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Jueves, 23 de febrero 2017, 00:36
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El Sevilla jugó un vibrante y buen partido en su regreso a unos octavos de final de la Champions. Ganó, pero no con la renta merecida ni suficiente para afrontar con garantías la vuelta. El 2-1 dejó una sensación agridulce al sevillista en la grada y una media sonrisa de esperanza al inglés, que lo veía todo perdido a falta de poco más de diez minutos para el final. Era una noche especial a orillas del Guadalquivir.
Con una temperatura que superaba en el inicio del choque los 18º, la práctica del fútbol se antojaba perfecta para las condiciones del juego que quiere imponer Jorge Sampaoli. Además, llegaba al Pizjuán un campeón de la Premier que aún no conocía la victoria en el vigente año 2017 y, no sólo eso, sino que tampoco sabía lo que era marcar un tanto. A un punto del descenso, los de Claudio Ranieri apostaban todo a estos octavos de final de la Champions para embellecer una temporada aciaga que se presagia oscura en el horizonte final.
Salió el técnico argentino -en la grada cumpliendo su segundo partido de sanción por la bronca el día de la Juventus con el árbitro- con una alineación sorprendente. Sacó de inicio a Correa, que llevaba varias semanas sin contar como titular y sólo alguna salida fugaz desde la suplencia, y con un único delantero de referencia arriba, Jovetic, la gran esperanza balcánica para redondear la campaña que está haciendo el equipo.
Sarabia marcó de un espléndido cabezazo tras pase de Escudero. El español lleva nueve tantos y ocho asistencias, siendo el mejor fichaje de 'Monchi', ya que costó menos de un millón de euros. Rentabilidad máxima del director deportivo de Nervión.
A los cinco minutos de la reanudación, Vitolo mandó un balón al larguero, Escudero estuvo cerca de sorprender desde fuera del área y Correa compensó su fallida pena máxima para anotar el segundo en una buena jugada personal de Jovetic.
El 2-0 hacía justicia a lo visto sobre el terreno de juego. Empero, el Sevilla decidió bajar los brazos creyendo que el trabajo estaba hecho y llegó la pesadilla. Vardy anotó su primer gol en la Champions y el primer tanto en 2017 del Leicester ante la perpleja defensa sevillana.
El gol daba esperanzas a los británicos y ponía los nervios en el bando local. Tuvo Rami, en un remate de cabeza que acabó de nuevo en el travesaño, la oportunidad de poner tierra de por medio otra vez. Pero no era la noche mágica europea que ha caracterizado al nuevo Nervión en la última década.
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