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Masticar piedras

Masticar piedras

La UD Logroñés confirma su nulidad ofensiva en Las Gaunas con una justa derrota ante el Somozas

Sergio Moreno Laya

Domingo, 8 de noviembre 2015, 20:44

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Al fondo del garito, el señor mastica piedras, farfulla entre dientes maldiciendo su mala sombra. Apura su trago para pasar las piedras que luego deberá digerir. Y encima, mañana será lunes, y tendrá resaca. Qué rico aquel bocado, un sabor que apenas ya puede recordar por culpa del regusto a cenicero. Maldita sea su sombra, repite al cielo. Fue tan bonito, y tan breve. Qué rico aquel bocado. Qué instante tan alejado. Qué partido aquel contra el Compostela o el Coruxo. Qué dos ratos para conservar. Qué pena tenerlos ya tan alejados del paladar. Maldita sea, se repite al fondo del garito mientras mastica piedras porque no reconoce a su equipo. Y no encuentra explicación razonable, ni en el fondo del vaso.

Toca masticar piedras. Arrugar el morro para que al menos la digestión del mal trago no sea ni lenta ni pesada, por el bien de los objetivos marcados a principio de temporada. Para que esto pase cuanto antes. Para que el equipo recupere cuanto antes el camino hacia el gol. Masticar piedras para asumir que la UD Logroñés ha hecho un solo gol en los últimos cuatro partidos. Tragar después la bola de dos pésimos partidos de forma consecutiva en Las Gaunas. Y digerir en el estómago que de los doce últimos puntos disputados se han sumado cuatro. Vaya mes más indigesto. Qué piedras más duras.

La UD Logroñés ha confirmado ante el Somozas su nulidad ofensiva en Las Gaunas. Era cuestión de hacer un gol, como contra el Sporting B. Solo eso, un gol, dos tantos en total para haber sumado seis puntos. Pero nunca llegaron, ni hace quince días, ni este domingo. Y sí lo hizo el Somozas (no lo logró por suerte el Sporting B) que con cuatro carreras consiguió dos mano a manos con Miguel, y un tanto en un córner tras otra gran intervención del meta riojano, el mejor a día de hoy de toda la plantilla. Sacó las cuatro jugadas de peligro que creó el Somozas en todo el partido, pero en la quinta ya no pudo rehacerse, y Añón punteó sobre la línea de gol para hacer el tanto de la victoria. Otra piedra a la boca para masticar poco a poco. Porque todos los asistentes a Las Gaunas sabían que el partido estaba perdido. No por el gran nivel del rival, sino por la nulidad ofensiva de la UD Logroñés, que está sin idea alguna de medio del campo hacia delante. Un solo tiro entre los tres palos, de Pere Milla, desde fuera del área, parece demasiado poco para un equipo que quiere ser primero a final de curso (todo un reto en la jornada doce teniendo en cuenta que el Racing de Ferrol está ya a 8 puntos de los riojanos, que son terceros).

Con Jacobo Trigo en el banco, y Adrián León haciendo de faro, no parece que el problema sea defensivo, sino más bien creativo. Es tan horizontal la actual UD Logroñés que no hay forma de romper cualquier defensa, como la del Somozas, salvo que se produzca un error claro, como el que precedió al gol de Titi en Pontevedra. Si el rival no falla, la UD Logroñés no hará gol. Es imposible. No hay acciones para ello. Ni Chevi ni Muneta crean con el balón, y a partir de ahí los centros al área se convierten en argumentos tan previsibles como sencillos de despejar. Piedrita a la boca y a seguir masticando. Tampoco ayuda la tristeza de Pere Milla a la hora de girarse. Ya no hay hambre en sus ojos. Las piedras no le permiten tragar. No reta con tanta verticalidad como antes, ni golpea al balón con la violencia de principio de curso. Y sin ese recurso individual, la horizontalidad se abre espacio sobre el terreno de juego.

Parece esta UD Logroñés tan empeñada en defender su propia portería que se ha olvidado de buscar la contraria. Y sin juego colectivo en ataque, las individualidades desaparecen por la lógica propia de la Segunda División B. Sin plan para romper defensas contrarias, la UD Logroñés pierde partidos como contra el Somozas, mientras al fondo bar, en la barra, el hombre trata de recordar aquel sabor inicial que sólo produce el juego vertical, y un ligero pitido de oídos le impide recordar cómo sonaban las guitarras eléctricas del juego de ataque de este equipo en las cinco primeras jornadas. Sigue masticando piedras en silencio.

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