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FÚTBOL

Neymar, espectáculo con peaje

En lugar de valorar su arte, se le critica porque los rivales le consideran chulesco y el fútbol moderno antepone el físico y el orgullo

P. RÍOS

Viernes, 5 de febrero 2016, 01:23

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barcelona. Desde que Neymar ha irrumpido en el fútbol español se entienden más los motivos por los que el regateador puro había casi desaparecido de este deporte tras agonizar durante años como especie en peligro de extinción. El brasileño no acaba un partido con el Barça sin que se hable más de sus supuestos desplantes a los rivales o de sus teóricos intentos de humillación que de su fútbol vertiginoso, atractivo y espectacular. Es un jugador que emplea todos sus recursos técnicos para intentar escapar de sus marcadores, un delantero que nunca rehuye el desafío de superar mediante un 'dribling' al defensa cuando está acorralado, ya sea pisando el balón, cambiarlo de pierna, con un eslalon, un túnel, un sombrero o un regate todavía por inventar fruto de su improvisación. Pero, sorpresa, parece que esas son malas artes en la visión actual del fútbol, que parece valorar más la potencia del autopase en carrera de otros cracks mundiales como Cristiano Ronaldo o Bale. ¿Por qué intentar superar al adversario con técnica es un insulto y aprovechar una musculatura más dotada es una oda al fútbol? Misterios del balón.

Barragán fue el último en sufrir el amplísimo repertorio de desbordes de Neymar en la ida de la semifinal de la Copa del Rey en la que el Barça goleó 7-0 al Valencia. Eso sí fue una humillación, el resultado, pero volvieron a cargarse las tintas en contra del brasileño por recrearse, quizás en exceso, en retar al lateral en el uno contra uno con el marcador muy favorable. También le han criticado por lanzar un penalti con 3-0 sin coger carrerilla. No se ha tenido en cuenta que Barragán le empujara lejos del césped en una de las primeras acciones del partido, provocando que cayera más allá de la hierba, golpeándose con el cemento y teniendo que ser atendido. Neymar responde con regates a los golpes.

Tampoco se ha valorado que esta temporarada ya lanzara varios penaltis a pie parado con desigual fortuna, a veces con el marcador ajustado y otras no. Es su fútbol, como dice Luis Enrique, su forma de concebirlo. Y tras dos años y medio en el Barça ya debería haber quedado claro que más que un intento de humillación, no coger carrerilla para tirar un penalti es un riesgo que asume él y que no siempre le sale bien. Ocurre lo mismo con sombreros como el famoso a Bustinza en la final de Copa 2014. ¿Tiene alguna posibilidad de éxito un regate así? Muy pocas. En realidad, el defensa ya le ha ganado la partida psicológica al obligarle a probar lo más difícil. Casi siempre recuperan el balón en esa acción. Pero en lugar de iniciar la contra, vende más tirar de orgullo y mostrar a la afición propia que de ellos no se ríe nadie. En aquel partido, el Athletic, tras el gol de Williams que colocaba el 3-1, tenía una posibilidad de volver a meterse en la final, pero la dilapidó con la pérdida de tiempo y energía que supuso preferir la tangana con Neymar.

En este inicio de año han coincidido una serie de partidos ante algunos de los rivales con los que más cuentas pendientes tiene. Los árbitros se lo permitieron casi todo a Javi López en los dos derbis que disputó ante el Espanyol. Cuando eso sucede, lo razonable debe ser, según el juicio que se está haciendo, retrasar el balón hacia un compañero o tocar rápido cada vez que el lateral le presiona con los tacos rozando su bota y los brazos empujándole. Para Neymar, ese paso atrás es perder. Él prefiere volver a encarar una vez más. Y le critican por eso.

También pasó con De Marcos (Athletic) y Juanfran (Atlético). Tumbar a Neymar, por extraño que parezca, ya parece más legal en nuestro fútbol que verle intentar una filigrana para responder al juego duro.

Naturalmente, Neymar no es perfecto y en ocasiones podría evitar algún lance del juego que puede herir sensibilidades. Pero entre el músculo del autopase, retroceder el balón por no atreverse o ir al choque físico como hacen con él, habrá que saber convivir con esos excesos que seguro que enamoran a los que contemplan el fútbol como lo que es, un espectáculo.

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