la gran jugada individual de Beceiro.

Dos penaltis, dos amarillas a Trigo, una expulsión. La primera pena máxima la falló Bandera, la segunda la anotó Puente para darle la vuelta al marcador. El Astorga había tomado la decisión de no enseñar su casa, y la UD Logroñés, con un hombre menos, quiso salir de La Eragudina a trompicones, como suele pasar en las fiestas que se acaban torciendo. Barullos por todos los lados hasta que llegó el golpe definitivo de los dueños del campo.

Una contra y el tercero para dejar claro que no era el día, pues recibió la UDL tres goles en contra cuando hasta ahora en casa ajena, en toda la temporada, sólo había encajado cinco. Al final lo de no querer enseñar la casa al visitante le salió bien al Astorga, que congeló las esperanzas de los riojanos de hacer un febrero tan perfecto como fue el mes anterior. Pero no conviene hacer un drama de todo esto. Quién no se ha sentido alguna vez fuera de lugar en casa ajena.

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