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Santelices, que volvió a la titularidad, entra a un rival. :: a.
LA CLAVE
DEL CINCO

LA CLAVE DEL CINCO

La UDL supera al Coruxo con tanto de Menudo y recupera la iniciativa ante su máximo rival, el Racing

SERGIO MORENO

Domingo, 19 de abril 2015, 23:41

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Cinco lobitos, dicen, tenía la loba. Cinco lobitos, aseguran, detrás de la escoba. Cinco, cinco, y cinco veces hasta llegar al quinto. Entre el cuarto y el sexto se sitúa el cinco, que además es el tercer número primo y el segundo número de Fermat, que no sé lo que es pero que sin duda debe de ser importante. Cinco veces cinco para evitar ser el número cinco. Con el cinco, por tanto, sueñan unos blanquirrojos que suman y restan para alcanzar el quinto partido hasta el final por delante del quinto. En el cinco está la clave. Porque el cinco blanquirrojo es el mejor.

El cinco por un lado, el cinco por el otro, el cinco aparece ante los ojos para recordar la distancia que separa el abismo del paraíso, el éxito del fracaso, la minúscula de la mayúscula, la buena historia de la gran historia. Cinco veces cinco para sumar los puntos necesarios que la UD Logroñés requiere para alcanzar al menos un puesto por encima del quinto clasificado. Con el cinco en la cabeza volvió la UDL de Vigo porque esos son los puntos que le separan del quinto. y del sexto. La clave está a día de hoy en el cinco. Comienza la cuenta atrás.

Y lo hace en la mejor disposición posible. Tras una victoria ayer a domicilio de la UDL basada en uno de los ejercicios de pragmatismo más exquisitos del que quizás sea el equipo más pragmático de la categoría, apoyado en un fútbol de necesidades que advierte al rival como un molde donde hacerse fuerte y arrancar victorias por la mínima pero justas al fin y al cabo. Acostumbrado a competir como nadie en el filo de la navaja, la UDL tropieza como cualquier otro equipo -como contra el Valladolid B- pero es capaz de ganar dando un latigazo mortal para recogerse como casi nadie sabe hacer a la espera de un zarpazo final que no acaba de llegar por uno u otro motivo con el fin de tener un final de partido tranquilo.

Con los ojos puestos en Chevi, los del Coruxo no observaron que Juan Carlos Menudo estaba a punto de sumar su quinto -no podía ser otro número- encuentro marcando de forma consecutiva. Arropados en la banda derecha, el balón acabó en la izquierda, donde Menudo arrancó un baile exquisito para castigar sin contemplaciones a su lateral. Salgo para fuera, voy para dentro, para fuera, para dentro, y reviento la pelota en el larguero que la envía a la red. Dos veces cinco goles de Menudo en su quinto encuentro marcando tantos que valen puntos.

Y como en el cinco está la clave, el mismo Menudo no quiso romper esta cábala. Y tuvo oportunidades para hacerlo. Le robó la cartera a Ángel nada más comenzar el segundo tiempo, pero no llegó el sutil golpeo elevado por encima de Brais hasta la escuadra. Y en la conjura también acertó el colegiado, que no permitió que Menudo celebrara el segundo de la tarde, el que hubiera sido el undécimo, porque sencillamente el linier no vio que el balón había traspasado totalmente la línea de gol. Un juez de línea que tampoco observó la falta cometida por Brais a Iker Alegre dentro del área en la última contra que desaprovechó la UDL en la segunda parte para haber sentenciado el partido. Porque anteriormente, Joel Valencia falló a puerta vacía, como le sucedió a Camochu o al mismísimo Juan Carlos Menudo, cómodo en la cresta de la ola, brillante en la ejecución, resolutivo hasta decir basta.

Y cinco párrafos después surge de nuevo el cinco. Porque en el cinco está la clave. Moisés García es un futbolista mayúsculo, imperial, resolutivo, eficaz, titánico. cinco calificativos que bien pudieran ser cinco más. Es el pilar fundamental, junto a otros, de un conjunto al que le restan cinco entrenamientos más para afrontar el partido más importante en la historia de la UDL. Será el domingo en Ferrol, contra el Racing, el cuarto, el que marca la frontera entre el abismo (el quinto) y el paraíso (todos los demás).

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