Borrar
Piedras en el riñón

Piedras en el riñón

La UD Logroñés cede un empate ante un Astorga inferior que empató de penalti para hacer justicia en el marcador

SERGIO MORENO

Sábado, 19 de septiembre 2015, 23:24

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cayó Adrián León al suelo, sobre su costado, en un golpe duro y seco para un tipo de 190 centímetros. Cayó Adrián León y le dolió en el riñón, casi tanto como a su equipo. Dolor similar sintió Pere Milla. En la misma zona, en la parte baja de su espalda, en el lateral. Golpe por detrás en el costado. Le chocó duro por detrás Víctor Andrés, y el partido se paró, el equipo se detuvo. Dolor. Daño. Pero había que seguir jugando, porque para ese entonces el partido venía empatado. Qué prisas, qué malas consejeras.

Dos golpes a los dos mejores ayer sobre el césped de Las Gaunas. Adrián León y Pere Milla, asistente y rematador, martillo y clavo en lo que va de temporada. Soporte y estilete. Y sin embargo con dolor en sus respectivos costados, a modo de piedras en el riñón, que creyeron expulsar en una jugada, la jugada, por única en todo el encuentro, donde lograron encontrarse. Ambos de primera, a la primera. 25 metros de centro diagonal de Adrián León que le cayó a Pere Milla en la derecha, más acertada que estilosa, pero igualmente funcional. El balón entró en la portería de Riki, que no volvería tocar una pelota con sus manos en todo el partido. Una tuvo que parar, una que no logró hacerlo. Y para el minuto 22 de partido, la UD Logroñés ya ganaba, ya se sentía ganadora, ya presumía de plumaje. Las piedras en el riñón parecían perderse por el retrete. El triunfo parecía hecho. Cuestión de tiempo. Por inercia, si desaparecía el molesto dolor del costado llegarían otras cuantas y alguna acabaría dentro. Eso pensaban los locales, los del césped y los de la grada.

Pero los cólicos son repentinos, y rompen por la mitad. Destrozan el cuerpo en un instante, y si no se interviene a tiempo, la cosa se puede complicar. Obligado es acudir al médico para solucionar el trance, pero ni con ésas. Porque las piedras en el riñón volvieron a hacer acto de presencia antes del descanso. Recostada la UD Logroñés sintió el latigazo que le partió por la mitad justo cuando trataba de levantarse de su letargo. Entre los centrales se coló Puente para encarar a Miguel, que tendido sobre su costado derecho se giró para ver cómo el delantero maragato mandaba un gol cantado al palo, y a los jugadores blanquirrojos a pasar por el médico de cabecera, porque el aviso parecía serio. Descanso y Carlos Pouso con la obligación de poner remedio al doloroso quebranto riojano.

Seguros de que las piedras se habían ido por el sumidero, los futbolistas locales agilizaron el paso con el alivio de no sentir molestias en su riñón tras su paso por el vestuario. Fluía el juego en el arranque y de un Sergio Reguilón en carrera debió de llegar el segundo, porque la enganchó Pere Milla dentro del área sin rivales de por medio, hundidos sobre su propia portería. Y se lució tanto con su mejor pierna, la zurda, con el objetivo de clavarla en la escuadra y recibir una calle en Logroño que se olvidó de envolver el cuero con su tronco, de echarse sobre el esférico, de doblar los riñones, y la pelota acabó en la grada. Un mal gesto que evidenció el dolor de espalda, las piedras en el riñón. El dolor, al no solucionarse con un segundo tanto, se recrudeció.

El cólico estaba en el ritmo sanguíneo de una UD Logroñés que se recetó una de Jacobo Trigo, a modo de tranquilizante en sustitución de un Birane Ba aún por hacer. Pero ni por ésas. Con el gallego a medio gas por unas molestias físicas, el cólico transitó del riego sanguíneo al sistema nervioso coincidiendo con un balón al área que ni Santillana hubiera llevado a la red. Y menos aún Puente, que sintió el codazo de Rico. Penalti y gol de Bandera. Esto es un cólico. Ya no hay duda. A la carrera para llegar a Urgencias, en un estado de precipitación lógica para aquel que nunca ha sentido dolor en estas cuatro jornadas previas. A la carrera buscó el gol de la victoria el conjunto local. Cogió la cartera para pagar la receta, con Muneta sobre el césped; comprendió el síntoma al retirar a Joel Valencia; adivinó la medicina, con Jordan de nuevo sobre el césped Pero a nadie se le ocurrió llamar a la ambulancia, y sin balón este juego carece de sentido. Un cólico en toda regla que la UD Logroñés deberá superar de viaje a Aranda, a la espera de recordar para siempre qué supone un dolor de costado, y advertir así para el futuro que su mejor medicamento contra las piedras en el riñón es la pelota.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios