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Jornada 17

El Barça noquea al Madrid en navidades

Valverde castiga el planteamiento timorato de Zidane, que prescindió de Isco, y da un golpe decisivo a la Liga

Ignacio Tylko

Madrid

Sábado, 23 de diciembre 2017, 00:06

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En fechas consagradas a la paz y la buena voluntad, Real Madrid y Barcelona afrontarán su sexto clásico navideño con exigencias dispares pero con idéntico objetivo: dar un mazazo al rival que marque el devenir de la Liga. A los blancos, que reciben al líder con once puntos de desventaja, una distancia nunca antes vista para un enfrentamiento entre los dos titanes del fútbol español en una primera vuelta, les va en ello la vida, por mucho que Zinedine Zidane remarcase la víspera que incluso con una derrota el torneo no estará sentenciado.

Sabe de lo que habla el galo, triunfador en su primer pulso con el Barça allá por el 2 de abril de 2016, cuando con diez futbolistas sobre el campo por la expulsión de Sergio Ramos, fue capaz de truncar la marcha de un equipo que se presentó en el Camp Nou con una brecha de diez puntos sobre su adversario, al que había humillado en la primera vuelta para precipitar la caída de Rafa Benítez. Pero sus palabras, motivadas por el lógico deseo de quitar presión a sus jugadores, no ocultan el hecho de que un tropiezo significaría casi con toda seguridad un prematuro adiós al afán merengue por revalidar el título que le condenaría a cinco meses de penitencia en el campeonato doméstico.

A los azulgrana, por el contrario, se les presenta la oportunidad de asestar una estocada mortal a un enemigo herido pero con una capacidad sin parangón para sobrevivir en las situaciones más acuciantes. De ganarse el indulto en el Santiago Bernabéu, el conjunto e Zidane encarará la Nochebuena con la convicción de que la presa culé sigue estando a su alcance.

Batalla crucial en la medular

Matar o arriesgarse a morir en el futuro es, en definitiva, la disyuntiva que se le presenta al cuadro blaugrana en un pulso insólitamente desnivelado en la tabla pero que ambos contendientes abordan con fuerzas más parejas de lo que refleja la clasificación. Con números muy similares en cuanto a victorias y goles en este 2017 que despedirán futbolísticamente hablando ambas escuadras en el Santiago Bernabéu y una reñidísima batalla también entre sus dos jugadores franquicia por liderar la lista de artilleros continentales en el año en curso, Real Madrid y Barcelona tienen sobradas credenciales para optar a una jubilosa salida del año que se va y a un no menos esperanzador recibimiento del entrante.

La manita al Sevilla y el Mundialito de Clubes amarrado en Abu Dabi ha insuflado moral al Real Madrid que tras un errático comienzo de curso, ha recuperado piezas clave en su engranaje y parte del olfato perdido, con Cristiano Ronaldo marcando en los cuatro últimos choques y en plenas condiciones pese a las molestias en la pierna que arrastró toda la semana. La mejoría de Modric y Kroos ha elevado las prestaciones del vigente campeón. La sagacidad táctica del croata será fundamental para contener a la medular azulgrana, donde Ernesto Valverde ha recuperado al mejor Rakitic y a un Iniesta que, como Sergio Ramos y Leo Messi, vivirá su trigésimo séptimo clásico con la sonrisa en el semblante que perdió con Luis Enrique.

Casemiro volverá a ser el ancla de los blancos, pese a que el formidable desempeño de Kovacic como secante de Messi fue uno de los ejes sobre los que se cimentó el doble triunfo merengue frente al Barça en la Supercopa. Zidane apostará por el mayor sacrificio defensivo de Isco y adjudicará nuevamente a Bale el papel de revulsivo, confiando en que la explosividad del galés surta mejor efecto ante un Barça ya cansado. Arriba, el siempre cuestionado Benzema, autor de seis goles al Barça en el Bernabéu, será otra vez el escudero de Cristiano.

Al igual que Zidane, que se encomendará al once de Cardiff, Valverde entiende que un clásico no es buen terreno para experimentos, por lo que dibujará un equipo plenamente reconocible en el que Sergi Roberto, conductor de la contra finalizada por Messi que tumbó el pasado año al Real Madrid en el feudo de La Castellana y Jordi Alba ocuparán los carriles con la misión de penalizar las dificultades para el repliegue de los laterales locales, especialmente de Marcelo. Vermaelen tendrá su bautismo de fuego en un clásico cuatro años después de recalar en Can Barça. El belga ha cubierto con acierto la ausencia de Umtiti, pero la del central francés sigue siendo una baja sensible en la mejor zaga del campeonato a domicilio, donde sólo ha encajado tres tantos.

