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Juntos otra vez

Juntos otra vez

Un Mundial en el que ya no competimos nos dispersa, nos hace ir a cada uno por su lado y siempre necesitamos un poco de unidad para vivir

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Sábado, 14 de julio 2018, 10:27

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En fin, señores, este campeonato del 2018 está a punto de fenecer. Escojo este verbo tan fúnebre porque esa es la impresión que estoy sintiendo mientras escribo este último capítulo del culebrón. ¿Significa eso que me encuentro muerta de pena porque se acaba el Mundial? No es tan grave, les explicaré: como mis conocimientos sobre la ciencia futbolística tienen alguna que otra limitación, para hacer estos artículos, aparte de ver los partidos en la tele, suelo nutrirme de los medios de comunicación. Ellos me brindan los temas para poder contarles algo que tenga cabeza y pies. ¡Cuál no habrá sido mi espanto al comprobar que toda la prensa en pleno, la deportiva también, ha dejado de considerar el Mundial como el centro de sus intereses! He buscado, pero solo he encontrado artículos y comentarios sobre el éxodo de Ronaldo, sobre el posible advenimiento estelar de Neymar al Madrid. También he hallado análisis y exégesis sobre algunos goles en concreto, sobre algunos jugadores desconocidos para la mayoría… pero sustancia, lo que se llama sustancia sobre el Mundial, algo de lo que se pueda extraer un artículo inteligente… poco o nada.

Sin embargo, que yo sepa, todavía queda un partido crucial, el más llamativo, el absoluto, el último que será el primero: la gran final. ¿Es que no hay nada que decir? Por ejemplo, que la Gran Bretaña haya sido descabalgada, ¿no es motivo suficiente para un comentario? ¡Yo descargaría un bolígrafo entero solo con asertos políticamente incorrectos! Diría: ¡Hala, Blanca Albión, vete al infierno con tu presunta superioridad! ¿Acaso no dicen los británicos que el continente se separó de la isla?, ¿no acabaron estos señores rematando la jugada con el voto a favor del Brexit? ¡Pues al carajo! Ahora os daréis cuenta de que Europa es más importante de lo que hubierais podido pensar. Europa es el futuro, observad si no quién os ha eliminado del Mundial. Ha sido Croacia, un país pequeñito, de fronteras abundantes y complicadas, de larga historia pero corta tradición. ¿Pues sabéis qué ocurre con este micro país? Pues que forma parte de la Unión Europea de pleno derecho, ¡es Europa! Desde su reciente creación, Croacia se ha integrado en la comunidad y no sólo goza de sus derechos, sino que ayuda a proyectar una idea de avance, de futuro, de progreso, de confianza en un continente que ha pasado por todo y de todo ha salido.

Estos jugadores del equipo croata son jóvenes, enérgicos, tienen una indudable calidad deportiva y vienen de un pasado reciente terrible, donde la guerra puso en jaque su difícil continuidad como país. Y ahí están, en la final, sin más aspiraciones que jugar y ganar.

¡Hala, ya he soltado un panfleto europeísta que no se lo salta un galgo! Pero era una oportunidad que no podía desperdiciar y a falta de incidencias técnicas en las que incidir… Solo les diré que en el campo de juego los croatas se defendían como jabatos y que el partido me divirtió.

Como coda final les diré que no sé con qué espíritu enfrentaré la final. ¿Qué podría escribir como tema?: ¿Vieja Europa versus nueva Europa? ¡Qué difícil tomar una decisión! Francia es Francia, buena en lo futbolístico y génesis de nuestra identidad, y Croacia es lo nuevo, en el fútbol sorprendente y en la política, simbólico. Ya veremos qué pasa.

En cualquier caso, tampoco es extraño que los periódicos nacionales hayan dejado de ocuparse prioritariamente del Mundial. Han pasado a lo cotidiano: dimes y diretes entra jugadores y entrenadores, fichajes, rumores, bodas y natalicios de las figuras del balompié… Es normal, el runrún de la vida nos protege, nos adormece, nos hace reconocer los puntos en los que coincidimos todos, aunque no sean importantes, y eso es tranquilizador. Un campeonato en el que ya no competimos nos dispersa, nos descoloca, nos hace ir a cada uno por su lado, y siempre necesitamos un poco de unidad para vivir. Volvemos a estar todos juntos en nuestros pequeños intereses.

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