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Otro récord y algunas dudas

El equipo blanco encadena 15 victorias consecutivas y Ancelotti iguala la marca de Miguel Muñoz y José Mourinho

IGNACIO TYLKO

Jueves, 27 de noviembre 2014, 01:03

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Faena de aliño de un discreto Real Madrid en la ciudad del gran Roger Federer ante un Basilea dignísimo que se jugará la clasificación en la última jornada contra el Liverpool. El sufrido triunfo, ya que Keylor Navas se estrenó en la máxima competición continental con una parada decisiva, le garantiza el liderato y permite a Carlo Ancelotti encadenar 15 victorias consecutivas e igualar el récord que comparte con Miguel Muñoz y José Mourinho.

Cristiano Ronaldo, poco participativo pero decisivo, igualó los 71 tantos de Raúl, a tres de Messi. Ha marcado en nada menos que las últimas 12 salidas de su equipo por Europa, incluida la final de Lisboa, y es el máximo goleador fuera de casa en la historia de la Champions con 37 dianas. Pese al nuevo éxito, el Madrid actuó descontrolado y dejó dudas de si un centro del campo tan ofensivo sufrirá ante rivales de enjundia. Su técnico tuvo que recurrir a Illarramendi en lugar de Benzema en el tramo final para volver al 4-4-2 y equilibrar al equipo.

Aunque asaltar cualquier récord siempre supone un gran aliciente, el Madrid no jugó con la máxima energía, quizá porque ya se veía virtualmente clasificado como campeón de grupo. Hizo lo justito para imponerse a un adversario mucho más fuerte y correoso en su feudo de lo que demostró cuando recibió una 'manita' en el Bernabéu.

Ya en la confección de la alineación, Ancelotti mandó al algún mensaje que invitaba a tomar ciertas precauciones. Del centro del campo hacia adelante repitió el bloque que conquisto Ipurua, con Isco tirado a la derecha haciendo de Modric en el centro del campo, y la 'BBC' en el frente de ataque. Pero modificó la zaga casi al completo. Se dejó en Madrid a Pepe para que descansara y rotó a los laterales, aunque en todo caso Carvajal no hubiera podido jugar por una gripe de última hora. También dio la alternativa a Keylor Navas en Champions, tras competir sólo en dos encuentros de Liga y uno de Copa del Rey.

Quizá porque Arbeloa y Coentrao están faltos de partidos y seguramente porque Kroos, Isco y James no son centrocampistas de corte defensivo, los blancos se desajustaron y no presionaron en bloque. Sus líneas no estaban juntas y eso permitió soñar a los helvéticos, muy mecánicos en su juego. En cuanto robaban, no se desarmaban y buscaban con rapidez al jovencísimo Embolo, nacido en Camerún hace sólo 17 años, fuerte, rocoso y muy veloz. Le faltan calidad y experiencia pero este jugador promete en un club que ya modeló talentos como el alemán Klose, el croata Rakitic o Shaquiri, la perla suiza de origen albanés que actúa ahora a las órdenes de Guardiola en el Bayern.

Desde el principio los merengues se hicieron con el control del balón y trataron de frenar el ímpetu de los locales con pausa y pases fáciles de lado a lado. Pensaron que era cuestión de ir madurando a los suizos como hace unos días hicieron con el Eibar. El partido era anodino y se desarrollaba sin ocasiones hasta que Benzema se inventó una gran jugada entrando desde el perfil izquierdo, llegó a la línea de fondo y se la puso a Cristiano, que marca hasta cuando golpea en semifallo. Lo celebró con cierta rabia.

El Basilea aumentó la presión en la segunda parte. Keylor Navas reaccionó como un felino para salvar un disparo de Embolo, que ya le había driblado. También Gashi, en un remate de cabeza, pudo marcar.

Coentrao se pasó de frenada en una durísima entrada a Embolo. Lento y bastante perdido, el lateral zurdo rozó la expulsión. Como su equipo no gobernaba la situación, Carletto decidió cambiar de dibujo y hacer un cambio muy productivo. Retiró a Benzema e introdujo a Illarra.

Los blancos mejoraron con el guipuzcoano y pudieron sentenciar en dos ocasiones clarísimas: una contra culminada por Bale con un disparo tremendo que acabó en el travesaño y otra que no definió Cristiano porque llegó trastabillado. Ancelotti y tiene otro récord y CR7 lo festejó con el puño cerrado.

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