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Los jugadores del PSG celebran uno de los tantos marcados frente al Barcelona. :: YOAN VALAT / efe
Humillante goleada con sabor a despedida

Humillante goleada con sabor a despedida

El PSG somete al Barça con tantos de Di María (dos), Draxler y Cavani y saborea los cuartos de final de la Champions

JESÚS BALLESTEROS

Miércoles, 15 de febrero 2017, 01:03

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La humillante goleada a la que fue sometido el Barcelona ante el PSG es de las que marcan a fuego. Décadas atrás, también en París y ante este mismo rival, comenzó el principio del fin del 'Dream Team'. Ahora, podrá escribir Luis Enrique los versos más tristes de su periplo culé, arrollado por Unai Emery y los suyos en una bochornosa noche parisina en la que sólo existió un equipo como tal que se relame de satisfacción viéndose ya clasificado para los cuartos de final de la Champions.

Se desquitó por fin ante el Barça el técnico vasco, que ahora será elevado a los altares tras pasar por un particular calvario desde que llegó al PSG. Cuestionado como en su día en Valencia o Sevilla, Emery regaló con su equipo una noche histórica en la competición.

Y es que agarró la eliminatoria el equipo francés con la pasión propia del que busca por fin la gloria en la competición continental. Es un todo o nada para Emery y los suyos, y al Barcelona le pasó por encima un tren de alta velocidad que se marchaba ya al descanso con una ventaja de dos goles. Un señor correctivo de los locales que, incluso, se antojaba corto visto lo visto sobre el verde del Parque de los Príncipes.

No fue mayor porque volvió a aparecer Ter Stegen. Clave el portero alemán que sostuvo cuanto pudo a los suyos ante la estéril creación ofensiva del Barça. Apenas una escapada brillante de Neymar que no concluyó André Gomes.

El PSG desarbolaba al Barça reteniendo el balón cuando era necesario, pero disparando la velocidad de su fútbol en la mayoría de las veces. Encontraba espacios y opciones de pase por el centro, donde más daño se le hace a este Barcelona. Las triangulaciones y los pases al hueco de los Di María o los Verratti hacían tanto daño como las incursiones de los Cavani o los Draxler.

Enorme la incorporación del alemán en este mercado estival para el cuadro galo. Anoche demostró que no se ha equivocado Kluivert fichándolo (cinco dianas ha logrado ya en apenas nueve encuentros con su nueva elástica). Hizo el segundo cuando se afrontaba el final del primer tiempo, pero fue de los más activos durante todo el choque. Tanto es así, que de una jugada suya con Umtiti llegaría la falta que transformaría Di María para abrir la cuenta anotadora de esta eliminatoria y para lograr la eclosión de la grada local. Entre medias, y antes de batir definitivamente a su compatriota, tendría otra ocasión clara que salvaría Ter Stegen.

Desconectado el centro del campo del Barcelona, sólo Neymar hacía por buscar el uno contra uno en su banda aprovechando el desequilibrio con Munier. Messi y Luis Suárez parecían dos huérfanos sin fútbol. Consecuencia ésta de la escasa participación de un Iniesta muy por debajo de la exigencia física que planteaba el rival. Para colmo, Verratti hizo las veces de tapón cuando el manchego buscaba iniciar la jugada. El italiano no ha ocultado estos días su deseo de poder jugar en el Barcelona en un futuro no muy lejano. Por lo pronto, protagonizó un choque sobresaliente, multiplicándose en defensa y ataque siendo el nexo perfecto entre las dos líneas del PSG.

Tiró de paciencia Luis Enrique que no veía motivos para mover el árbol. Sin cambios arrancaba la segunda mitad del choque en ninguno de los sentidos. Nada hacía el técnico asturiano para cambiar la inercia del encuentro ni tampoco sus jugadores para frenar a un rival desbocado. La consecuencia llegaría 10 minutos después con un soberbio gol de Di María que dejaba la eliminatoria imposible para el Barça y elevaba la locura del estadio parisino.

El segundo gol del 'Fideo' sería el resumen perfecto de la hecatombe sufrida en París. El PSG haciendo de Barça con una jugada al primer toque saliendo desde la defensa que culmina una de sus estrellas con un golpe de calidad. Y en esas, el rival (en este caso el equipo catalán) viéndolas venir sin intensidad y falta de cualquier atisbo de amor propio. Tal y como ocurría en el cuarto que completaría Cavani para cerrar la humillante goleada.

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