Pese a que Deulofeu recibió ya el alta, el Txingurri, que ha perdido sus cinco duelos con Zidane en los banquillos, dejó al extremo fuera de la convocatoria, lo mismo que a Dembélé, con el que no desea correr riesgos pese a que lleva días trabajando con sus compañeros. Sus ausencias, sumadas a las del lesionado Alcácer y los descartados Arda Turan y Rafinha, permitirán al técnico mantener el 4-4-2 que ha solidificado al conjunto culé.

Al espectacular momento por el que atraviesa Ter Stegen y el terror que Messi siembra en cada una de sus visitas al coliseo blanco se suma la racha de Luis Suárez, autor de seis tantos en sus últimos cinco partidos. Fortaleza defensiva y eficacia ofensiva con la que el cuadro blaugrana quiere enterrar las opciones del Real Madrid en un clásico en el que no habrá pasillo a los blancos por su sexta corona planetaria.

Al Barça le venía de perlas un empate en el Bernabéu pero ganó en cuanto se lo propuso y dio un golpe seguramente definitivo a la Liga porque, hoy por hoy, es infinitamente mejor que un Real Madrid sin juego, sin físico, sin fe y sin una buena dirección desde el banquillo, por más que Zidane haya ganado ocho títulos de diez desde que accedió al cargo. Quedan nada menos que 21 jornadas por delante, pero 14 puntos de ventaja, aunque los blancos aún tienen pendiente el miniderbi de Butarque aplazado por el Mundialito, se antojan una diferencia insalvable. Casi tanta como los nueve de ventaja de los culés sobre el Atlético.

Fiel a su estilo, no como el timorato Zidane, que dejó a Isco todo el partido en el banquillo, y valiente al advertir que sus rivales flojeaban tras el descanso, Valverde se doctoró en un escenario donde ya ganó con el Athletic al Madrid del cuadrado mágico de Luxemburgo. Ordenó a sus hombres dar un paso adelante en el momento justo, definitivo para descoser a un Real Madrid desequlibrado en todos los aspectos.

Luis Suárez acertó en un contragolpe de manual y remató la faena Messi después de un penalti por mano de Carvajal, expulsado. A partir de ahí, el Barça no hizo sangre y al Madrid no le valieron el orgullo y amor propio, valores eternos del club más laureado dl mundo. Un equipo que sin acabar la primera vuelta ya ha perdido 10 puntos en su feudo, no puede aspirar a ganar la Liga. Pésimo final de un año histórico con ese repóker de títulos.

Real Madrid

Keylor Navas, Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo, Modric, Casemiro (Asensio, min. 72) , Kovacic (Bale, min. 72) Kroos, Cristiano y Benzema (Nacho, min. 70).

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3

Barcelona

Ter Stegen, Sergi Roberto (Aleix Vidal, min. 90), Piqué, Vermaelen, Jordi Alba, Paulinho (André Gomes, min. 83), Rakitic, Busquets, Iniesta (Semedo, min. 76), Messi y Luis Suárez.

  • Goles 0-1: min. 54: Luis Suárez. 0-2: min. 63: Messi, de penalti. 0-3: min. 90+1, Aleix Vidal.

  • Árbitro José María Sánchez Martínez (Comité Murciano): Expulsó a Carvajal (min. 63). Mostró amarilla a Vermaelen, Ramos, Marcelo y Busquets.

  • Incidencias Partido correspondiente a la 17ª jornada de Liga, disputado en el Santiago Bernabéu. Lleno y mañana fría pero muy soleada. En los prolegómenos, el capitán Sergio Ramos ofreció a la afición el trofeo del Mundialito conseguido por el Real Madrid en Abu Dabi.

