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M. GLERA
Domingo, 11 de febrero 2018, 23:39
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Estoy muy feliz», decía ayer Yeray Álvarez, jugador del Athletic de Bilbao. El central lucha desde hace un tiempo contra un tumor testicular. No es el único, pero su carácter público le convierte en un espejo en el que mirarse para muchos jóvenes que se ven afectados por esta enfermedad que ayer, precisamente, celebraba el Día Internacional contra el cáncer.
«Esto tiene que ser un ejemplo para todos. De esto se puede salir y qué mejor que demostrarlo aquí, en el campo», afirmaba Yeray a las cámaras de beIN. después de que su equipo jugase frente el Girona. «Personalmente, esto me ha hecho crecer. Mis compañeros y toda la gente que conozco han dicho que esto es un paso adelante y la verdad que estoy muy feliz de estar aquí en el campo otra vez», añadió.
Tristemente el cáncer es una enfermedad que no distingue entre niños (tremendo visitar el ala oncológica de un hospital infantil) y adultos; mujeres y hombres; ricos y pobres; europeos, africanos, asiáticos, americanos u oceánicos. Da igual. Yeray ni es el único, ni lo será.
Ayer, día señalado, Eduardo Berizzo, exentrenador del Sevilla, confirmaba a través de las redes sociales que está recuperado del carcinoma de próstata del que se estaba tratando y del que fue operado el 28 de noviembre. En la lucha contra el cáncer no hay enemigos, sólo apoyos. «En el Sevilla nos alegramos de corazón de su restablecimiento y le deseamos lo mejor», indicó la entidad sevillista a través de un escrito. El Betis, su gran rival, también. «¡Eduardo Berizzo está curado! El entrenador argentino supera su cáncer de próstata y no necesitará seguir un tratamiento de quimio o radioterapia. ¡Enhorabuena!», reflejó en su cuenta Twitter.
Son dos casos, los más recientes en el mundo del fútbol. Pero hay más, lejos del deporte rey. Javier Imbroda, exseleccionador español de baloncesto, anunciaba pocos días antes de Navidad que sufría cáncer de próstata desde el mes de agosto. «Luchar contra el cáncer es luchar por la vida», decía en una carta tan dura como real. «Mi mujer me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy. Esa esperanza es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de cáncer, diciéndoles: nunca te rindas», escribía el melillense. Nunca te rindas.
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