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Benzema celebra un gol.
Un blanco perfecto
Fase de grupos

Un blanco perfecto

El Madrid mitiga su estado de agitación con dulces suizos

Ignacio Tylko

Martes, 16 de septiembre 2014, 00:05

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Duelo impropio de Champions en el Bernabéu. Espectáculo entretenido para el aficionado, con buenos goles y combinaciones bien trenzadas, pero resulta de todo punto impensable encontrar semejantes espacios en la mejor competición por clubes del mundo. El animoso Basilea, capaz de hacer una proeza histórica en Stamford Bridge y el mismo curso recibir una 'manita' ante el Valencia en cuartos de final de la Liga Europa, representa a día de hoy la mejor terapia posible para el estado de convulsión que agita al Real Madrid. Bálsamo puro elaborado en la elegante ciudad esquina de tres países o distrito de tres fronteras, y último puerto para la navegación fluvial sobre el Rin.

Recientes derrotas ligueras al margen, no es normal la sensación de referendo o plebiscito permanente que se percibe en este estadio. Pitos para Carlo Ancelotti cuando se ofrecieron las alineaciones por la megafonía, algún abucheo también para jugadores como Benzema o Gareth Bale, y división de opiniones permanente en torno a Iker Casillas, observado con lupa de gran aumento y objeto de críticas exageradas a favor y en contra. En cada balón que tocó el portero, hubo debate a gritos, palmás y pitos entre la afición. Un problema de difícil marcha atrás por más que el técnico italiano apele a la experiencia del portero y capitán para arreglarlo.

Los suizos son blandos como la mantequilla atrás y eso ante el campeón de Europa supone un suicidio colectivo. De centro del campo hacia adelante se despliegan bien, con movilidad, buenos desmarques y toques vistosos, pero les falta pólvora en la zona de definición. Pese a la goleada, siempre dio la sensación en Chamartín de que el Real Madrid hubiera sufrido frente a un rival de enjundia, de esos rocosos atrás, experimentados, competitivos, cancheros y con el colmillo entre los dientes. Como el Atlético del sábado, sin ir mucho más lejos.

Hasta que Ancelotti no encuentre el ansiado equilibrio, el equipo blanco presenta dos perfiles muy marcados. Uno alto, ya que cuando tiene el balón sus estrellas brillan, maduran al rival, buscan los espacios y se desdoblan bien. Y otro bajísimo a la hora de apretarse los machos, presionar y defender. Arriba se quedan los tres delanteros y también el desorientado James. El alemán Kroos se pierde como hombre ancla, ya que llegó para jugar junto a Xabi Alonso y disfrutar de más libertad, y sólo Modric se esfuerza para quitar y no vigilar si acaso con la mirada. De lo más significativa la conversación entre el croata y Pepe al acabar el primer acto y dirigirse a los vestuarios.

Arbeloa, señalado

Con respecto al derbi, Ancelotti decidió cambiar a los laterales. Señaló de forma inquívoca a Arbeloa, sustituido en el tramo final ante el Atlético y suplente del joven Nacho frente al Basilea en ausencia del lesionado Carvajal. Y en la izquierda, antepuso la profundidad de Marcelo a la mayor contención de Coentrao, aunque ambos son irregulares. El resto, intocables.

Comenzó el duelo con dominio y mejor juego del Basilea, aunque nadie dudaba de que el guión de la película derivaría en una victoria cómoda del campeón, que abrió el camino en una jugada afortunada. Lujo de tacón de James, centro-chut de Nacho y gol en propia meta del central checo Suchý. Ese tanto produjo un efecto devastador sobre los helvéticos, que definitivamente se rindieron al sufrir dos zarpazos consecutivos de Bale y Cristiano en torno a la media hora de juego.

El tanto del galés fue precioso, tanto por el pase genial de Modric como por la forma de elevar el extremo el balón sobre la salida del portero y remachar a puerta vacía. El portugués, máximo artillero de la pasada Champions con 17 dianas, se estrenó al culminar un gran contragolpe. Y cuatro minutos después fue el colombiano, algo más participativo que en otros duelos, el que cerró la jugada. 4-0 en un visto y no visto y fiesta contenida en el Bernabéu porque esta afición es muy exigente y sabe que de este encuentro no cabe extraer grandes conclusiones.

Volvieron las protestas del respetable cuando el paraguayo González entró como Pedro por su casa en el área blanca y la cruzó lejos de Casillas para firmar el gol del honor. Y más silbidos cuando Modric pasó de chilena hacia atrás y Streller no se fue solo porque Ramos le trabó y llegó Pepe al quite. Fue tan honrado el suizo que no se tiró y evitó poner al árbitro esloveno en un brete porque la falta estaba en el límite entre amarilla y roja.

El segundo tiempo fue casi anecdótico, de no ser por una gran parada de Casillas y el gol 1.000 de los blancos en Europa, obra de Benzema. Ningún otro club ha alcanzado esta cifra. El ritmo del Madrid volvió a decaer, lo que ya deja de ser noticia en este comienzo de curso, y el Basilea se vio poco presionado a pesar de ese quinto gol encajado. Ancelotti aprovechó la coyuntura favorable para dar descanso a Ramos y Modric y minutos a Varane, Illarramendi y Chicharito. Victoria rotunda pero tampoco para tirar cohetes por Concha Espina.

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