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La plantilla del Sevilla celebra el título de Europa League, tercero consecutivo de los hispalenses. :: afp
La gloria se escribe en versión sevillista
EUROPA LEAGUE

La gloria se escribe en versión sevillista

Los de Emery supieron sobreponerse al primer gol inglés y barrieron a su rival en la segunda parte

LUIS F. GAGO

Jueves, 19 de mayo 2016, 01:06

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sevilla. Se encontraban en el St. Jakob Park dos equipos que nunca habían perdido una final de la Copa de la UEFA, ahora llamada Europa League. Por un lado, un equipo con cinco Copas de Europa incluidas. Por el otro, una plantilla hecha para entrar en la historia del fútbol. Era el duelo para saber si el Liverpool, que jugaba como local, iba a igualar la gesta sevillista con cuatro títulos de esta competición, o si por el contrario los andaluces se atrevían a ampliar su leyenda. De ahí que ambos se tantearan.

En ese juego de máscaras de ocultación, el Liverpool, con un ritmo alto y una presión asfixiante, era una máquina de dejar sin aliento al Sevilla, que sólo podía parar el 'tempo' del encuentro cuando le dejaba el contrario. Carriço pudo haber cometido penalti en la primera acción, aunque acertó el árbitro al no señalarlo por ser una mano involuntaria del portugués. No hubo tanta suerte cuando Sturridge sacó su pierna transformada en cañón para marcar el primero de la noche. Un tanto que dejó tocados a los sevillanos, que pudieron irse con la final sentenciada en su contra en la primera parte. Sólo el buen azar lo evitó.

Quizá fue el aliento, que resonó por el estadio como un susurro hermoso y entonado al que agarrarse cual clavo ardiendo por parte de una hinchada pesimista por naturaleza, lo que provocó que a la vuelta Gameiro anotara el empate tras una gran jugada personal de Mariano, que cogió fría a la defensa inglesa.

Desde Vallecas con amor

Porque a los campeones de corazón no se les puede dejar vivos. O se les remata cuando hay oportunidad o acaban buscando a algún protagonista inesperado para ganarse la gloria. Y ese secundario, de los que contaban como un peón en la partida de ajedrez inicial, surgió. Coke, un hombre de Vallecas, con la humildad por bandera, marcó en menos de diez minutos dos tantos que hizo gritar hasta al 'Giraldillo' que corona la Giralda, porque veía que la ciudad que apadrina volvía a ser el centro del mundo.

Dos tantos que salieron del alma, sobre todo el primero, con un trallazo. El segundo fue de listo. El 1-3 provocó cambios, tensión, faltas, pérdidas inesperadas en el Liverpool. No era el mismo de los primeros 45 minutos.

A los ingleses le aparecieron todos los fantasmas del pasado. Como su última final en la UEFA contra un equipo español, en 2001, cuando la ganó ante el Alavés tras remontar. O su última Copa de Europa ante el Milan, también remontando. Ahora esos enemigos del pasado se unieron en la mística de Basilea para favorecer y dar la vuelta al marcador en favor del Sevilla.

Cuando el sueco Eriksson pitó el final, las lágrimas corrieron por las gradas, por Sevilla, por Madrid y por cualquier punto del planeta donde se gritó que la 'quinta' no fue un sueño. Es una realidad. El Sevilla buscaba en la ciudad de Basilea la eternidad. Y encontró la inmortalidad.

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