Borrar
Keylor Navas levanta el trofeo de campeón de Europa.
La flor de Keylor Navas
FINAL

La flor de Keylor Navas

El costarricense del Real Madrid creyó aún más que el Atlético, se alió con la madera y ganó el duelo de porteros a un indeciso Oblak

Ignacio Tylko

Domingo, 29 de mayo 2016, 00:13

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hace dos años, Keylor Navas y Jan Oblak ni soñaban con poder ser los guardianes del Real Madrid y el Atlético en una final de Champions. Y mucho menos en jugársela por penaltis, donde salió vencedor el costarricense. No detuvo ninguno, pero vio cómo el de Juanfran golpeó en el poste, igual que el de Griezmann se estrelló en el travesaño en el inicio de la segunda mitad. El tico llegó, previo pago de 10 millones al Levante, y sufrió una temporada a la sombra de Iker Casillas. No le querían en el club de Concha Espina y si continuó fue sólo porque llegó tarde el fax para cerrar la contratación de David de Gea, procedente del Manchester United.

Canceló el viaje que le llevaba al Reino Unido para sellar su pase a Old Trafford, no se quejó públicamente, perseveró y se ganó al grupo con su actitud, trabajo, compañerismo, bohonomía y grandes actuaciones. Hombre de fe, cerró el recurrente debate sobre la portería del Real Madrid, hasta el punto de que los casillistas no le discutieron y fueron cada vez menos los que se acordaron del ridículo acontecido por el no fichaje de De Gea. El tico representa al típico portero excepcional bajo palos. Muchos reflejos, gran potencia en el tren inferior y fortaleza mental. En su debe, cierta tendencia a rechazar en lugar de detener.

Para Oblak, la misión de hacer olvidar al belga Courtois se antojaba un imposible. Se aseguró de forma unánime que el pago de 16 millones al Benfica fue una barbaridad, pero el esloveno ha experimentado una progresión geométrica. Suplente al principio de Miguel Ángel Moya, aprovechó su momento cuando una lesión del balear le brindó la gran ocasión. Detuvo dos penaltis ante el Bayer Leverkusenel 18 de marzo de 2015, en una eliminatoria que valía el pase a cuertos, y ya nadie le movió de la portería. Espigado, con brazos largos y gran técnica, es un portero más a la antigua usanza. A priori, iba mejor por alto que Keylor.

Se presentaron este sábado en Milán tras demostrar ser los mejores de la competición. El tico sólo había encajado dos goles en 10 partidos, los sufridos en Wolfsburgo, y el esloveno había recibido siete en 12 encuentros. Aunque mucho se ha hablado de que con Zinedine Zidane el equipo blanco recuperó la alegría ofensiva perdida con Rafa Benítez, la realidad es que el francés ha forjado un bloque homogéneo y muy bien equilibrado, con Casemiro en el eje del centro del campo. Ese mayor esfuerzo defensivo permite a Keylor vivir más tranquilo. Y en el Atlético de todos es conocido cómo se agrupa y se defiende en bloque.

Las finales, empero, se deciden en detalles y suelen servir para desmentir muchas de las previsiones y destrozar cualquier pronóstico. Resulta que Oblak se mostró dubitativo en los balones colgados, donde habitualmente más destaca. Y justo en el día menos indicado. A los cinco minutos, no salió con autoridad, pero sacó un pie milagroso para salvar el remate a bocajarro de Casemiro. Paradón tras error del esloveno. Al cuarto de hora, falló en la jugada del gol de Ramos, igual que toda su defensa. De nuevo se quedó bajo palos en una acción a balón parado. Y Ramos le marcó por bajo, cerca de la raya de gol, tras peinar Bale. Keylor, en cambio, vivió relajado toda la primera mitad. Sólo intervino para golpear con el pie los pases de sus compañeros y detener, con suma facilidad disparos lejanos de Griezmann.

Cambió el decorado tras el descanso. Salió en tromba el Atlético, decidido a empatar, y enseguida dispuso de un penalti a favor. Pepe midió mal y derribó a Fernando Torres, muy listo. Pero Keylor le ganó la batalla psicológica a Griezmann, cuyo rostro evidenciaba una tensión enorme al tomar carrerrilla, mientras Keylor saltaba junto a la raya. El francés golpeó con todas sus fuerzas, pero su disparo se estrelló contra el travesaño y botó fuera. La flor de Navas elevaba entonces al Madrid hacia la undécima y envenenaba al Atlético, su maldición de Pupas. Emergió Oblak para abortar dos ocasiones pintiparadas de Benzema y de Cristiano. Mantuvo vivos a los colchoneros, que nunca dejaron de creer y recibieron recompensa con el empate de Ferreiera. Llegó la hora de jugar a la lotería y Juanfran se estrelló ante la madera. El fútbol fue cruel con Oblak, flojo en esa tanda, y con el Atlético. El grande tuvo más fe y se coronó. Los rezos de Keylor encontraron recompensa.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios