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RODRIGO ERRASTI
Lunes, 25 de junio 2018, 19:52
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Tenemos tiempo». Es la consigna que Fernando Hierro lanzó ayer a los informadores destacados en Krasnodar. Sonríe, pero está cansado. Los tres primeros días tras su apresurada designación apenas durmió. «No encontraba horas para ver más vídeos de rivales y analizar cosas propias». La cuestión es que el malagueño llegó a Rusia como un director deportivo de la Federación Española de Fútbol (FEF) ataviado «con traje y corbata» y acabó enfundado en un chándal y heredando el colectivo de Julen Lopetegui, «un íntimo amigo» que le inspira «todos los respetos».
Hierro se sabe al frente de La Roja «por circunstancias, no por mi crédito». «No me puedo engañar -prosiguió-. Con mi currículum como entrenador difícilmente podría ser seleccionador. Lo digo con el corazón. No es falsa humildad, sino realismo». El técnico de La Roja no niega que su año en el Oviedo le enriqueció y fue fundamental. «Ahora todo lo que pase es responsabilidad mía», asume.
Se trata de un cambio de papeles radical. Porque hasta la semana pasada Hierro «hacía de 'poli malo' protegiendo al entrenador», mientras que ayer su labor al frente del combinado nacional era bien distinta. Por ejemplo, agradece encarecidamente al Sevilla que «Marchena haya podido venir a echarnos una mano, un campeón del mundo, una persona íntegra y directa que está para ayudarnos».
El sucesor de Lopetegui no quería mirar atrás. «Esos cuatro días (los que siguieron a la noticia de que el de Asteasu había fichado por el Real Madrid) cada uno los vivió a su manera. Yo también, pero lo importante es que tengo un reto precioso, apasionante; que voy a vivir al día. Tenemos claro lo que queremos; mi equipo de trabajo, de confianza».
Lo que venga después de Rusia 2018 Hierro lo ignora por completo. «No puedo controlar lo que pueda pasar mañana; sólo hasta el 15 de julio, y en ese viaje no me quiero perder ni un segundo de disfrutar. Ya veremos dónde estamos en 2022, pero hoy tenemos en la cabeza una ilusión». Tanto es así que el seleccionador se felicitó de que La Roja haya dado a todos una lección de madurez dentro y fuera del campo. «Es un grupo con personalidad. Son jugadores de élite que viven en el alambre, que saben que esto son rachas y tienen cabezas privilegiadas para mantenerse en la crisis, gestionarla y salir adelante».
«Di mi opinión»
Hierro tiene asumido que en el vestuario hubo quienes se opusieron de inicio a la destitución de su predecesor -él mismo fue uno de ellos-, pero cambió de posición cuando Luis Rubiales le recalcó la debilidad de la FEF tras la negociación de Lopetegui con el Real Madrid. «Di mi opinión a quien se la tenía que dar y me quedo con la conciencia muy tranquila», explicó ayer el técnico. «Como director deportivo busqué el beneficio de la Federación a dos días del Mundial. Es una decisión que había que aceptar con responsabilidad. No voy a preguntar a cada jugador qué pensaba. Hay gente que no estaba de acuerdo y empatizo con ella. Si yo fuese jugador, ¿qué haría? ¿Cómo me pondría?».
Fernando Hierro indicó que, de ahora en adelante, su obligación es persuadir a los seleccionados de que cuando regresen a España, «ojalá lo más tarde posible», puedan decirse a sí mismos que lo intentaron con todo el corazón. «Sabemos lo que representamos para nuestro país y nuestro fútbol, y también tenemos que hacerlo por nosotros mismos como profesionales», enfatizó el preparador andaluz, que tras haber tomado el mando de La Roja es perfectamente consciente de que los futbolistas «tienen analizado al entrenador en cinco minutos».
Volvió a incidir el malagueño en que «esta selección tiene derecho de autor», en alusión a Lopetegui. «Él ha estado dos años trabajando con ellos y esto es una minicompetición de siete partidos. Nos equivocaríamos si le fuera a dar mi toque especial. No podemos cambiar la personalidad de los jugadores, las características futbolísticas del grupo, que son muy marcadas. No vamos a jugar al balón largo», ironizó.
De hecho, Hierro se mostró orgulloso de que España tenga una idea tan clara de juego. «Decíamos que no tenía personalidad. Ahora que hemos elegido el camino, con lo que nos ha costado, y que tenemos claras nuestra características y virtudes, no nos vamos a alejar de él. Intentamos jugar lo mejor posible, un fútbol combinativo que aproveche la calidad de los jugadores. Pedir algo que va contra nuestra naturaleza y virtudes sería inmolarnos».
Al abordar los debates acerca de la alineación, las discusiones sobre quién debe ser titular en punta o bajo los palos, reaccionó con una pregunta: «¿Cuándo no las hay? Dime en qué puesto y terminamos antes. Cada cinco días hay un partido; ahora es el '9', luego el mediocentro, luego el lateral derecho, el portero... Siempre en debate continuo. No debe molestar. Es vuestra opinión, están los demás para tomar las decisiones».
Hierro sí se reconoció preocupado por haber encajado tres goles de Cristiano, aunque alegó que no es fácil remontar dos veces el marcador ante la campeona de Europa. «Y más en el primer partido, que es difícil por la ansiedad de empezar viendo que otros lo han hecho». El técnico dejó meridianamente claro que le gusta una selección con estilo propio y personalidad con balón, «pero también todo el mundo nos analiza y sabe cómo hacernos daño». Y así, introdujo el partido de Kazán ante Irán. «Es una selección compleja, que en los 19 últimos partidos oficiales ha encajado sólo cinco goles y ha metido 37. De ellos, 17 a balón parado», detalló.
En vísperas de ese partido, Hierro se congratuló de que La Roja esté bien preparada, de nuevo haciendo referencia al trabajo previo de Lopetegui. «Se ha quedado mucha gente del staff, por lo que hemos seguido su forma de actuar. Si cambiamos la estructura defensiva y ofensiva seríamos unos locos. Ochotorena, Antolín y Celades son los que en definitiva llevan esa parte de estrategia que está en un perfecto conocimiento. Desde esa naturalidad hay cosas que no se pueden tocar».
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