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Carlo Ancelotti, en un partido.
Ancelotti, un año en la montaña rusa
real Madrid

Ancelotti, un año en la montaña rusa

El técnico italiano, sin noticias de su futuro, ha pasado de hacer “un fútbol maravilloso” a convertirse en el único culpable de todos los males del club, al punto que Benítez espera que acabe la competición para dar una respuesta

Javier Varela

Viernes, 22 de mayo 2015, 03:42

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«Si el club está contento del trabajo que he hecho en dos años, se puede seguir. Si no está contento, tendrá que tomar una decisión. Mi futuro lo he decidido: me gustaría quedarme aquí, pero sé cómo funciona el fútbol». Las palabras de Carlo Ancelotti tras la eliminación en la Champions ante la Juventus auguraban una catarata de rumores que parece haber llegado a su fin. Ancelotti apura sus últimos días como entrenador del Real Madrid, sabe que tiene las horas contadas en el banquillo que le ha hecho ganar la décima, ser campeón del Mundo, hacer el mejor fútbol de todos los tiempos y «firmar cuatro títulos en un año», como pregonaba a los cuatro vientos el presidente blanco en marzo cuando salió ante los medios para aclarar que aquello era una balsa de aceite. Ahora, el técnico italiano está molesto por las filtraciones que salen del club, por la falta de crédito que parece tener a pesar de estar respaldado por la plantilla y por buena parte de la afición, y por el silencio institucional. Un año después -el domingo es el primer aniversario de Lisboa- de levantar la última Champions, las cosas han cambiado mucho para el técnico italiano. 365 días en los que el conjunto blanco ha parecido habitar en una montaña rusa, que, si nadie lo remedia, tiene pinta de que va a llegar al final del destino de forma precipitada.

Aquel gol de Sergio Ramos en la final de la Champions permitió a Carlo, que no contaba con toda la confianza del club, afrontar el verano diseñado una pretemporada y refuerzos para hacer todavía más fuerte un equipo que venía de tocar el cielo. Kroos, James y Keylor Navas llegaban a una platilla de la que se iban, para disgusto del técnico, Di María y Xabi Alonso, dos pilares el esquema del italiano. A pesar de ello, no soltó ni una mala palabra, como buen hombre de club. Entonces llegó la Supercopa de Europa y un partido redondo ante el Sevilla que hizo que muchos ya hablaran de un equipo de ensueño y de la posibilidad de conquistar todos los títulos posibles. El primer batacazo al sextete llegó en la Supercopa de España, donde el campeón liguero, y rival en Lisboa, le privó del segundo título. El comienzo de la Liga no ayudó a suavizar las primeras tensiones: derrota en Anoeta ante la Real Sociedad (4-2, tras ir ganando 0-2), y un pinchazo en casa ante el Atlético en la tercera jornada liguera (1-2). Entonces se escucharon los primeros pitos en el Bernabéu.

Pero en la eterna montaña rusa en la que ha vivido el Real Madrid esta temporada llegó el tramo de subida. Ante el Basilea en Champions comenzó una racha de 22 victorias consecutivas en las que el equipo blanco «hacía un fútbol maravilloso» -como señalaba su presidente Florentino Pérez- y que provocaba que hubiera quien hablara del «mejor equipo de la historia». Aquella racha histórica se completó con la conquista del Mundial de Clubes sin despeinarse, tras golear a Cruz Azul y ganar a San Lorenzo en la final. Eran días de vino y rosas, a pesar de no poder contar con Luka Modric desde noviembre por una lesión que le iba a dejar fuera de juego hasta marzo. Las vacaciones navideñas se vieron interrumpidas por un amistoso -en el que se rompió la racha de victorias- en Dubái ante el Milan, algo que no sentó bien en la plantilla y en el cuerpo técnico, que alegaba necesitar descanso después de unos meses de infarto.

Florentino toma la palabra

2015 comenzó de la peor manera posible. Usando el argumento de que las salidas de Xabi Alonso y Di María y la lesión de Luka Modric habían dejado pelado el medio del campo, el presidente le regaló a Lucas Silva. Fue un empeño más del presidente que del entrenador, que tuvo que tragar con el fichaje del brasileño que llegaba fuera de forma. Dos derrotas consecutivas -en Liga ante el Valencia y en Copa del Rey frente al Atlético, que logró dejarle fuera del torneo en octavos de final. Primer golpe en la línea de flotación de Carletto. El equipo parecía haber perdido la frescura de semanas atrás y echaba demasiado de menos a Modric, al que el italiano no encontraba un sustituto. De nuevo los vecinos rojiblancos, esta vez en Liga, dejaron temblando al Real Madrid con un 4-0 que dolió casi tanto como que varios de sus jugadores se escaparan a celebrarlo horas después a una fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo. Mientras sacaba la cara por su plantilla, llegó el susto en la Champions ante el Schalke 04, la pérdida del liderato en Liga y los primeros rumores que le situaban fuera del banquillo blanco en la previa de un clásico que podía decidir el título. Entonces Florentino Pérez tomó la palabra para salir en defensa de su entrenador y de sus jugadores y desmentir todo lo que se publicaba. «Son los mismos que hasta hace dos meses hacían un fútbol maravilloso», decía Florentino antes de añadir que «estaremos encantados de renovar a Ancelotti. No habrá problemas con la renovación de Ancelotti, se tratará a final de temporada».

La reaparición de Luka Modric pareció ser una bocanada de aire fresco para el Real Madrid y para el entrenador, que a modo de conjura se prometieron que si ganaban todos los partidos ligueros que quedaban serían campeones de Liga. En medio llegó la eliminatoria de cuartos de final de Champions ante el Atlético y la plaga de bajas: la conocida de Modric, la de Benzema, Bale y la sanción de Marcelo. Pero el equipo tiró de casta para lograr el pase a semifinales, a pesar del experimento de Ramos como mediocentro. Acertó el italiano, que confirmó que no confíaba en Illarramendi y Silva (una dupla presidencial que costó 52 millones), pero volvió a situarle en la picota. El pase a la semifinal y la cercanía del sueño de la undécima pospusieron las críticas. El equipo seguía sumando victorias ligueras y el bombo le otorgaba a la Juventus como su último rival en su camino a la final de Berlín. La derrota en Turín, el empate ante el Valencia que dejaba la Liga imposible y la posterior eliminación ante el equipo italiano, completó una semana horrible para el equipo blanco que, desde entonces, ha entrado en una espiral de rumores y silencios oficiales que han dejado a Ancelotti con la sensación de ser el único culpable. A pesar de jugar con las normas marcadas por el presidente, su salida se vende como la solución a todos los males del Real Madrid. Los jugadores han sido claros y le han dicho al presidente que «queremos que siga», pero Florentino ya ha tomado la decisión. Ancelotti será su noveno entrenador despedido. Rafa Benítez, actual entrenador del Nápoles, es el mejor colocado. Por el momento, tanto él como su agente Manolo García Quilón, dice no saber nada del tema más que lo que se publica pero su representante afirmo que «estaría encantado de poder entrenar a un club en el que ya fue técnico y jugador».

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