El clásico más navideño y en sesión infantil, pensado más en el Lejano Oriente que en la hinchada patria, castigó el planteamiento cicatero de Zidane. Recordó que en la Supercopa Kovacic anuló a Messi, apostó por el croata y ninguneó a Isco, que suele ser relegado en los partidos grandes y, si no, uno de los cambios. El malagueño ha sido titular en 12 de los 17 choques ligueros y sustituido en ocho. Sintomático. Y eso que el galés Gareth Bale se ha pasado gran parte del curso lesionado. Zinedine Zidane, no obstante, ya dejó intuir en la previa que haría algún cambio en función del rival al afirmar que «contra el Barça siempre hay que pensar más». La teoría, y con frecuencia también la práctica, concluyen que preocuparse más del enemigo que de tu poderío es comenzar a perder el partido. Y más si te juegas la posibilidad de reengancharte a la Liga. Pero el técnico francés no esconde esa influencia italiana aprendida en la Juventus. Y no le ha ido mal hasta ahora, por cierto.

Valverde, con menos donde elegir, no modificó apenas sobre lo previsto. Mantuvo a Sergi Roberto en el lateral derecho, a pesar de que el portugués Semedo rindió bien en el inicio de campaña, y antepuso el buen momento del belga Vermaelen al oficio de Mascherano, ya más fuera que dentro del club. Insistió además en Paulinho para apuntalar el centro del campo. Músculo, llegada desde la segunda línea y experiencia del brasileño, aunque no en los clásicos. Una elección facilitada también por las bajas de Alcácer y Deulofeu.

Lo más novedoso fue que en el comienzo Paulinho jugó como interior derecho, con Rakitic cerca de Busquets. Cambió Valverde a la media hora y adelantó a este jugador que llegó en silencio desde la liga china pero se ha convertido en un hombre clave en este Barça más táctico y disciplinado que los últimos. Ganó el Barça en ataque así, pero Marcelo encontró así más facilidades para percutir por banda en los compases finales del primer tiempo. Así llegó, precisamente, la mejor ocasión local de la mañana. Gran centro del lateral y enorme cabezazo de Benzema que desvió el poste. Se anticipó el galo a Vermaelen, lento en esa acción. Fue lo único destacado de Karim, que volvió a escuchar pitos desde la grada.

Más dominante en ese arranque que el Barça, aunque sin perder nunca de vista el repliegue, el Madrid ya dispuso antes de dos ocasiones, además de un gol anulado a CR7 por claro fuera de juego. Ambas las protagonizó Cristiano, lejos de su mejor versión pese a su Balón de Oro y The Best recientes, pero siempre una amenaza. En la primera le pegó una patada al aire tras un pase rasito, excelente, de Kroos y después sólo un pie milagroso de Ter Stegen evitó que su zurdazo fuera gol. Siempre hace el alemán una parada determinante.

El Barça estaba encantado con el empate sin goles y un partido muy cerrado. Mientras el Madrid no fuera más incisivo, vivía feliz y esperaba a su moment. Eso sí, muy molestos sus defensas y portero con el sol de cara en ese primer tiempo. Messi intervino solo dos veces antes del descanso, pero casi fueron ya dos goles. Dos pases prodigiosos a Paulinho y dos grandes intervenciones de Keylor, una al desviar un toque sutil con la derecha y otra al parar junto al palo el testarazo del brasileño. Con 0-3, el costarricense fue el mejor del Madrid.

En contra de lo que determinaba la clasificación, el Barça salió mucho mejor que su archirrival en la segunda mitad. E hizo trizas pronto el plan de Zidane. Avisó Suárez antes del primer gol, anotado tras un contragolpe de libro que inició Busquets tras un movimiento extraordinario ante Kroos, que sólo le siguió con la mirada. A partir de ahí, internada de Rakitic, apertura de Sergi Roberto, asistencia del canterano y gol del uruguayo, objeto minutos después de un golpe con el brazo en la cara de Ramos que bien pudo haberle costado la roja al sevillano.

El Madrid estaba ya fuera del partido, y de la Liga. Más aún tras la mano de Carvajal para salvar un gol de Piqué que le costó la expulsión al defensa y el segundo, obra de Messi de penalti. Pitada monumental a Zidane al retirar ya con 0-2 a Benzema y meter a Nacho. Ya entre los olés de la hinchada culé, Zizou introdujo a Asensio y Bale. Ni un minuto para Isco. Y menos mal para el campeón que el Barça contemporizó porque la goleada pudo ser de escándalo. Premio para Aleix Vidal, que marcó nada más entrar y acentuó la crisis de los campeones del mundo. Enorme acelerón de un Barça 'triunfant'.

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