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CRISTIAN REINO
Jueves, 7 de mayo 2015, 01:11
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barcelona. Ya lo dijo Guardiola en la previa: «No hay defensa que pueda pararle. Hay equipos que prueban con nueve en el área, otros con presión arriba, da igua». Dicho y hecho. Messi hizo buena la predicción de su exentrenador, se echó el equipo a la espalda, marcó dos golazos, incendió el Camp Nou en tres minutos y puso la eliminatoria muy favorable al Barça. Cuando parecía que el partido moría 0-0, apareció el genio, desequilibró el partido, retrató a Boateng y volvió a demostrar que en estos momentos es el número uno. A la magia del crack de Rosario se añadió un tanto de Neymar, con el partido casi acabado, que deja a los bávaros casi fuera de combate, aunque en su campo se suelen transformar. Con Messi enchufado y en pleno estado de gracia, el Barça tiene media final en sus manos.
El partido fue una auténtica furia de titanes: vivo, dinámico y jugado a un ritmo endiablado. Barça y Bayern se batieron en un duelo de altura, que por momentos tuvo tintes épicos, dignificando en toda su dimensión unas semifinales de Champions. El duelo en el campo tuvo su réplica en los banquillos, donde Luis Enrique y Guardiola, amigos, pero rivales, jugaron a la guerra, como los generales de campo: con la pizarra.
Guardiola, como acostumbraba durante su época azulgrana en los partidos importantes, sorprendió con una defensa de tres, un centro del campo súper poblado y una dupla atacante con Lewandowski y Müller. El de Santpedor buscaba tener superioridad numérica en el centro del campo y además, con la posición adelantada de Bernat, quería aprovecharse de los huecos que suele dejar en su banda Messi, poco dado a seguir a su lateral. Su idea era atacar, tratar de marcar y además era su receta para frenar al argentino.
Sin embargo, no consiguió lo que pretendía con su apuesta tan arriesgada y su defensa de tres era un caramelo para el Barça, que al espacio, en largo, encontraba un mina. Suárez en el 11' y Neymar en el 14', a punto estuvieron de abrir el marcador. El técnico del conjunto bávaro se percató del agujero en su zaga y movió ficha de inmediato (al cuarto de hora). Bernat retrasó su posición, trazó un 4-4-2 más ortodoxo y su equipo ganó en el equilibrio, porque en el arranque del partido se encontraba bastante perdido. Con el cambio en la defensa, los huecos que había a la espalda de los centrales alemanes se redujeron y el cuadro alemán ganó en consistencia.
El Barça, mientras, seguía a lo suyo. Con su equipo de gala, había salido intenso, fuerte y tratando de tirar la presión muy arriba, para que el partido se jugara en campo contrario. Messi, sujetado entre Bernat y Alonso, iba por libre. Caía a la derecha, luego permutaba al centro, a la izquierda, se le veía suelto, dinámico y con chispa. Era su noche. Pero a su equipo le faltaba el gol. Llegaba, a veces aprovechando los balones largos, otras tirando contras y en ocasiones jugando en estático, pero Neuer era un muro. Si la primera parte no acabó con un resultado favorable a los blaugranas fue gracias a sus intervenciones. En en el otro lado, en cambio, salvo una ocasión de Lewandowski, Ter Stegen apenas tuvo sobresaltos.
Paso al frente
En la segunda parte, el panorama fue distinto. El Bayern dio un paso adelante. Thiago y Schweinsteiger se agruparon en torno a Xabi Alonso y se hicieron con el centro del campo. Los alemanes presionaron en su campo al Barça, conquistaron el balón y dieron la impresión de que podían hacer más daño. El Barça perdió la pelota y empezó a sufrir lo que no padeció en la primera mitad. Aunque por otro lado gozaba de más huecos para correr a la contra. Y Messi con espacios es un puñal. Tras los 20 minutos iniciales del segundo parcial de dominio bávaro, el cuadro catalán, comandado por un gran Rakitic que estaba en todos los sitios, recuperó el pulso. Hasta que llegó el cuarto de hora final. Medio Camp Nou firmaba el 0-0, cuando el equipo blaugrana volvió a avanzar su presión, Alves robó en la banda y asistió a Messi, que lanzó un zurdazo que Neuer no atajó.
El gol hizo mucho daño a los alemanes, que por momentos se tambalearon. Bajaron los brazos y poco después Rakitic recuperó en la medular, encontró a Messi, quien se sacó un conejo en la chistera, en forma de regate, que dejó sentado a Boateng; ante la salida del meta alemán, se la picó por encima. Doblete mortal, que ahora sí dejó a los alemanes tumbados en la lona. Trataron de rehacerse, de marcar el gol que les diera aire para la vuelta y lo que se encontraron fue el tercero en una contra que les dejó KO.
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