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RODRIGO ERRASTI
Jueves, 2 de octubre 2014, 01:35
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La primera derrota del Barcelona de Luis Enrique tras un inicio de temporada 'trionfant' reabre debates que parecían cerrados tras la marcha del nunca bien ponderado Tata Martino: unos hacen referencia a la valía de la plantilla en determinadas posiciones, sobre todo en defensa, y otros, todavía más preocupantes para el famoso entorno azulgrana, se refieren a la forma de gestionar el grupo por parte del técnico asturiano.
El Barça mostró en París desajustes típicos de un equipo en construcción. Al margen de la frivolidad de alinear a Ter Stegen y seguir la moda de Ancelotti de rotar en la portería, confirmó el preparador gijonés que desconfía de Piqué, suplente por segundo partido consecutivo, y que Xavi sólo es una alternativa. Mascherano completó un Mundial extraordinario con Argentina como mediocentro, pero Luis Enrique le quiere de central, donde fracasó ante la rapidez de Lucas Moura, Pastore y Cavani. A Mathieu le vino grande París.
En los laterales, ambos muy ofensivos, el Barça tiene un problema. Dani Alves y Jordi Alba subieron a la vez y quebrantaron uno de los mandamientos del fútbol. En el centro del campo, Busquets, lento y sin la capacidad para presionar de antaño, dejó que el equipo se partiese. Y Rakitic también estuvo blando y algo cohibido. Los jóvenes Munir y Sandro no cambiaron la dinámica negativa.
En los triunfos siempre se aplaude de forma unánime la apuesta por la cantera. En la derrota, el gobierno de la plantilla se complica. Luis Enrique ya sufrió en Roma, donde se marchó «agotado» y enfrentado a un icono como Totti.
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